El título de este artículo podría ser: “Disyuntiva de la ONU”, específicamente señalando a los imperios francés, español y británico, entre otros, por la prolongada situación de violencia, desgobierno, hambre, insalubridad y caos en que se encuentra el pueblo haitiano. La situación que afecta a la nación haitiana podrá ser peor si no se toman las medidas pertinentes para organizar y enfocar todo lo concerniente a un buen gobierno en un Estado civilizado, estable, con justicia y efectiva administración.

Por razones de índole humana y patriótica, los dominicanos estamos preocupados y esperamos solución a los problemas en Haití; queremos paz y acuerdos basados en la siguiente cita del apóstol San Pablo: “Porque si no nos desanimamos, a su debido tiempo cosecharemos. Por eso, siempre que podamos, hagamos bien a todos, y especialmente a nuestros hermanos…” (Gálatas 6: 9-10). Somos hermanos, “dos países & una isla”; dos naciones hermanas, separadas por el colonizador” (Dr. José Dunker).

Los dominicanos estamos intranquilos, y con razón; dada la situación en que está el pueblo vecino. Y estamos aún más impacientes debido a la negligencia y falta de responsabilidad de las potencias que forman la comunidad internacional respecto a lo que ocurre en Haití; pues, se quedan como sordos, lastimosamente incompetentes, y con la intrigante sospecha de estar confabulados en el desbarajuste total de esa nación.

Es innegable la preocupación de los dominicanos, el temor de que la situación de nuestros vecinos, separados por una línea de blocks de cemento y alambre, se desborde y haya una estampida de esa masa humana que está sometida virtualmente, carente de alimentación, salubridad, libertad, tranquilidad, sin un espacio de libertad que, bien podrían, si las bandas se imponen, empujarlos a la desesperación, y esas masas petrificadas tratarían de cruzar forzosamente las barreras fronterizas para ingresar a territorio dominicano.

Es urgente y mandatorio trazar planes estratégicos y tomar acciones para evitar lo que podría ocurrir con esa apocalíptica desgracia.

Se sobreentiende que el Estado dominicano tiene propósito, voluntad y medios para impedir una masiva intervención forzosa, lo que sería una calamidad.

Las organizaciones internacionales pueden, si así desean, ayudar a evitar semejante catástrofe. Esperemos a ver lo que sucede en el futuro cercano.