Semanas antes, conté lo que pasó cuando entrevisté al guardián del ayuntamiento de una visitada provincia costera. En esas noches, tenía en las manos la crónica de Lepelletier de Saint Remy, que me parece de las mejores. El historiador narra que D’Oregon vino de Puerto Rico a donde había ido a parar por causa de un naufragio. Vino a la isla y tocó Samaná, cargo allí víveres y aumentó su tropa.
Durante todos estos siglos pasados, muchas otras historias se han hecho para dar cuenta de la importancia que tiene y que tenía Samaná a los ojos de los extranjeros. Cuando vino, D’Oregon encontró a muchos franceses que se habían hecho bucaneros.
Hace algunos años, estuve por Puerto Plata, provincia mágica si las hay. Allí uno puede tropezarse con un montón de turistas que se le parecen a esos franceses que venían en época de D’Oregon. Estaban en un restaurant cercano a la costa. La pregunta que podría hacerle cualquiera a estos turistas es: ¿Where you from?
En ese mismo año, así me sucedió con una francesa en la playa Encuentro, muy cercana –a apenas metros–, de Cabarete. Sus amigos estaban surfeando con quien esto escribe. La respuesta que tuve de esta francesa era eso mismo: I’m from París. Mi respuesta fue clara: París, the city of love? Un americano me advirtió sobre un banco de coral próximo a mis pies. Watch out over there!, fueron sus palabras.
La ocupación francesa de Samaná es de 1673 y 1699, como está explicado en el índice de notas. Hubo ocupación española en 1754. Luego, en 1808 los ingleses se apoderan de ella. En mis andanzas por Puerto Plata, no pude preguntarle a toda esta gente si venia de Inglaterra. Como muestran sus pasaportes, está claro que vienen de lejos y se quedan impresionados con nuestras playas. En Boca Chica, hace unos años me topé con una dominicana que se había casado con un alemán y dos francesas acompañadas de dos dominicanos conocidos como sankipankis. Estaban en la playa comiendo comida criolla.
En su libro, Lepelletier narra que desde 1808 Samaná fue olvidada hasta 1822, cuando once barcos, entre ellos un navío, “el Colosse; dos fragatas, la Africaine y la Duchesse de Berry; los briques el Raileur y el Genie; dos avisos y cuatro buques de comercio fletados, aparejaron en la rada de San Pedro de la Martinica”. Nos habla del contralmirante Jacob, que se encontraba entonces al frente de la estación de las Antillas.
Por su lado, Saint Mery –otro historiador notable–, dice que un numeroso grupo de colonos se resistió a una orden emitida para su salida, por las hermosas plantaciones de añil que allí había. En ese momento de vida crítica, los que quedaron no pudieron hacer frente a los españoles y fueron asesinados en 1693. En 1699 hubo rumores de que venían los ingleses a tomar esta parte. Eran tiempos convulsos de piratas y bucaneros.
Como vi en años recientes, un puesto de venta de comida criolla es muy transitado en Samaná por estos extranjeros. Los vi cuando fui por allá, a la par de la cercanía que tenemos de la playa Las Galeras. Dice Lepelletier: “Samaná es al golfo de México lo que Mayotte es al océano Indico”. Dice lo anterior para hablar del asunto estratégico de sus mares.
Como han visto los visitantes, esto no solo ocurre en Samaná, sino que en otros poblados costeros encontramos gastronomía criolla, lo que hace detener a los caminantes y a los turistas internos. Pero hay más: el pueblito de Samaná es tan callado y tan tranquilo que parecería un paraíso como lugar de estadía, aunque alguien me dirá que tiene ocasionales bullas. ¡Hay pueblecitos tranquilos que pueden hacer decir a algún turista que quiere venir a vivir aquí y tiene razón!
En Boca Chica, para ejemplificar tenemos un puesto de restaurant que se parece a los que existen en la zona de Juan Dolio, repletos de gente que busca vida nocturna. Esta vida nocturna es bien conocida por muchos dominicanos. Esas fiestas en las zonas turísticas en los noventas estuvieron plagadas de historias.
En Juan Dolio –otro visitado punto de la costa, pero Sur– recientemente fuimos asesorados por un señor que se encargaba de cuidar ese restaurant muy playero, pero es justo indicar que parecía tener dos o tres tragos. En estos años modernos, las zonas turísticas se nutren de la modalidad de alquiler de locaciones a través de aplicaciones en el celular. El turismo avanza y la antropología nos da una mano para saber cómo actúan los dominicanos y los extranjeros cuando vacacionan aquí en muchas épocas del año.