Tanto la documentación visual como la documentación escrita sirven para la información y el conocimiento de tópicos en la historia del arte. La documentación visual o iconográfica es aquella que a través de un dibujo, un manuscrito, figura, pintura, grabado o cualquier signo de reproductividad, nos informa de un determinado momento, lugar, estilo o evolución, rasgo temporal de un hecho artístico. Mientras que la documentación escrita nos informa, a partir de un texto escrito o literario que da cuenta de un tópico, hecho, motivo o contexto artístico que se asume también como literatura artística. (Tal y como se estudia en Julius Von Schlossen: La literatura artística: Manual de fuentes de la historia moderna del arte. Ed. Cátedra, Madrid (1924 (1976).
En la perspectiva de conocimiento de la historia del arte, la documentación le sirve de base al análisis artístico, a la crítica de las fuentes y a la historiografía en sus diferentes momentos constitutivos. (Ver, también Hans Belting: Antropología de la imagen, Eds. Katz, Buenos Aires, 2007).
Cuando en la investigación de la historia del arte se habla de documentación, sale a flote la obra de arte como tal, su descripción, su estatuto estético y el soporte histórico-crítico que sirve de base a la investigación comparada. Objetos y objetivos se reconocen en los escritos historiográficos de los historiadores de arte.
En efecto, el conocimiento del arte paleocristiano, bizantino, románico, gótico, otomano, renacentista, moderno y tardomoderno se debe a una documentación tanto visual como escrita y cronológica, planteada por la historia formal y la llamada historia total.
En este y otros casos, la documentación histórica arroja datos, informaciones e ideas acerca del acontecer artístico, su estructura y funcionamiento; de tal manera que para conocer una etapa o un período artístico, el documento visual o escrito, es una ayuda útil y a la vez un instrumento, un medio necesario para reconocer épocas, períodos, momentos, fechas y espacios de cultura y creación.
En el arte llamado de “la edad del humanismo” y en el arte renacentista de las claves de la modernidad y la tardomodernidad, así como en las diversas colecciones de obras de arte y los diferentes tratados de pintura, escultura, dibujo y arquitectura incluyen la documentación tanto visual como escrita para justificar los estudios del arte en diversos períodos.
Desde el Renacimiento, la teoría y la práctica del dibujo, la arquitectura, la pintura y otros modos de expresión artística han sido objeto de estudios de filósofos, anatomistas, médicos, historiadores económicos, ecologistas y eruditos. Es a partir de las Vidas de artistas ilustres de Vasario y del post-renacimiento, cuando se insiste en un conocimiento teórico y sistemático de las diversas instancias de la especulación artística. Los estudios sobre iconografía servirán de base para el fundamento de la estética, la paleografía y el arte en civilizaciones clásicas, occidentales y orientales, amerindias, mesoaméricanas, culturas caribeñas e iberoamericanas.
Sin embargo, el reconocimiento de Grecia, China y del mundo clásico moderno y tardomoderno, hace posible una investigación sostenida acerca de los orígenes y desarrollos del arte.
De esta suerte aparecen universos, tratamientos y determinaciones de la obra de arte, pues los datos e informaciones sobre el producto artístico reproducen los elementos que sirven de líneas de creación y recepción de la artisticidad; lo que facilita la aproximación crítica e histórica sobre la obra del arte. Los elementos estéticos, estructurales, funcionales o constitutivos se sugieren en la documentación fijados como aspectos, especies, formas intrínsecas y extrínsecas de la obra del arte.
En la actualidad, las nuevas historias del arte se apoyan en metodologías digitales (IA), para obtener más rápidamente informaciones iconográficas, contextuales y textuales bien controladas, que necesitan mostrar elementos, aspectos y valores ligados a la interdisciplinariedad y transdisciplinariedad.
La relación entre la Historia del Arte (1950) y la Breve Historia del Mundo (2014), formulada por Ernst H. Gombrich, ha sido decisiva para hacer de estas disciplinas una perspectiva de acciones que construyen un orden epistémico de los estudios artísticos, culturales y sociales de nuestros días.
El conocimiento de la archivología contemporánea y el nuevo posicionamiento paradigmático de los fondos de investigación y uso de los archivos en el contexto de productividad dialoga y establece procesos analíticos que en el caso de la búsqueda sistemática de formas, fórmulas y líneas de trabajo son atendidas y reconocidas en la dinàmica de cardinales de investigación y estudio. (Ver, Hans Belting: Una historia de la imagen anterior a la era del Arte, Eds. Akal, Madrid, 2009).