El pasado 5 de noviembre fuimos testigos de un momento histórico, donde, aunque estemos a favor o en contra, debemos de reconocer el fenómeno político que es Donald Trump. De ser derrotado por un amplio margen hace tan solo 4 años, y ser sometido a la justicia en múltiples ocasiones, ha vuelto al poder venciendo de forma aplastante a Kamala Harris. Sin embargo, y aunque puede parecer la historia magnífica de una persona que llega a salvar a un pueblo polarizado y dividido, ni en la política y mucho menos en la economía los asuntos resultan ser tan sencillos.

¿Por qué digo esto? Donald Trump ha logrado venderse como un político promercado, procapitalismo y anti-estado, pero analizando de forma detallada sus acciones pasadas y sus nuevas promesas, se hace relativamente obvio que esta imagen dista significativamente de la realidad. Observemos de manera simple algunos principios sencillos pero fundamentales que representan los ideales promercado o pro-capitalismo: responsabilidad fiscal, libre mercado y limitación del poder estatal.

Manuel Castro, autor de este artículo, estudiante de término de economía de la PUCMM

En lo que concierne a Responsabilidad Fiscal, sería injusto juzgar a Donald Trump por su accionar en la pandemia, ya que la crisis mundial provoco mayores niveles de gasto en todas las naciones, así que analicemos su gobierno durante el periodo 2017-2019, años que por cierto fueron de gran prosperidad y crecimiento a nivel global. En su primera campaña presidencial, Trump fue crítico del déficit del gobierno saliente de Barack Obama, el cual se ubicó para 2016 según el FMI en 4.4% del PIB. No obstante, pasa el primer año del gobierno de Trump y el déficit cerró en 4.8% del PIB. Dándole el beneficio de la duda, asumamos que él no fue culpable, ya que ese presupuesto fue en parte escrito por la administración Obama, pero resulta curioso ver como en 2018 aumentó el déficit al 5.3% del PIB. En su tercer año, era justo esperar que el déficit se revirtiera al menos hacia niveles del gobierno anterior, pero ocurrió todo lo contrario, alcanzando un 5.8% del PIB en 2019 el déficit del gobierno “fiscalmente responsable”.

El gobernante que prometió ser fiscalmente responsable había incumplido su promesa, y de manera comparativa el periodo 2014-2016 de Obama contó con un déficit promedio anual de 3.9% del PIB, mientras el déficit del gobierno que prometía austeridad en el uso de los fondos tuvo fue en promedio de 5.3% del PIB. En otras palabras, Trump endeudo a su país cada año un 1.4% del PIB más que la gestión que tanto criticó, afectando gravemente con ello a la inversión privada y a los mercados en pro de un estado cada vez más grande.

Si bien a Trump hay que reconocerle que ciertamente desreguló los mercados en diversos ámbitos, no podemos obviar su agresiva política arancelaria y por consiguiente la distorsión que sus políticas causan al libre mercado. Para su nuevo periodo, propone llevar a las tasas de aranceles a un mínimo de 10% o 20% para todos los productos importados, y hasta a un 60% los productos chinos.

La guerra comercial con China con los aranceles no representa nada nuevo, pero es cuestionable como la guerra comercial pasa de ser con China a ser con todo el comercio internacional.  Lo más preocupante es que según Trump, los aranceles “lo van a pagar los extranjeros”, pero no hay que ser experto para saber que los costos de estos aranceles los cubren en todo caso los consumidores pagando un mayor precio. Para blindarse del costo político que esto genera, Trump ha dicho que lo que hará con estos nuevos ingresos es eliminar el impuesto sobre la renta a personas, pero nuevamente es relativamente fácil observar que con las recaudaciones adicionales que se obtendrían con estas medidas es imposible cubrir el déficit generado por la inexistencia del impuesto sobre la renta a las personas. Por consiguiente, esta resulta ser una medida meramente populista.

Con estas medidas, más que a un referente del mundo libre como lo es hoy en día Javier Milei, el cual está haciendo todo lo contrario en materia arancelaria, Donald Trump se parece al líder comunista norcoreano Kim Jong Un, ya que ambos entienden que sus países pueden y deben de ser economías cerradas, o quizás se parece más al líder izquierdista boliviano Evo Morales, porque ambos entienden que a base de aranceles arbitrarios y de encarecer la competencia extranjera se desarrolla un país.

Ante semejantes medidas, quizás se esperaría que las fuertes instituciones del país yankee podrían resistir y mantener cierta estabilidad, pero ya Trump también ha expresado su deseo de que el gobierno central tenga más poder en las decisiones de órganos descentralizados como la Reserva Federal, expresando su intención de politizar esta institución para mantener tasas de interés artificialmente bajas y financiar con ellas el alto gasto público que pretende nuevamente llevar. Junto al vicepresidente electo JD Vance, también propone con esta intervención devaluar el dólar para impulsar las exportaciones estadounidenses. Este tipo de medidas cuando han sido aplicadas en otros países del mundo, han tenido consecuencias graves en términos de inflación y en el valor de los salarios reales, por lo que más que a un líder del mundo libre, esta visión recuerda al despotismo característico de lideres como Hugo Chávez.

Este análisis no pretende atacar a Trump ni alimentar la guerra cultural. El objetivo es simplemente exponer y analizar la verdadera naturaleza de las políticas de Trump y las consecuencias que pueden ocurrir si implementa junto a las medidas de su primer gobierno las nuevas propuestas que plantea para 2025. Es evidente que el presidente electo de Estados Unidos es un personaje altamente populista y proteccionista, y es importante que la sociedad conozca a detalle su comportamiento y las posibles consecuencias de sus políticas.  Desde la perspectiva de un joven estudiante de economía defensor de la libertad, Trump no representa los valores del mundo libre. Lo mejor que le puede pasar a los estadounidenses es que Donald Trump no ejerza su plan de gobierno, y espero que así sea.