El retorno del expresidente Donald J. Trump a la Casa Blanca podría ser visto con recelo por parte de algunos sectores, pero también, como una gran oportunidad para américa latina de consolidar las relaciones comerciales y de seguridad con el vecino del norte. Su programa de gobierno ofrece oportunidades que, bien aprovechadas, podrían ser beneficiosas para los países de Latinoamérica. Aunque el enfoque de sus gestiones y propuestas han generado controversias, la mayoría de sus iniciativas pueden ser vistas como catalizadores de transformaciones positivas para la región.

Durante su primer mandato, el presidente número 45 de los Estados Unidos, evidenció un interés particular por renegociar acuerdos internacionales, su enfoque -aunque con apariencia proteccionista- pudo generar una revisión de las políticas comerciales con varios países, procurando alianzas que impulsaron la cooperación mutua. Un ejemplo de esto es la renegociación del Tratado de libre comercio con México (T-MEC), con el que favoreció la integración económica de América del Norte. La desregularización de varios sectores industriales también facilitó el crecimiento de pequeñas y medianas empresas promoviendo la inversión.

En los primeros tres años de su gestión, la economía de los norteamericanos creció de manera sólida, se registraron los niveles más bajos de desempleo en los últimos 50 años, 3.5%, de acuerdo con las estadísticas oficiales de Estado, especialmente entre latinos y afroamericanos lo que se tradujo en estabilidad. En un nuevo mandato, sin dudas que pudiera incentivar las exportaciones de bienes y servicios hacia los Estados Unidos creando empleos.

En la reforma fiscal -que realmente fue un recorte de impuestos- del año 2017, la más importante en 30 años, llamada Tax Cuts and Jobs Act, se redujo las tasas de impuestos para corporaciones y organizaciones de un 35% a un 21%, logrando con esto el incentivo a la inversión empresarial y un aumento de salario importante para miles de trabajadores que fortalecieron la economía interna.

La administración de Trump priorizo la seguridad fronteriza, promoviendo una política de inmigración estricta, la lucha contra el crimen organizado y el narcotráfico, dos flagelos que afectan gravemente nuestros países. Aumentó el gasto militar, asegurando que sus fuerzas armadas dispusieran de los recursos necesarios para mantener una postura fuerte a nivel global.

Si bien Trump es reconocido por su estricta política migratoria, es importante considerar también que su enfoque debe motivar a los gobiernos de América Latina, a implementar políticas internas que mejoren las condiciones de vida de sus ciudadanos, logrando así reducir la migración forzada. Además, su propuesta respecto de la construcción de muros, no solo físicos, sino de seguridad electrónica, pueden ser un incentivo para que los países se esfuercen en solucionar los problemas estructurales que empujan a sus ciudadanos a emigrar.

Recordemos que, durante su mandato, Trump facilitó acuerdos de paz históricos en Medio Oriente, como los Acuerdos de Abraham, normalizando las relaciones entre Israel y varios países árabes, hecho que se consideró muy significativo para la estabilidad en la región.

Además, defendió con firmeza los derechos constitucionales y promovió la libertad religiosa firmando ordenes ejecutivas que protegían a organizaciones de regulaciones que eran consideradas restrictivas para el ejercicio de su fe. Otra iniciativa lo fue la resistencia al “estado profundo”, reconocido como una estructura burocrática que, según él, limitaba la capacidad del gobierno para actuar en el mejor interés de los ciudadanos.

Una se pregunta, ¿por qué los latinos deberían votar por Donald Trump? Yo lo resumo en cinco ejes estratégicos convenientes para todos los países que tenemos relaciones comerciales con Estados Unidos; primero, sus propuestas para la recuperación económica -por el enfoque proempresarial-, las iniciativas de seguridad y orden, la protección de los derechos constitucionales, su voluntad para una política exterior firme y la comprobada experiencia y liderazgo exhibidos en su gestión.

En su regreso a la Casa Blanca tendría la oportunidad de reforzar la colaboración de seguridad con nuestras naciones incrementando el apoyo financiero y logístico para combatir a los carteles de la droga; y gestionar con mayor eficiencia los programas para el fortalecimiento de las instituciones judiciales y policiales, permitiendo con ello la reducción de los índices de criminalidad.

Sobre las oportunidades de inversión, crecimiento económico y el turismo

Su programa para alcanzar el crecimiento económico a través de la reducción de regulaciones e incentivos fiscales debe extenderse hacia nuestros países, en forma de políticas que fomenten la inversión en la región. Las empresas estadounidenses pueden ser estimuladas para invertir en sectores claves de los países latinoamericanos, contribuyendo con el desarrollo de la tecnología, energía, turismo e infraestructura. Esto no solo generaría empleos, también impulsaría la competitividad y modernización de nuestros mercados locales.

Aunque Trump exhibió una postura de confrontación con China -una potencia que ha incrementado su influencia en nuestros países a través de inversiones masivas-, en su segundo mandato tiene la oportunidad de reorientar la atención y contrarrestar ese dominio ofreciendo alternativas para el comercio, el acceso a programas de innovación y herramientas de apoyo tecnológico.

La economía de la República Dominicana depende en gran medida de las remesas enviadas por la diáspora en EE. UU. El crecimiento económico sostenido bajo un liderazgo proempresarial podría traducirse en el mantenimiento incluso en el aumento de las remesas, lo que beneficiaría a muchas de nuestras familias. Otro aspecto para considerar es la estabilidad en el mercado energético, la independencia energética de Estados Unidos bajo la administración de Trump permitió a la región importar combustibles y recursos energéticos a precios muy competitivos, países como el nuestro que dependemos de la importación de petróleo y gas, podríamos beneficiarnos de un suministro más estable y económico.

Nuestro país es uno de los destinos turísticos más importantes para los estadounidenses, si su economía mejora, eso podría significar un mayor flujo de visitantes beneficiando directamente al sector hotelero y derivados.

Los latinos deben aprovechar los aspectos positivos de un segundo mandato del expresidente Trump, que se proyecta como una etapa de desarrollo y estabilidad para la región, la defensa de los valores y la familia.