(Palabras del acto de puesta en circulación del libro Develando trampas)
Buenas noches. Qué alivio, finalmente pondré en circulación mi libro Develando trampas y les doy mis sinceras gracias por acompañarme.
Yo tenía un discurso muy articulado para esta noche, pero por culpa de protocolares consejos he tenido que recortarlo.
Me limitaré a decirles que el libro persigue evitar que uds. caigan víctimas de trampas como las que describo. Y en el caso de los hacedores de políticas públicas, solo recordárselo con el único propósito de hacer una humilde contribución no solicitada.
Se trata de una obra con un enfoque multidisciplinario que aspira resumir los orígenes, causas y consecuencias de las principales crisis económicas y financieras de los últimos 100 años, así como de sonados casos de quiebras fraudulentas de empresas e instituciones financieras de clase mundial.
El libro fue montado originalmente sobre un pensamiento “pesimista proactivo” pues para ser optimista en estos tiempos hay que ser muy presuntuoso. No obstante eso, dada la enorme cantidad de datos procesados que contiene, luego evoluciona hacia el “optimismo cauteloso, pero responsable”, luego de ponderar una frase que describe al pesimista como un “optimista bien informado”.
Dicho en pocas palabras, uno de sus objetivos es mitigar el riesgo de que tomando decisiones importantes, repliquemos la famosa metáfora del borracho que usa el poste de luz para agarrarse, no para alumbrarse.
La verdad es que frecuentemente nos agarramos en vez de alumbrarnos. Buscamos respuestas correctas a preguntas mal planteadas y sembramos costosas semillas fértiles en terrenos áridos cuando tomamos decisiones con datos incompletos o ignoramos la naturaleza humana tratando de predecir su comportamiento en vez de influenciarlo o crearlo como lo sugirió el visionario padre de la administración moderna, Peter F. Drucker cuando afirmó que:
“La mejor manera de predecir el futuro, es creándolo”.
El libro tiene un enfoque holístico que tiene muy presente lo que nos narra la historia, sin olvidar que el universo no es lineal y que el “efecto mariposa” suele ser, muchísimo más impactante de lo que pensamos.
La historia está llena de ejemplos de cómo, lo que pareció ser el aleteo de una mariposa impacta en una dirección o la otra, incluso siglos después, la vida de todos.
Basta con analizar el desarrollo de la computadora cuyas raíces podemos encontrarlas hasta en el siglo 17 con el “sistema binario” y la invención de la “rueda dentada”.
Sin esos dos inventos o descubrimientos, complementados por otros como el “tubo auditivo” o la observación de Bertrand Russell de que cualquier concepto definido en forma lógica podía expresarse matemáticamente, hoy no tuviéramos computadoras ni tampoco el impresionante desarrollo tecnológico que disfrutamos y a veces también sufrimos.
Igual ocurre con las decisiones que adoptamos en el día a día, por eso Drucker añadió a su frase sobre “predecir el futuro creándolo”, que “lo importante no es pensar en decisiones futuras, sino en el futuro de las decisiones presentes”.
Pero paradójicamente vemos como en casi todos los escenarios donde decide el hombre, consistentemente se sobre privilegia el presente inmediato en detrimento del futuro y se adopta la ingrata consigna de “el que venga atrás que arree”.
Sin dudas, la consigna responsable de muchos de los males que padece el mundo, la cual, en complicidad con el efecto Potenkin permite que las apariencias sigan derrotando las realidades cual estudio de TV que presenta solo fachadas, mientras los que ingenuamente creen beneficiarse de ellas siguen enrareciendo el ambiente donde subsistimos todos, sin detenerse a pensar que serán nuestros nietos quienes terminarán arriando.
Espero, sin embargo, la llegada de una pandemia de optimismo responsable que nos convenza de llevar a cabo profundas ponderaciones sobre el futuro de las decisiones presentes, que permita que algún día arriemos todos y no le dejemos la tarea a nuestros nietos, pues estos podrían llegar demasiado tarde.
Pasando a otro orden, les confieso que este libro fue concebido para alertar a los que arriesgan grandes capitales para evitar que caigan en las trampas que cayeron otros.
Y decidí hacerlo así, después de observar durante mis prolongados años de labor en el sector privado y el estudio de sonados casos, como, los que invierten grandes capitales, periódicamente son víctimas de choques internos o externos o de fraudes en sus empresas facilitadas por las nuevas normas de contabilidad, que han sido modificadas para medir variables que no son medibles ni estimables, aunque sí manipulables, nublando así el entendimiento de quienes toman las decisiones en el mundo de los negocios.
Sobre ese particular, Warren Buffet el multimillonario inversor norteamericano hizo un comentario que no tiene desperdicios cuando afirmo:
“Cuando leo los Estados Financieros y no los entiendo es porque no quieren que los entienda”
Es muy difícil exagerar la importancia de este tema.
Bastaría con analizar un inverosímil registro creador de Ingresos imaginarios e inexistentes por 300 millones de dólares que ocurrió hace unos 20 años en nuestro país en una empresa de capital mixto, la cual infló sus activos y sus Ingresos por ese monto para mejorar la foto de fin de año de su matriz multinacional, subir el precio de sus acciones en el mercado de capitales de su país y de paso, preparar la mesa a su favor ante una eventual negociación por el control accionario de la empresa local con sus socios igualitarios.
O echarles un vistazo a las quiebras fraudulentas de Enron, Global Crossing, Worldcom, Cendant Corporation en los EU y de Wirecard en Alemania…. más un largo etcétera que encontraran en los anexos del libro.
Todo producto de manipulaciones contables que falsearon resultados operacionales, crearon exuberancia en los mercados e hicieron perder miles de millones de dólares a incautos inversionistas mientras sus patrocinadores cobraban enormes compensaciones extrasalariales o vendían sus opciones accionarias a los inflados precios del mercado que ellos habían manipulado.
Por eso exhorto a los que arriesgan sus capitales, que abran los ojos sobre estas nuevas normas contables, pues pagar bonos e impuestos por beneficios que “podrían ser” y luego se desvanecen, nunca será un buen negocio.
Y en el plano macroeconómico, ha sido todavía más letal,
Crisis financieras resultantes de la eliminación de sanas regulaciones o de fallas en la supervisión producto de asimetrías de poder entre reguladores, supervisores y supervisados, potenciado a partir de los años 80 cuando se instalaron en países hegemónicos consensos fundamentalistas que fueron exportados a países emergentes donde, como premio por su apertura, atrajeron un enorme flujo de capitales que crearon adicción a la deuda y produjeron breves lapsos de bienestar que siempre terminaron en devastadoras crisis.
Pues cuando la adicción al endeudamiento deja de ser satisfecha por cualquier motivo, sea por temor a contagio por crisis de un país vecino, porque otra región se puso de moda o simplemente por capricho de los inversores globales, el tinglado completo se desmorona cual castillo de naipes.
El efecto Tequila del 1994 en México, la crisis asiática del 1997 y la Argentina del 2001, para solo citar tres ejemplos fueron el resultado de flujos de capitales haciendo su acostumbrado “fly to quality” a la menor señal de inestabilidad o como consecuencia de eventos que los gobiernos no pueden controlar ni anticipar.
Estamos hablando de “la clásica euforia antes del proceso de desilusión y pánico” generada por políticas económicas imprudentes que logran que el sector financiero crezca más rápido que el sector real y que las autoridades monetarias y los jugadores de los mercados ven con beneplácito y hasta lo exhiban eufóricamente como logros sostenibles.
La primera cara de la trampa se activa, cuando las autoridades de los países solucionan encrucijadas presupuestarias lanzándose en aguas profundas plagadas de tiburones financieros que buscan rentabilizar sus excesos de liquidez adquiriendo sus emisiones soberanas. Pero cuando esos recursos no se invierten en terrenos fértiles terminan en reestructuraciones, moratorias, cesaciones de pagos y exposición a riesgos inimaginables.
Bastaría revisar los casos de Perú, Brasil, Argentina y Nicaragua a mediado de la década pasada, cuando cayeron víctimas de “Fondos Buitres”, que anticiparon una inminente cesación de pago y adquirieron sus deudas soberanas a un gran descuento, para luego demandar legalmente esos países y cobrar el valor facial de esas deudas más el producto de sus demandas legales.
Realmente es muy difícil el rol de las autoridades que tienen que decidir entre lo óptimo y lo que conviene hoy.
Lo ideal quizás sea un justo balance entre ambas opciones, pues profundizar en esas aguas puede resultar nefasto. Especialmente, si los recursos obtenidos se utilizan para alimentar parásitos presupuestarios, mantener estabilidad cambiaria a cualquier precio, subsidiar importaciones con dólares baratos o invertir en obras que no se paguen solas, pues incluso sin ponderar temas de corrupción, eso jamás será un buen negocio para ningún país.
Y si los hacedores de políticas económicas son fundamentalistas del cortoplacismo o endeudadores compulsivos, ese país terminará siendo adicto al endeudamiento y cuando esto ocurre, el concepto de soberanía nacional pasa a un tercer plano y otros escriben la agenda nacional y también presionan para decidir sobre el futuro. Ejemplos sobran.
Simón Bolívar declaró a sus tropas que despreciaba el endeudamiento más que a España, porque la deuda amenaza la independencia que tanta sangre había costado.
Mao Tzetung pagó un préstamo super blando a la Rusia de Kruschev mucho antes del vencimiento, argumentando que el costo de la deuda no se mide exclusivamente en términos financieros. Lo sabía muy bien por la experiencia de un préstamo que antes le había otorgado Stalin, cuyo “favor” tuvo que pagar entrando a la guerra de Corea y esos recursos terminaron pagando los armamentos que le había vendido Rusia para esa guerra.
Más recientemente, en el 2002, los primeros ministros de la India y Thailandia rechazaron o repagaron préstamos antes de vencimiento. Ellos también sabían del impacto sobre la soberanía que significaban esos préstamos ….
La otra opción, arroparnos hasta donde la sabana nos dé, tiene grandes costos políticos y sociales, especialmente si el país de que se trate ya es adicto al endeudamiento o sucumbió al populismo. Ahora estamos hablando de la otra cara de la trampa.
En esos casos los gobiernos entrantes están obligados a seguir endeudándose, incluso a un ritmo mayor que el gobierno anterior, so pena de perder el poder en las próximas elecciones o replicar la metáfora del gobernante que tiene que mantenerse cabalgando sobre el lomo de un tigre hambriento, pues la única otra opción es terminar dentro de su estómago.
Realmente, por honesto, integro y bien intencionado que sea un estadista, que por fortuna algunos países aún disfrutamos de ese privilegio, en el mundo real tiene muchas dificultades para poner en práctica sus virtudes
Pienso que no hay nada peor para un presidente en ejercicio, que gobernar un pueblo mal acostumbrado a vivir un bienestar artificial y por ende insostenible, como el que temporalmente se vive en países endeudados hasta los tuétanos, pues eso potencia geométricamente el grado de dificultad para gobernar ….. y si lo dudan, pregúntenle al presidente Milei, de Argentina.
Ahora permítanme aterrizar en firme en Santo Domingo para destacar el capítulo donde analizo la crisis bancaria y cambiaria del 2003, cuyas raíces he podido claramente identificar con la política monetaria de “dos vías” iniciada en el periodo 1996-2000
Digo de dos vías porque, por un lado, restringía el crédito en moneda nacional y por otro lado fomentaba y auspiciaba un auge crediticio en moneda extranjera que aumentaba imprudentemente el riesgo cambiario al sistema financiero y les inducia, casi les obligaba, a incursionar en el rentable, pero arriesgado y volátil, negocio de arbitrar con diferenciales en el tipo de cambio y tasas de interés.
Ese capítulo contiene informaciones inéditas, precisas e irrefutables, de los orígenes de ese doloroso periodo de nuestra historia financiera que me tocó vivir y sufrir como Superintendente de Bancos.
Porque fue la salida abrupta de los dólares que los bancos tomaron prestado para crear el auge crediticio en moneda extranjera que obligaban esas resoluciones, lo que definitivamente causó la crisis, cuando las golondrinas volaron a lugar seguro en el 2003-2004 al percatarse del colapso de tres bancos y al escuchar la maliciosa ola de rumores sobre el tipo de cambio que añadieron letalidad a la crisis.
Colapsos por prácticas fraudulentas de tres bancos múltiples equivalentes al 19% del PIB de la época y donde un solo banco destruyó valor por el 60% del salvataje total, además de fallas y permisividades históricas en la supervisión y la regulación y porque todos se excedieron arbitrando con los diferenciales de tasas de cambio y tipo de interés que era justamente lo que promovían esas infaustas resoluciones de la Junta Monetaria del 96-2000.
Sin embargo, aun con esas evidencias, la oposición política de la época culpó al gobierno del Presidente Mejía, cuyo único pecado fue preservar el sistema financiero nacional y los ahorros de todos los dominicanos, tal y como lo reconoció públicamente la Asociación de Bancos de la RD, aún en medio de una bestial campaña mediática de “muerte al peso” montada para exacerbar la crisis y garantizar botín político.
Esa es la verdad monda y lironda y las soluciones aplicadas en recientes quiebras bancarias en el resto del mundo nos siguen dando la razón.
Debo enfatizar que, al escribir ese capítulo, solo me movió mi obsesivo aferramiento a la búsqueda de la verdad y la justicia histórica. Lo hice, como en muchas otras ocasiones lo he hecho, inspirado en una frase del filósofo alemán Frederich Nietzche que reza: “El silencio es peor. Las verdades silenciadas se convierten en venenosas”.
Importante destacar, que esa misma frase de Nietzche me obliga a reconocer con mucha satisfacción, que la banca dominicana y la Autoridad Monetaria y Financiera que la regula y supervisa aprendieron muy bien la lección del 2003 y gracias a ese entendimiento hoy contamos con un sistema financiero solvente, robusto y maduro, que cumple rigurosamente con la regulación, incluso en algunos casos más allá de las exigencias del regulador, con excelentes niveles de gobernabilidad corporativa y muy bien supervisada…. diría celosamente supervisada.
Igualmente camina firme nuestro incipiente mercado de valores. Debidamente regulado, celosamente supervisado, prudentemente apalancado y con adecuados niveles de gobernabilidad corporativa por parte de sus operadores.
Develando Trampas es un extracto de mis experiencias en múltiples frentes, durante mi vida docente y laboral y de lo leído durante mis años de estudiante que aún no terminan.
Está escrito en un lenguaje sencillo, pero no simple y sin presumir de experticio de la disciplina económica, pues tengo la convicción de que la vanidosa pretensión de conocimiento y el tratamiento de lo complejo como si fuera simple, es mucho más peligroso y dañino que la propia ignorancia.
El resto del libro contiene mis interpretaciones del estudio y análisis de sucesos que cambiaron el curso de la historia, expresadas con mucha prudencia y respeto y con estricta honestidad y humildad profesional. No obstante eso, no necesariamente tienen que ser aceptadas por el lector como buenas y válidas,
Dedico este libro a la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, cuyo rector el reverendo padre Dr. Secilio Espinal nos honra con su presencia, y lo dedico también a los profesores que compartieron conmigo aquellos quiméricos años 70 cuando aún no terminaba de forjar mi carácter, y en ellos especialmente al reconocido economista y académico Ramón Pérez Minaya, ex decano de la facultad de Economía de esta universidad, también presente, quien fue mi bujía motivacional para escribir este libro.
Finalmente quiero expresar mi infinito agradecimiento, primero a Dios omnipotente y en el plano terrenal a mis prologuistas de lux los doctores Frank Moya Pons e Isidoro Santana por sus certeros enfoques e interpretaciones del contenido de Develando trampas, a la Editora Corripio por su excelente diseño e impresión de la obra, a Daniel García, el editor y corrector, al Dr. Mariano Rodríguez, decano de la Facultad de Ciencias Sociales, a Julissa Pichardo decana de la Facultad de Economía y Finanzas, y a Magín Diaz, director de la escuela de Economía, quienes amablemente sirvieron de puente con esta PUCMM durante todo el proceso que hoy concluye.
Gracias del alma a todos ellos ….. y a todos ustedes por su presencia en este acto.