Porque: “Si sabes sembrar a tiempo, recogerás abundante cosecha”

Para ser felices, se necesita eliminar dos cosas; el temor de un mal futuro y el recuerdo de un mal pasado. Séneca.

Sin lugar a duda, pienso, al igual que muchos, que no existe ningún condicionamiento que sea permanente y por igual inmutable en esta tierra en la cual vivimos, constituyendo esto un axioma, al cual, algunos, ya sea por fanatismo religioso o político, se hacen reacios a admitir. Y es que nos encontramos con tribus, como la mayoría de las que habitan en el oeste de la isla, que aceptan, ya sea por costumbre, o esos genes ancestrales que gobiernan su mente, que su pobreza y atraso como nación es simplemente una voluntad de los dioses o deidades a quienes adoran.

Es esa una sociedad plagada de incongruencias y tradiciones impuestas que nunca han podido adaptar a sus orígenes y que, por lo demás, les ha cerrado todos los caminos para emprender otro tipo de comportamiento.

En tanto, quienes supuesta o realmente tratan de ayudarlos siquiera tocan el punto de la ineficiencia y falta de adaptación al régimen político que les fue impuesto y que nunca les ha resultado, donde al parecer, las costumbres occidentales nunca serán adoptadas y, por tal razón, continuarán como una sociedad divorciada de todo progreso y unidos por medio de un lazo gordiano indestructible, con el caos, el fracaso y la miseria.

Y es tan fuerte y de tal magnitud esto que expongo que, aun y emigren a otros lares, arrastran consigo las mismas creencias y comportamientos, sin poder adaptarse al medio ambiente que los acoge; más bien, al ser tan fuerte esas creencias, poco a poco comienzan a debilitar la existente. Si nos adentramos a los que estas tribus han sido veremos que existe un asunto en común con todas ellas y es que solo se mantienen pacíficas cuando tienen por gobierno el ejercido por un dictador, después, solo el derramamiento de sangre es la constante.

En cuanto a lo que a nosotros concierne, considero que se debería sugerir, que, dentro de las asesorías y teorías planteadas por las potencias, se incluya el cambio de la política de gobierno parlamentario por una democracia presidencial, con una cámara de representantes compuesta por las cabezas de las diferentes tribus, y esto mismo, deberíamos hacer nosotros, es decir, establecer una sola cámara compuesta por dos representantes por cada provincia y quedando congelada por siempre la división política del territorio.

Ha sido una constante el proceder de los políticos contra este asunto de seguridad nacional que, al parecer, será una eterna amenaza, donde se trata de politizar el tema de migración ilegal y convertirlo en algo banal, como si fuese cualquier otro tema de campaña, permitiendo que el mismo se convierta en un asunto personal y hasta maliciosamente catalogarlo como algo racial, obviando el verdadero peligro. Por eso, nos encontramos con el más sibilino de todos los políticos, que por siempre se ha manifestado encerrando misterios y creando situaciones que solo en su mente existen, contribuyendo con esto, sin dejar de tener determinadas razones, a la banalización del gran problema que se resume en dos palabras; Seguridad Nacional.

Quizás, los que puedan leer esto, no lleguen a ver lo que podría acontecer con este caso o amenaza, ya que de por sí, olvidamos fácilmente el pasado y la triste realidad de cosas que hemos pasado desde siempre con esos liberados esclavos, pero, sin ser pesimista o   prestidigitador , puedo decir que si continuamos con este dejar hacer dejar pasar, aun y en estos momentos exista la voluntad política para enfrentar esta amenaza, con una inocultable buena voluntad para hacerlo, pese a esto, podría llegar el momento, que la dejadez de aquellos funcionarios llamados a hacer realidad las voluntades políticas del Estado con relación a la inmigración ilegal, podríamos,  llegado el tiempo, que se lleve a cabo un pogromo de proporciones inconcebibles, por parte de una gleba subvertida, que se anida y está anidando en lo más profundo de nuestra sociedad. Si me equivoco, será por poco. ¡Sí señor!