Hace tiempo -quizás más de veinte años- escuché decir a Fernando Álvarez Bogaert que él era un académico perdido en la política. Confieso que jamás lo dudé. Los que, como yo, lo conocen muy bien, aunque casi todas las personas con cierto nivel de formación política del país, y especialmente las de mi generación, tienen perfectamente conciencia de su quehacer y lo perciben como un hombre estudioso, especialmente de las ciencias económicas y sociales.

Desde hace mucho tiempo tuve la inquietud de preguntarle a Fernando que cómo se iniciaron sus amores con la UASD. Por supuesto, que yo conocía su defensa a nuestra academia cuando él estuvo en el Congreso y ocupó la posición de senador; sin embargo, siempre quise preguntarle las razones y el origen de esa postura de carácter progresista a favor de la academia estatal.

Es difícil encontrar un ser humano cuyo padre o madre haya sido profesor -o egresado- de la UASD y que no ame a esta grandiosa institución. Se puede ser de la élite social y haber estudiado en la universidad más importante del mundo, pero siempre llevarás en tu alma el título de tu abuelo, que viste colgado en la pared, graduado en la Primada de América. La UASD es ineludible. No hay forma de evitarla.

Por fin, me llegó esta misma semana, la oportunidad de hacerle la pregunta tan anhelada: Fernando, ¿cuándo empiezan sus amores con la UASD? La respuesta no se hizo esperar: "… por mi papá. Mi papá fue profesor de la UASD". Me narra que su padre, quien había estudiado medicina en Francia, cruzó la zona constitucionalista en la Revolución de Abril del 65, para instalar el banco sangre que allí, en esa zona de combate patriótico, se necesitaba.

Unos minutos después, bajo el aroma de una taza de café, le hice la segunda pregunta: usted siempre expresa que la UASD es la gran niveladora social del país. ¿Cómo usted puede explicar este planteamiento de absoluto contenido sociológico y político?

Brevemente se detiene la conversación para recibir a Diógenes Santos, un talentoso y leal profesor de la Escuela de Informática de la UASD; una persona de bajo perfil que trabaja, por casi treinta años, con Fernando; y quien es, además, coordinador general del proyecto académico Consenso Universitario, soporte de mi candidatura rectoral.

Volvemos a la conversación y Fernando analiza ampliamente el papel de nivelación social que juega la UASD en el desarrollo histórico de la nación dominicana, dándoles ingreso a los jóvenes que no tienen posibilidades materiales para desarrollar una carrera profesional.

Como especialista de la economía internacional, Fernando realiza luego un recorrido o vuelo, por las naciones que hoy han servido como modelo de desarrollo en los últimos años, habiendo sido anteriormente países marcados por la tragedia de la pobreza. Entre ellos, menciona a Singapur, Estonia y Vietnam.

Se detiene, posteriormente, en la capacidad transformadora que tiene la UASD Y el poder que ésta posee para ser el centro de inspiración de los agentes o líderes de la transformación que el país necesita.

En este aspecto, analiza las causas que han impedido que los países de América Latina hayan dado el salto que otras naciones han logrado, teniendo menos recursos materiales a su favor.

En la conferencia más reciente presentada en la academia estatal, dictada en el mes de marzo del presente año, Fernando Álvarez Bogaert enumera las diez instituciones con capacidad para crear miles de agentes de transformación.

Citamos: el poderoso sector universitario encabezado por la UASD, la Diáspora dominicana en el exterior, el sector religioso (Iglesias Católica y Evangélica), el sector agropecuario, la Junta Agroempresarial Dominicana (JAD), el sector empresarial, el sector turístico, el sector cooperativo, las medianas, pequeñas y microempresas (MYPIMES), y los artistas.