Hace poco la amiga Brunilda Contreras, prestigiosa autora dominicana de literatura infantil y juvenil, me invitó a la presentación del libro Don Sin Cola, escrito por Marilyn Armenteros, obra que también pertenece al campo de los infantes. Durante el desarrollo del evento, que tuvo lugar en la Biblioteca Nacional, intervinieron el director de esa institución, Rafael Peralta Romero, la presentadora que lo fue Brunilda Contreras y la autora. Mientras se daban las distintas alocuciones fui haciendo una reflexión.

Me vino a la mente el hecho de que a la literatura infantil y juvenil dominicana no se le ha dado la importancia que tiene este campo. Y, por tanto, no están lo suficientemente visibilizados los autores que se desenvuelven en el mismo. De acuerdo con una investigación que en los actuales momentos tenemos en curso acerca de dicha manifestación literaria la respuesta podría estar en que la infantil y juvenil dominicana no se valora porque no se conoce.Don-Sin-Cola-de-Marilyn-Armenteros-Avelino-Stanley-728x728

De este sector, en el país, no se tiene idea de la cantidad obras que se está publicando. Y menos se sabe de la calidad de muchas de estas publicaciones, del atractivo de sus ilustraciones ni del nivel que tiene una parte importante de las ediciones de esas obras. Ni siquiera se ha establecido con conocimiento de causa desde cuándo la literatura infantil quedó propiamente fundada dentro de las letras dominicanas.

Dentro del contexto mencionado es que se publica Don Sin Cola, de Marilyn Armenteros. El libro trae un prólogo de Brunilda Contreras y cinco cuentos cuyos títulos son “¿Cuentos de niños o cosas de viejos?”, “Don Sin Cola”, “Paseo al zoológico”, “El carro de la Barbie” y “Mi primera mascota”. La publicación, bellamente impresa a color sobre papel satinado, trae unas ilustraciones de Paloma Velázquez Freixas que logran captar momentos precisos de los cuentos ilustrados. Sin que sea en tapa dura, es una de esas ediciones que encantan.

En Don Sin Cola, su primera obra, se observa a una autora que domina el arte de narrar para los pequeños y al mismo tiempo, en los diálogos, le presenta a los lectores la diferenciación precisa entre la voz del personaje o interlocutor y las aclaraciones del narrador. No es común que estos dos aspectos, que aparentan sencillos, sean dominados por los autores en su primera entrega. Pero así ha de ser en una persona que, como la autora, siempre ha sido una lectora y, además, de profesión es licenciada en derecho.

Un aspecto para resaltar es que Marilyn Armenteros, aun tratándose de su primera publicación, no se refugia en los diminutivos para reafirmarse en el campo infantil. Acude, como ciertamente debe hacerse en este campo, a la descripción de los personajes y de las locaciones para lograr la ambientación de los infantes. Otro detalle frecuente en algunos libros de literatura infantil es que las historias contadas suelen caer en lo insustancial. En los cuentos de Marilyn Armenteros las historias narradas tienen consistencia y los finales o desenlaces están acordes a las mismas.

En los actuales momentos, a nivel internacional, se discute si la literatura infantil de ficción debe estar al servicio de la pedagogía o al servicio de la diversión de los menores. La respuesta aún no se tiene. Pero en los cuentos de Don Sin Cola se encuentran aventuras que, en ocasiones, van cargadas de travesuras; y esa combinación es esencial para la diversión de los niños lectores. Al mismo tiempo subyace en estas narraciones un aspecto central que es el de conducir a los lectores, los niños y niñas, hacia su conversión en hombres y mujeres de bien, algo desprendido totalmente del pedagogismo.

A los autores de más edad les gusta dar consejos, en ocasiones sin que se lo pidan. Yo, además de darle a la autora la bienvenida al mundo de la literatura infantil, por los aciertos de esta obra, puedo aconsejarla a que siga escribiendo para este campo. Por cierto, en el acto de presentación de Don Sin Cola, los que asistimos, pudimos observar un agradable detalle. Ese día era el natalicio de la autora, Marilyn Armenteros, y el regalo de cumpleaños su esposo, don Vitelio Mejía, fue la edición de dicho libro, ¡Un hermoso detalle! Junto a ellos, además de los invitados, estaban sus hijos y nietos. Fue en evento encantador.