Se habla bastante del "libre albedrío" como esa fórmula mágica que exime a Dios de responsabilidad antes cada uno de nuestros desvaríos. Sin embargo, "ese" libre albedrío no, es más, que la suma o resta, de nuestras fórmulas particulares o ecuaciones universales destinadas… a nuestros destinos…

Uno salta de un lugar a otro, de una gente a otra, de un estado… a otro.

Cada vez que "cambiamos", lo que estamos haciendo "realmente" es entrando en una nueva dimensión. Usted cruza la calle y allí hay otra dinámica, otro movimiento, otros "acontecimientos".

La mayoría de nosotros pensamos que cuando se habla de "dimensiones" se trata de "otros lugares" más allá de la vida terrestre, otros universos escondidos en nuestra mente y alcanzables solo bajo ciertos artilugios psicodélicos y unos que otros pensaran en planetas y galaxias y demás sombras de la nada.

Para entrar en materia en este latido, vamos primero a buscar. ¿Cómo se define a las dimensiones?
"Profundidad, anchura y altura" en términos prácticos de volumen. "Bienestar físico, mental, emocional, espiritual, moral, social, ambiental, financiero" son otras. Pero también tenemos la quinta dimensión señalada como "el tiempo".

En términos literarios se define a la dimensión como: "el espacio geográfico donde fluyen acontecimientos". Y en términos bíblicos: "La dote de sentido y experiencia interior que da propósito a la existencia"…

Todavía hay miles de definiciones que tratan de darle "una dimensión" a la dimensión…

En este latido tomaremos aquella dimensión individual en la que cada uno de nosotros navegamos en nuestros "tiempos y espacios". "Esas" que día a día nos hacen compartir con todo tipo de circunstancias de acuerdo al lugar, estado y valor o sabiduría que tengamos para enfrentarlos.

Cada uno de nosotros, solemos interactuar constantemente en diversas dimensiones, ya que "cada individuo" vive en su propia dimensión particular esta se compone de su casa, su habitación, su patio, su oficio, sus gustos y hasta sus vicios.

Cuando yo me le acerco a alguien, estoy realmente entrando en "otra dimensión". Allí podría encontrarme con un loco, un psicópata, un asesino en serie o todos los contrarios a estos. Cada individuo navega y fluye de acuerdo a los trazados asignados al destino, que "voluntariamente" y a través de "su libre albedrío" eligió…

Constantemente "ese destino" tiene que estarse renovando, pues usted decidió cruzar la calle y allí se metió en la dimensión de otra persona que "no estaba programada" en "este destino" así que, inmediatamente, empieza el otro destino a "reprogramarse" para que las "cosas que estaban supuestas a ocurrir" y no ocurrieron, porque usted sé salió de dimensión, se "distribuyan" entre aquellas personas a las que ¡Usted! Sin saberlo, les hizo entrar a otra.

Solemos andar miles y millones de dimensiones en nuestro paso por la vida sin darnos cuenta de ello. Cualquier conversación, cualquier decisión, podrían abrirnos las puertas a otras. El convivir con una persona nos hace crear una dimensión particular que podríamos cambiar dándole una patada si es que "esa dimensión" no está funcionando bien.

Cada vez que visitamos a un amigo, volvemos a entrar a esa dimensión particular. Cuando estamos en el trabajo regresamos a "esa específica dimensión". Al salir a la calle estamos entrando en una dimensión inesperada en donde cualquier cosa podría cambiarnos la dimensión acostumbrada.

Tenemos la habilidad de tirar por la ventana todas esas dimensiones que nos están haciendo la vida un yogur. No debemos temer a los cambios, ya que como insinúe anteriormente, el universo goza de la habilidad de "enchufar" los detalles para que "todo lo dejado atrás" sea reasignado a nuevos momentos de espacio y tiempo…

Cambiar de dimensión siempre nos acarreará la duda ante lo desconocido. Lo físico, mental, emocional, será sacudido en bien o mal, de eso no tengamos dudas, pero, aun así, tenemos derecho a utilizar nuestro libre albedrío cuantas veces sea necesario con el fin de "alcanzar" la dimensión "que más se parezca a nosotros"…

Es muy probable que se la pase brincando de dimensión en dimensión eternamente, ya que, encontrar "la dimensión adecuada" es prácticamente un asunto asignado a los expertos en dimensiones matemáticas y ni esos logran dar con el último número del infinito…

Encontrar entre el fondo, lo ancho y lo alto es ya de por sí un asunto complicado. Lo mejor sería que se tome ese café sentado bajo la sombra, disfrutando de la briza que le regala el árbol y del olor que emana desde el horizonte. ¡Manténgase aferrado a esa dimensión y ni se le ocurra! Brincar a otra porque ya usted ha encontrado la dimensión ideal, aquella que desde su "experiencia interior" a dado sentido y propósito a su existencia… ¡Salud! Mínimo Dimensero.