¿Puede Miguel Ramírez visualizar, re-visualizar su mundo creacional en base a una estética de la mirada abierta al pensamiento? ¿Puede este artista dominicano de hoy fabricar un equilibrio de fuerzas contradictorias y un trazado simbólico, poético de la imagen artística convertida en espacio y tiempo de pensamiento?

Diluvios en equilibrio es un homenaje a la máxima contradicción estética como poética de la obra y la mirada. Lo que reclama el imponderable de la figura antitética en el marco de un lenguaje artístico, es su pensamiento estético, metafórico y metonímico; lo que a su vez puede crear rupturas, trayectos solidarios de la artisticidad y el sentido. Se trata de modos de decir, escuchar y figuralizar el mundo que, como apertura y sinrazón, reclama también su interpretación de lo visible, lo sensible y por lo mismo el interpretante plural de una obra que se proyecta como lenguaje y sentido.

En efecto, el artista sugiere una abstracción figural y tipológica acentuada en los diversos relatos de mundos convertidos en extensiones perceptivas que se particularizan en los grandes trayectos de su obra, tal y como se hace observable en Diluvios en equilibro, donde encontramos una poética múltiple de su creación visual. Desde luego, el acercamiento a una visión dinámica de la construcción poético-visual, en cuyo argumento encontramos modelos, emblemas poéticos,  símbolos, antimodelos, travesías procesuales de una contrainterpretación pictórica, escultórica, dibujística, performática, objetualista y accional que produce por efecto y visión un arte más allá del quehacer formal y tradicional que nombra, tematiza, denomina o se clasifica como historia.

Para Miguel Ramírez, vivir la mirada y el pensamiento que involucra la misma, es una actitud acentuada por trayectos poéticos, visuales, cognitivos y estético-perceptivos proyectados y proyectantes mediante un acto de fundación movilizado y a la vez sostenido en cada pieza.

Ramírez va más allá del topos-forma para crear un sentido abarcante de la razón visual entendida y encendida como existencia, valor, proyecto y “pregunta por la cosa” visual. Esta motivación logra llevar a cabo una tropología caribeña de corte universal, apoyada también en series tipológicas, iconográficas y axiológicas reveladoras, por lo mismo, de una travesía de formas simbólicas del Caribe y sus identidades culturales.

Así pues, la filosofía comprensiva del poema visual unida también al poema-acto, inventa su espacio, imago, eidos visual, mediante un quehacer iconográfico que va más allá del modelo que presenta la realidad ontológica en tanto que relato directo, para, de esta manera lograr su inspiración en la diferencia creadora, subjetivadora y deseante de la imago-sentido.

Se trata, más bien, de una experiencia activada de lo que se lee como acto, semiosfera y cualidad de un mundo a veces sincrónico y otras veces asincrónico, donde la visión común de las cosas, admite la complejidad infusa o difusa del mirar y lo mirado. El artista crea sus confluencias y sus disyunciones de sentido y fundamento visual.

Pero Diluvios en equilibrio es el núcleo de una obra que implica un nacimiento imaginario y artísticopoético instalado en una razón filosófica del arte acogida como proyecto visual y simbólico, surgente de la cultura-movimiento y de ciertas funciones simbólicas asumidas como entidades intuitivas, visualizadas en proceso y fórmulas de creación.

Así pues, Diluvios en equilibrio es, hasta ahora, el Opus magnum de Miguel Ramírez, conformado como “Antología” artístico-visual orientada a su propio proceso curatorial y creacional. Lo que se orienta en esta confluencia visual es el sistema mismo de interpretación de la obra- forma, la obra-lenguaje y la obra-sentido; tres instancias de producción y productividad para constituir un arte crítico basado en la memoria de objetos e imágenes culturales.

¿De qué manera se constituye el sentido y la memoria artístico-cultural en Diluvios en equilibrio? Los núcleos y fondos iconográficos curados por el artista se extienden a los planos espaciales y temporales de esta exposición magistral llevada a cabo en el Museo de Arte Moderno en 2016, de tal manera que la materialidad significante se pronuncia a través de su espacio escópico y dimensional poetizado por la mirada del artista y por lo que la mano y el ojo crean en complicidad.

El arte crítico dominicano es una tendencia que ha surgido de fuerzas, deslindes y crisis creadas por la (s) modernidad (s) incidente (s) en los marcos de la tradición y ruptura, ambos propiciados por suturas, fracturas, hechuras artísticas y culturales del país. La misma crítica de los lenguajes y los desarrollos de proyectos individuales propician las expresiones plurales, identitarias y postidentitarias representativas de la productividad creacional del país dominicano.

Por supuesto, los diversos lenguajes utilizados por el artista en esa expocolectiva, se instalan a partir de un rutario visual que lo acompaña a través de mediaciones encontradas. Son éstas las que activan en cada etapa sus modos de inscribir el sentido artístico en las lecturas del espectador. De hecho, una pregunta que surge al ser testigo espectador, o cómplice de la obra de este artista es: ¿Cómo el lenguaje convence al testigo visual del sentido y la visión de la obra que, en su caso, presentifica el discurso creacional y crítico de la misma?

Los estados de la fractura visual y la diferencia interpretativa, ayudan a resemantizar las tramas de los diversos universos visuales de apropiación, argumento y relato que abren el significante artístico-cultural de su Opus magnum.

La historia de las imágenes culturales y artísticas del Caribe y particularmente del espacio de origen del artista, suponen una lectura procesualista de sus formas expresivas. Todo lo cual dará lugar a encuentros y desencuentros en el contexto mismo de la recepción de su obra. Estratos, niveles, fórmulas, técnicas y procesos de articulación de sus productos pedirán una aproximación filogenética y ontogenética de sus creaciones individuales bajo el argumento de una estética de niveles de visión y transformación del llamado mundo real-imaginario.

En tal sentido, la obra visual plural y polidireccional de Miguel Ramírez, crea varias fuerzas de sentido y lenguaje, en el orden y contraorden simbólico pronunciado como metáfora, paradoja y cuerpo de enunciación visual. Toda la poética del mirar y lo mirado argumentada y sostenida como campo de fuerza y estetización de los objetos culturales, particulariza el marco de productividad fundado en el des-cubrimiento de lo cotidiano, lo mágico, lo maravilloso caribeño y sus efectos visionales.

El artista sugiere y a la vez alcanza la materia-especie de su arte, a partir de una tensión de los elementos estéticos, fenómenos integradores de formas, técnicas y fórmulas de funcionamiento cultural y artístico. Los gestos visuales y creacionales de Miguel Ramírez producen la diferencia creacional, su movilidad material en el orden posible de la obra y el conjunto proporcionado por estos “diluvios en equilibrio”.

La estructura curatorial de esta “antología visual”, supone un pensamiento visual sincrético y poético facilitado por el mismo artista que posiciona el cruce, el entrecruce de los signos que constituyen una semiosfera espacio-temporal basada en un espacio-tiempo de signos artísticos y culturales.