A medida que la guagua

 A medida que la guagua salió del túnel, un sonido estruendoso rebotaba de un lado a otro en este aire sucio, obsceno: como si fuera en dirección contraria a la inercia; los pájaros batían sus alas bajo la dirección orquestal de Ayda. Los ecos de un río subterráneo: ecos vibrantes motivando a que sigamos luchando, a que vivamos y a que sigamos vivos para simplemente contemplar las espinas esqueléticas, las flores osificadas y las escamas de peces en forma de daga borrada en las voces ásperas y estruendosas de la historia. Ahora solo quedan las enormes manchas enmascaradas y pegajosas hechas en el piso de arriba, surcada por bordes tristes y rostros desafiantes que sangran a pesar de las vendas de seda que protegen la tierra— las vendas enrojecidas de sangre y humedecidas en vinagre, sal y cúrcuma. El aire es tan denso al ladito de la boca del río nutriente de la semilla que interrumpe la hemorragia y delimita los límites de la auto-inmolación al conjugar el verbo del deseo y llenar las arterias con sangre espesa, cimarrona. 

Ya estoy cansado

 

Ya estoy cansado de escuchar los chillidos

de las redes sociales que se originan en los cafetines de los incrédulos

No entiendo la insistencia de ver para creer

Van a la carga otra vez negándose a ver con sus propios ojos

La gran marcha del retorno después de la guerra

Negándose a ver con sus propios ojos un cuchimil de veces

La alegría del padre ante la súbita llegada de la hija disidente y exiliada

Y los hermanos abrazándose y llorando de la emoción

porque hace seis años no se veían y se daban por muertos

¿Quien no se cansa de este silencio cómplice que niega

la existencia de cámaras de tortura

y de las escenas en vivo

de penas y de amor desgarrador

a lo alto de las ruinas de Alepo

y en las puertas triunfantes de Homs?