La historia del pensamiento social dominicano notoriamente registra la tesis de la inferioridad intelectual de nuestro pueblo, se sostiene que ‘el pueblo dominicano es un pueblo de gente bruta’, esta manera de pensar ha sido sustentada por sólidos intelectuales dominicanos. Bonó, fundador de la sociología histórica dominicana, constantemente se refirió a la profunda ignorancia en que vivía sumido el pueblo dominicano. En 1900 Francisco Henríquez y Carvajal (Pancho) consideraba que somos un pueblo que ‘carece en absoluto de tradición aprovechable y de educación’, por lo tanto era una quimera pensar en la democracia, decía que tenía como “factores adversos las condiciones biológicas, el clima, el medio social, tradiciones, leyendas, raza, confusión de elementos étnicos, educación incipiente o violada, desarrollo individual exiguo, desenvolvimiento mental reducido”. Mariano Cestero pensaba que somos “un pueblo de educación casi primitiva, impresionable, inactivo, demasiado ignorante en cosas públicas, a más de indiferente o descuidado en ellas”.

 

José Ramón López es el más importante punto de arranque del ‘Gran Pesimismo’ dominicano, en su texto ‘La Alimentación y Las Razas/1896’ plantea la tesis de la inferioridad mental del campesino dominicano. De entrada hay que aclarar que López, un mulato, aunque su discurso parte del concepto de raza, su postura no es racista en el sentido más común de la palabra: desprecio de un ser humano por su origen étnico, sobre la condición racial del pueblo dominicano él pensaba que: “nuestra raza tan bien entroncada, de suyo tan resistente que todavía vive, todavía subsiste en medio de los descuidos y de los desórdenes que deberían haberla aniquilado completamente” / “La raza es buena, tenaz y conserva todavía en embrión las excelentes condiciones que extingue te el crecimiento la mala alimentación”.

 

El sociólogo busca el factor causal explicativo de las condiciones intelectuales del pueblo dominicano y lo encontró en “la mala alimentación”, su tesis es que el campesinado dominicano es una “raza de ayunadores” que al “no comer lo suficiente” y esta “es la causa más poderosa de la degeneración física y del apocamiento mental, en que vivimos” / “El ayuno ha sido nuestra culpa. Siguiéndolo nos apartamos de la vía del progreso, y no podemos volver a ella sino adoptando otra (…) en que figure como principal capitulo una alimentación abundante, sana, nutritiva, consumida a intervalos regulares, cuando menos tres veces al día”.

 

El escaso alimento provoca la “degeneración sobre todo en lo psicológico” / “degeneración intelectual”. Por este régimen alimenticio “comenzó a cercenarse el tesoro de nuestras ideas, a hacerse más mezquino el horizonte de la imaginación de nuestras masas (…) Necesitamos un apóstol de la comida que venga a enseñar a comer a las gentes, y les predique que la civilización no la adquieren ni la conservan sino los pueblos que tienen una buena cocina” / “Para ser capaces de alta civilización, para que ella no sea privilegio de unos pocos, desperdigados en la masa del pueblo, sin contactos y casi sin influencia, es preciso que nos hagamos primero aptos para ella, fortaleciendo nuestros organismos con buena alimentación”.

 

López piensa que hay posibilidad de superar la situación propone la creación de riqueza, educación y alimentación: “con la higiene en la alimentación y en los ejercicios corporales, sea cofactor de la regeneración de nuestra raza y ayude a darnos agradable fisonomía propia, a vigorizar la mente, a hacerla creadora de toda suerte de riqueza”. La regeneración de nuestra raza tropieza con “la agobiante dificultad de la falta de riqueza”: “La primera de todas es la intelectualidad, fuerza inicial que preside todas las obras” y “el capital no es lo que sobre entre nosotros”.  Por lo tanto, lo primordial es la creación de riqueza: “De ahí debe partir nuestra regeneración”.

 

Después de López nuestra élite culta y aristocrática le da al predicamento de la inferioridad mental del pueblo dominicano un giro racista. Francisco Moscoso Puello, en sus famosas ‘Cartas a Evelina/1911’ dice que el estudio de sus compatriotas le ha interesado siempre, declara que dicho estudio “sólo me ha producido tremendas decepciones. Porque ha sido muy tarde que me he dado cuenta del perfecto desequilibrio de su espíritu, obra de su mezcla racial sin precedentes, y de que no han asimilado todavía, ni el más elemental concepto sobre nada, a tal punto, que me parece llevan sobre sus hombros un cuenco desesperadamente vacío, en vez de una cabeza humana”. Al referirse a la capacidad intelectual del pueblo dominicano estimaba que aquí abundan por millares “las cabezas vacías”, este es un país con “anemia intelectual”. Moscoso Puello se pregunta: ¿En qué piensa el dominicano? Según él se interroga sobre cosas sencillas e ingenuas, agrega que “piensan sin el mayor esfuerzo en el paseo, en el baile, en las mujeres y sobre todo en la política”.

 

También; asienta la tesis de que: “Este país, no tiene todavía, y algunos afirman que no tendrá nunca, educación cívica suficiente para vivir una vida de libertad y honestidad. Aquí se juega a gobierno. No tenemos ciudadanos. Las dos terceras partes de la población está constituida por campesinos completamente ignorantes, cuya mentalidad no ha avanzado gran cosa desde la conquista. La otra tercera parte está formada por hombres de mediocre ilustración y corrompidos, que adolecen de las taras que nos legó la escoria de los conquistadores y de otras razas inferiores. No hay, pues, elementos para establecer un régimen político avanzado de acuerdo con la hora de progreso que vive el mundo. Después de la independencia, se ha debido hacer una campaña para enseñar al pueblo, para elevar su nivel intelectual, para homogenizarlo, desde el punto de vista etnológico. Esta campaña fundamental está por hacerse.  Una cruzada por la instrucción, una guerra sin cuartel al analfabetismo ha debido hacerse sistemáticamente. Pero se ha hecho lo contrario. Se ha dejado al pueblo en la más crasa ignorancia, sin duda, con el propósito criminal de explotarlo, de manejarlo libremente”.

 

En 1916 Federico García Godoy publica ‘El Derrumbe’, estudia las “Deficiencias del Medio” y encuentra que una de esas deficiencias es la inferioridad mental del pueblo dominicano. Godoy afirma que desde que iniciamos “el edificio de la vida colectiva dominicana” nuestra primera época, la fundamental de nuestra historia, el país “levantóse, sobre un plano de resaltante inferioridad mental”. Desde entonces vivimos sumidos en “la crasa ignorancia en que vejeta a sus anchas la inmensa mayoría del pueblo dominicano”, en un “estado de desconsoladora ignorancia en que vegeta la inmensa mayoría”, en: “Lejanos atavismos han determinado en nuestra inteligencia (…) la propensión a la pereza física y mental”.

 

García Godoy ve a la sociedad dominicana sumida en un “estado de crónico rutinarismo” / “rutinarismo mental” que le ha provocado “un proceso de petrificación mental” y para salir de esa condición se precisa de “un proceso educacional, coherente, consciente”, se precisa: “Reformar la razón común”, “romper con hábitos seculares de pensar y de sentir”. Consonancia con esa inferioridad mental somos un pueblo de mentalidad religiosa, sumidos en “la vegetación de una vida monótona, de ejercicios piadosos, de rezos, de procesiones, que absorbe casi toda la actividad mental, lo mismo en lo individual que en lo colectivo”.

 

Hay en García Godoy un fatalistalismo histórico: “En cierto modo no somos un pueblo, un verdadero pueblo capaz de evolucionar consciente y progresivamente. En realidad no somos más que una masa sin precisos contornos, hondamente trabajada por la acción disolvente de personalismos aviesos, cada vez más fraccionada, sin rumbos fijos, sin ideales, de una inferioridad mental que la incapacita para elevarse a un concepto de nación”.

 

Américo Lugo presenta en su tesis doctoral: “El Estado Dominicano Ante el Derecho Público” redondea la tesis de la infravaloración sociopolítica, étnica, ética e intelectual del pueblo dominicano; parte del criterio positivista de que ‘todo organismo individual adolece de defectos y enfermedades sociales’, con ese criterio ha hecho una evaluación del pueblo dominicano remarcando la inferioridad intelectual de nuestro pueblo. Lugo, buscará establecer los ‘defectos y enfermedades sociales’ del pueblo dominicano, en cuanto a la capacidad intelectual afirma que entre nosotros la ‘capacidad intelectual es casi nula’, somos un pueblo ‘falto de vigor y vuelo intelectuales’. Basado en esa ‘realidad’ Lugo hace una clasificación dicotómica del pueblo dominicano, de un lado tenemos ‘una inmensa mayoría de ciudadanos’ / ‘mayoria brutal’ / ‘mayoria ignorante’ ‘que no sabe leer ni escribir, para quienes no existe verdaderas necesidades, sino caprichos y pasiones; barbaros, en fin, que no conoce más ley que el instinto, más derecho que la fuerza, más hogar que el rancho, más familia que la hembra del fandango, más escuela que la gallera’.

 

Y, del otro lado, tenemos una minoría de ciudadanos: ‘verdadera golondrina de las minorías, que sabe leer y escribir y de deberes y derechos, entre la cual sobresalen, es cierto, personalidades que valen un mundo’’. Si la mayria ignorante ‘carece de patriotismo y desinteres’, la ‘minoría ilutrada necesita ideales patrios’. Lugo establece una relación entre  el valor moral y la capacidad intelectual del pueblo dominicano: “No hay que forjarse ilusiones sobre el valor moral del pueblo dominicano. El valor moral alcanza siempre el limite de la capacidad intelectual”, esto es, el valor moral depende de la intelectualidad de los sujetos.

 

En síntesis, ‘mirado desde la historia’ ‘tal es el pueblo dominicano, semisalvaje por un lado, ilustrado por el otro’, ‘creado por el azar de la conquista, con fragmentos de tres razas inferiores o gastadas’ es, en general, ‘apático, belicoso, cruel, desinteresado’, ‘alimentado de prejuicios y preocupaciones funestas, impulsado siempre por el azote o el engaño’: ‘el hombre criollo´ es iliterato y amigo del campo / ‘el dominicano no es hombre de dinero sino de pasiones’. (Lugo/Patria/1926).

 

Lugo nunca abandorá la tesis de infravaloración intelectual del pueblo, en 1924 Horacio Vásquez resultó electo presidente de la República, ello fue resultado de que ‘concurrió a los comicios’ un “pueblo imbécil que apoyó a los representativo en 1922, que cooperó con los usurpadores de 1916”. Los dominicanos somos un pueblo/una nación/un país/una sociedad de ‘constitucional estolidez’. (Lugo/Patria/1927). Sin embargo; si bien considera que somos un pueblo que ‘semeja’ ser un ‘degenerado aparente’, ‘pero semejar no es ser’, piensa que ‘el pueblo dominicano no es un degenerado: ‘porque, si bien incapaz de persistencia en las virtudes’ ‘tiene todavía talento y fuerza para ponerse de pie’, ‘porque aún postrado y miserable está subiendo’ hacia la civilización.

 

De la visión que Lugo postula sobre el pueblo dominicano se desprende un rasgo fundamental de su pensamiento sociopolítico, Lugo visualiza la lucha política como la confrontación entre mayoria ignorante y minoría ilustrada, en la confrontación ‘dos modos’ tiene la ‘mayoria brutal’ para asediar y derribar gobiernos: petición (empleos públicos) y rebelión, lo cual logra si la minoría ilustrada “no procede con prudencia y con firmeza”. Su propuesta política es que la minoría ilustrada forme un partido que gobierno bajo una ‘dictadura tutelar’. (Lugo/Reflexiones /1901).

 

Todavía los hay que piensan que el pueblo no piensa. Virgilio Malagón opina que hoy  el campesinado dominicano ha dejado de ser ‘un ente agrario feudal’, producto de la migración interna están ‘enquistados en los cascos urbanos e intraurbanos’ donde deambulan, ahora esa es ‘nuestra gleba insular’ caracterizada por Malagón en dos planos: en el político ‘son entes sociales’ / ‘estrato social’ que sirve de ‘caldo de cultivo para los peores despropósitos de los políticos corruptos, a través de la manipulación de su ignorancia y necesidades perentorias. Los manipulan con dádivas, coimas y un clientelismo vulgar deshumanizado (…) En sencillas y diáfanas: Pasaron a ser de un ente agrario feudal a una masa amorfa manipulable”. En el plano intelectual ‘nuestra gleba insular’ es actuante, pero no pensante. (Virgilio Malagón/‘La gleba actuante, pero no pensante’/HOY/13/10/2018).

 

Esta concepción de la minusvalía intelectual de los pueblos latinoamericanos tiene sus antecedentes, José Martí en su famoso texto Nuestra América sostiene que nuestros pueblos están compuestos de elementos cultos e incultos, y según él: “La masa inculta es perezosa, y tímida en las cosas de la inteligencia”. Hoy es insostenible infravalorar pueblos, individuos, clases o castas, la ciencia moderna (Neuro-Ciencia, Psicología Cognitiva, Antropología Cultural, Sociologia del Conocimiento) claramente postula que la inteligencia humana (pensamiento abstracto y simbólico), sin duda alguna la facultad más distintiva y extraordinaria del ser humano, es un fenómeno complejo, de carácter mental/psicológica/espiritual, caracterísitico de la especie humana, no de una raza ni de un pueblo o nación ni de un sexo: ‘De Todos los Humanos’, que los humanos tenemos ‘inteligencias’ (Howard Gardner), y que en cada individuo las inteligencias tendrán un cociente (CI) y desarrollo desigual.

 

La inteligencia, en tanto facultad de la especie humana, es independiente del sexo, la edad, la raza, la religión, la nacionalidad y la condición social y/o física de los individuos. Con Hostos, el insigne Maestro, pensamos que la inteligencia humana es desarrollable/perfectible y tiene fines: “Los fines de la razón humana son: el conocimiento de la verdad tal y como es contenida en la realidad que afecta a nuestros sentidos, y el conocimiento de la realidad que afecta a nuestra conciencia, en cuanto nuestra conciencia corresponde normalmente a las actividades de nuestra mente”. (Hostos/Tratado de Sociología).