La cúpula dirigencial del Partido Demócrata persiste en continuar llevando como candidatos presidencial y vicepresidencial a Joe Biden y Kamala Harris, en un intento por continuar en la Casa Blanca más allá de enero de 2025.

Repitiendo la fórmula Biden-Harris pretenden volver a derrotar en las elecciones del 5 de noviembre próximo al ex presidente Donald Trump, virtual candidato presidencial por el Partido Republicano, y quien gobernó Estados Unidos desde el 20 de enero de 2017 al 20 de enero de 2021.

El escenario político electoral de 2024 no es el mismo que se vivió en 2020, año en que los EEUU y en el resto del mundo, concentraban todos sus esfuerzos por encontrar una vacuna que detuviera el avance de la pandemia provocada por el Covid que, además de los miles de muertos que se producían a diario, hacía estragos en la economía a nivel global.

La pésima gestión que realizó Trump para enfrentar la pandemia en 2020 fue desastrosa, especialmente al minimizar los efectos del coronavirus y compararlo con una simple gripe estacional mientras miles de seres humanos morían en China y Europa.

La irresponsabilidad de Trump, de no tomar las medidas y precauciones que demandaba la emergencia para proteger la salud y la propia vida de los estadounidenses, ayudó en mucho a las aspiraciones presidenciales que tenía en ese entonces el candidato demócrata Joe Biden.

Las desafortunadas decisiones del entonces mandatario frente a la emergencia de la pandemia, fue el principal argumento que utilizaron los demócratas para combatir las aspiraciones reeleccionistas de Trump en las elecciones de noviembre de 2020.

Desde su llegada a la Casa Blanca, en enero de 2021, Biden enfrentó mejor que Trump la crisis sanitaria heredada, y tomó las medidas efectivas para frenar los efectos negativos que destrozaban la economía estadounidense.

En los más de tres años que lleva de gestión, la administración Biden ha hecho muchas cosas positivas. Pero hay que reconocer que la avanzada edad del Presidente y sus inocultables problemas de salud, a sus 81 años,  le dificultan seguir llevando una gestión como lo reclaman las actuales circunstancias.

Luego del primer debate entre Biden y Trump, la firma encuestadora Morning Consult realizó un sondeo entre los estadounidenses, no para saber quién había ganado, más bien buscaba establecer qué debería hacer Biden respecto a sus aspiraciones de reelegirse como gobernante.

De acuerdo al informe, publicado luego por la empresa Axios-Hill Poll, el 60% de los estadounidenses entrevistados opinó que Biden debería ser reemplazado como candidato demócrata, por su pésima actuación frente a su contrincante republicano.

CBS News/YouGov realizó otra, que reveló que un 72% de los votantes no cree que Biden tenga la salud mental y cognitiva para ser presidente. USA Today hizo lo mismo y arrojó que el 41% de los demócratas quieren que Biden sea reemplazado, y un 32% opinó igual en otra consulta realizada por Reuters.

A ello se suma que influyentes medios de comunicación estadounidenses y extranjeros hayan manifestado en su línea editorial, al igual que analistas políticos de la televisión, redes sociales y medios cibernéticos que Biden debe retirar su candidatura.

La preocupación de muchos dirigentes del Partido Demócrata es inquietante respecto de si se debe mantener a Biden como candidato para frenar a Trump en los comicios del 5 de noviembre.

La Convención Nacional Demócrata está fechada para el lunes 19 y jueves 22 de agosto en Chicago. Se espera que los delegados voten para reelegir oficialmente a Biden y Kamala Harris como sus candidatos presidencial y vicepresidencial.

Pero también se teme que ese día una revuelta popular a lo interno del partido sugiera -con todos sus derechos- la renuncia o destitución de Biden, ante los problemas negativos que ven en él y el avance de la popularidad de Trump en las encuestas.

Ver al Presidente dar muestras de no saber dónde se encuentra, olvidar frases o palabras claves en discursos y entrevistas a la prensa, y caerse en repetidas ocasiones sin la presencia de obstáculos que lo provoquen, son señales negativas de que Biden no está a la altura de las exigencias que impone su investidura.

La dirección política del Partido Demócrata está en una difícil situación y podrían verse obligada a accionar la Vigesimoquinta Enmienda de la Constitución de los EEUU, que trata sobre los procedimientos que el vicepresidente y una mayoría del Gabinete pueden hacer si reconocen que el presidente Biden está inhabilitado o incapaz de desempeñar los poderes y obligaciones de su cargo.

Pero, ¿goza Kamala Harris del suficiente apoyo del poder político de su partido para ocupar la primera magistratura de la nación por renuncia o destitución del presidente Biden?

El rechazo de Harris dentro y fuera del Partido Demócrata es muy alto. Su carisma y popularidad no llenan las expectativas de los más de 12 millones de indecisos que, por sobradas razones, también se oponen al regreso de Trump a la Presidencia.

Quizás sea esa la verdadera razón por la que la dirigencia del Partido Demócrata y la élite corporativa que incide en las decisiones gubernamentales prefieren continuar con Biden como candidato, aunque lo tengan que llevar de la mano para que no se extravíe.