El sábado santo un manto de tristeza cubrió las redes sociales al darse a conocer el feminicidio de la joven comunicadora Chantal Jiménez Vargas de la mano de su verdugo Jensy Graciano Cepeda.
Así como no hay historia sin enemigos, no hay hechos sin culpables y los cañones se han enfilado hacia el padre de la joven influencer, pero yo pienso que no debería ser del todo así y más adelante diré por qué, primero narraré los acontecimientos que se han dado a conocer hasta ahora.
La Fiscalía de Santo Domingo Oeste había dictado el pasado miércoles orden de alejamiento en contra de Jensy Graciano Cepeda de quien se dice había disparado contra la joven con los fines de asesinarla por lo que ella se querelló contra él después de haber logrado huir de su víctima.
La orden fue emitida por la fiscal adjunta Altagracia Brache Goméz, de la Unidad de Atención y Protección de la Violencia de Género, Intrafamiliar y Sexual.
La orden de protección fue otorgada a favor de Jiménez Vargas, en ocasión de la denuncia incoada por esta en contra de su ex pareja el 5 de abril pasado, por violación a los artículos 309-2, 302-3 del Código Penal, modificado por la Ley 24-97 de violencia intrafamiliar, que fue objeto de investigación por el ministerio público.
Igualmente, Graciano Cepeda fue arrestado en esa ocasión debido a que le habría tirado un tiro en un pie a su pareja, razón por lo que se encontraba detenido en un destacamento de Manoguayabo.
Es aquí en donde entra al escenario el padre de la víctima Roque Jiménez Vásquez pues, según él mismo narró a CDN, le sugirió a su hija retirar la querella contra su expareja ya que él era una persona querida en la familia y había conversado con el victimario de que la dejaría en paz y ya no se acercaría jamás a su hija. Entre lágrimas decía que no pensaba que él lo traicionaría asesinando a su hija.
Es por esta acción que el dedo acusador de las redes se inclinó hacia el padre porque no entienden cómo, después de dispararle en un pie a su hija, él intercede para que lo liberen y aquí ofreceré mi opinión.
Por lo que se puede interpretar entre el padre de la joven asesinada y el victimario había quedado una buena relación, no así entre el victimario y la víctima que se negaba a aceptar una ruptura y lo dejó establecido en Instagram al escribir, el mismo sábado, que las despedidas son para quienes aman con los ojos, y que las separaciones no existen para quienes aman con el corazón.
Era evidente que no aceptaba la realidad. La cuestión es que el interior de una persona nunca se llaga a conocer por más sincero y transparente que luzca una persona. El padre de la joven se dejó convencer no por el asesino, sino por la expareja de su hija de quien se dice la trataba “bien” cuando tenían la relación y logró ganarse el cariño de la familia, cosa que sucede en nuestro país con mucha frecuencia.
En ocasiones, cuando una mujer decide terminar con una relación, la misma familia interviene para que la dé una oportunidad si ellos entienden que “ha sido un buen hombre”, pero reitero el interior de una persona no se llega a conocer nunca.
Mi conclusión es que, si la mujer decidió terminar por alguna razón de peso será y si ya se registró un hecho de violencia, incluso con un arma de fuego, hay que dejarlo donde debe estar: en la cárcel.