A menudo se plantea: si Dios existe ¿cómo se explica que exista tanta maldad en el Mundo? Pregunta muy sencilla, pero con una respuesta muy compleja, que vamos a abordar desde diversos ángulos.

Cuando éramos niños y se nos obligaba a: acostarnos temprano, bañarnos, comer vegetales, ir a la escuela en vez de jugar, dejarnos poner inyecciones, no salir por no haber estudiado, etc., no necesariamente entendíamos los porqués, pero teníamos fe en que nuestros padres estaban escogiendo lo mejor para nosotros. Actualmente creemos que podemos entenderlo todo, nos parece que, Dios estaría más o menos al mismo nivel de inteligencia que nosotros, o una civilización que nos llevara 20 milenios, estaríamos en condiciones de entender cualquier cosa que nos dijeran. Para entender la brecha que produce la diferencia intelectual, piensa lo difícil que sería explicarle el internet a Cristóbal Colón.

No conocemos todos los misterios del Universo, pero ante ellos, una parte de la humanidad tiene una sensación de confianza, sintiéndose protegida y acompañada en el proceso de descubrirlos; la otra parte de la humanidad, que tampoco los conoce, se siente desamparada, no cree que haya un orden favorable en los fenómenos que se desarrollan, sino aleatorio y errático, entiende que solamente existe el caos y que estamos aquí por pura casualidad.

Indiscutiblemente disponemos del libre albedrío que nos permite tomar decisiones, lo cual es evidente porque no funcionamos como estructuras mecánicas que se mueven sin poder evitarlo. Normalmente actuamos acorde a lo que pensamos, pero lo que hacemos tiene consecuencias, que a veces conocemos y otras no. Mi padre me prohíbe meter la mano al fuego, pero si la metiera y lesiono mi mano, no tiene sentido culpar a mi padre por mi situación. De igual forma, desde que tenemos memoria se nos ha dicho cómo debemos portarnos, cómo tratar a nuestros familiares, cómo llevarnos con nuestro prójimo, con el medio ambiente, etc., pero no solamente solemos violar esos mandamientos, sino que recientemente se está prohibiendo las enseñanzas de religión, moral y cívica en las escuelas, incluso se prohíbe transmitir valores, porque se supone que le quitamos la libertad a los niños. Luego vemos descomposición social y le echamos la culpa a Dios o algunos lo presentan como una evidencia indudable de que Él no existe.

Si Dios es creador de todo lo que existe, ¿entonces creó el mal? Por supuesto que sí, porque nos hizo libres. ¿Y por qué lo creó? Porque lo necesitamos. Vamos a tratar de explicarlo, aunque podríamos no estar en el nivel ideal para entenderlo.

Los masones construyeron muchos de los templos católicos que conocemos. Algunos elementos fueron habituales, el altar normalmente se construía hacia el Este (por donde sale el Sol), para significar que el templo pertenecía a un rito solar o positivo, diferenciándolo de los ritos lunares o negativos (como hechicería, magia negra, satanismo, etc.). Pero también si nos fijamos en el piso de las antiguas catedrales, veremos mosaicos negros alternados con mosaicos blancos, representando la dualidad, el bien y el mal, lo material y lo espiritual, el yin y el yan, lo masculino y lo femenino. No queremos meternos en complejidades filosóficas, pero en todo lo que existe se manifiesta el proceso dialéctico hegeliano, en que la tesis, al interactuar con la antítesis origina la síntesis. Es decir, un elemento, al relacionarse con otro, se manifiestan modificaciones y así se origina algún nuevo elemento.

El fuego es terrible, nos quema, destruye nuestras viviendas, lo utilizamos como arma para matar personas, consume bosques enteros y hasta lo utilizamos para representar al infierno. Pero lo necesitamos y simplemente tenemos que utilizarlo de forma racional. Si no existiera el fuego, no existiría nuestra civilización. Se considera que, en un planeta cubierto completamente por agua, no pudiendo utilizarse el fuego, no podrían trabajarse los metales. El elemento fuego también existe en nuestro interior, explicando el calor de nuestro cuerpo, que desaparece cuando morimos.

El mal es necesario porque nos obliga a desarrollarnos. Es incómodo levantar las pesas en el gimnasio, pero así se desarrolla nuestro cuerpo. Es pesado tener que estudiar, pero así se desarrolla nuestro intelecto. Los retos de la vida social no siempre son fáciles, pero son lo que hacen desarrollar nuestra personalidad, carácter y moldean nuestro temperamento.

Así como existen mutaciones celulares que pueden deformar nuestros cuerpos, existen degeneraciones mentales que contribuyen a que una persona carezca de valores morales, lo que explicaría algunos actos horrendos. La humanidad no es inocente del desarrollo de dichos trastornos.

Otra fuente del mal es la espiritual. Los espíritus del mal existen, pero debido a nuestro escaso desarrollo espiritual se nos dificulta entender su esencia o naturaleza.

La Fe no garantiza que en la vida no habrá momentos difíciles, sino que pese a ellos, sabrás que el Universo tiene un orden aunque ahora no lo entiendas, que todo obra para tu bien, que sólo el bien es sostenible y que siempre podrás salir adelante porque alguien muy superior a ti te protege. La verdadera Fe genera paz.