Tengo una gran amiga con la que converso casi todos los días por teléfono. Nuestras conversaciones son sumamente interesantes. Acostumbro a llamarla por las mañanas cuando más oficios tiene, por lo que ella de una forma bien “maleducada” me dice si es que yo no tengo los míos. No obstante, luego de pasado el mal momento repasamos el acontecer nacional e internacional.
En días pasados, entre los tópicos tratados fueron los maestros, su lenguaje y su dicción. Esto vino a colación por algo que le comenté. Me dijo, “deja tu reliña”, no me quedó más remedio que morirme de la risa y decirle que qué vocabulario tan amplio tenemos para comunicarnos. La palabra reliña la aprendimos de una maestra de una escuela que para referirse a cizaña, decía reliña.
Hicimos ese día un recorrido por todas y todos los maestros que hemos conocido bien de cerca a través de los años y que poseen un pobre vocabulario, además de una fatal dicción.
En esa conversación salió a colación una entrevista que le hicieron a la profesora Jacqueline Malagón, ex ministra de Educación, en la que comentaba sobre la calidad de la educación en Finlandia y el nivel de excelencia de los profesores, además del gran sueldo que recibían ya que estos eran los formadores de niños y jóvenes. Los aspirantes a maestros debían tener un perfil determinado, no todo el mundo podía serlo.
Yo, que no conocía sobre esto, enseguida me puse a investigar. Realmente, ser maestro en Finlandia es pertenecer a una clase de élite.
En nuestro país, lamentablemente cualquiera se “engancha” a maestro. Bueno, quien no posee recursos para estudiar lo que realmente le gusta. Aunque no, a profesor para cobrar un sueldo.
En estos días de Fiona escuché a la directora de una escuela de las afectadas dar una entrevista a un reportero en la que apareció como por arte de magia la palabra “haiga”. Pero no debemos ir tan lejos, hace poco en un seminario para profesores universitarios una “maestra”, dirigiéndose a los participantes, usó su “haiga”, lo cual me pareció increíble y me quedé boquiabierta, porque es posible que a un maestro con poca formación académica se le chispotee, pero no a una maestra de maestros.
Eso en cuanto a maestros.
Pero también cuando escuché a una diputada decir “íbanos” y “estábanos”; etaqué los ojos ya que estaba hablando con mucha propiedad. Me puse a buscar los requisitos para ser diputado y no se necesita nada, solo ser dominicano, haber cumplido veinticinco años de edad y ser nativo de la demarcación territorial. No se exige ninguna preparación académica, por lo que cualquiera puede ser y sacarse el premio con todos los beneficios que tienen.
¡Dios mío, quienes nos instruyen y quienes nos representan!