“La sostenibilidad se mide por la capacidad de conservar el capital natural, permitir que se rehaga y que, incluso a través del genio humano, pueda ser enriquecido para las futuras generaciones” (Leonardo Boff).
El proceso orientado a satisfacer las necesidades de las generaciones presentes, sin comprometer las posibilidades de las generaciones del futuro para atender sus propias necesidades, es lo que la Comisión Brundtland definió como Desarrollo Sostenible, y que más tarde asumió la Declaración de Rio en 1992, en la llamada Cumbre de la Tierra.
Es bien sabido, aquí se asumieron los tres pilares fundamentales de la sostenibilidad, que bien pueden disfrazarse bajo el factor económico (viabilidad), el factor ambiental (vivible, convivible con los demás seres existentes) y el factor social o sociocultural (equitativo). Sin embargo, más tarde nos damos cuenta, que nos faltaba el otro componente, que no era menos importante: el factor institucional (Buena gobernabilidad), que señaló la Cumbre Mundial de Johannesburgo de 2002, al apuntar la necesidad de " fortalecer las disposiciones institucionales para el desarrollo sostenible a todos los niveles". Sin embargo, en Rio +20 AÑO 2012, se incorpora el componente de la gobernanza en el Desarrollo Sostenible; es decir, transformar la gobernabilidad para que sirva como garantía del mismo, ya que sin esto, estaríamos ante una quimera, cantos de sirenas o retóricas de sabihondos.
Una sociedad con igualdad de derechos y oportunidades, con una economía territorial y sectorialmente integrada, diversificada, innovadora, enfocada a la calidad ambiental sostenible, bajo una cultura de producción y consumo responsable, tiene que tener un espacio social democrático de derechos, con instituciones que actúan con transparencia y eficiencia (lograr los objetivos al menor costo posible), que garantizan la participación, la seguridad, la convivencia pacífica y la gobernabilidad. Ahí está el matiz. Un matiz invulnerable.
La fragmentación y atomización que existe entre los actores del territorio, no amilana los esfuerzos que desde hace tiempo, llevan a cabo los actores locales hacia el interior del Municipio de Luperón, que podrían ser portadores de una nueva visión para transformar el modelo de la gobernanza que ha imperado y que debilita grandemente sus capacidades enormes en los ámbitos culturales, productivos, históricos, ambientales y su ubicación geográfica estratégica privilegiada, en comparación con otros destinos del Caribe.
No debemos pretender colocar todos los esfuerzos en un sólo “macuto”, como atinadamente se recomienda, puesto que uno de los rasgos esenciales de los nuevos escenarios es la diversidad y complejidad de los actores en el territorio. Sin embargo, el desafío es la articulación entre todos ellos, que supere la fragmentación actual, con la urgente tarea de una visión común y una actuación coherente que preserve los recursos naturales que están garantizando la calidad de vida de la comunidad, sobre la base de una nueva arquitectura de la gobernanza del poder local, duradero, sustentable, critico y democrático.
Debemos asumir el desafío que muestra una diversidad de herramientas y oportunidades presentes en el territorio y que servirán como instrumentos de intervención incluyentes en cualquier circunstancia que viva la comunidad, de manera creativa y novedosa, que nos conduzca hacia el desarrollo de un turismo sostenible, una agricultura y pecuaria resilientes que, sin poner en riesgos ni aprietos el presente, nos garantice un futuro sin aspavientos, sin mesías redentores, con calidad de vida para todos.
Sin postergar los esfuerzos dentro del territorio, debemos sostener esta visión holística, que nos servirá como pista de aterrizaje, para nuestro bien: “ la Sostenibilidad es toda acción destinada a mantener las condiciones energéticas, informacionales, físico-químicas que hacen sostenibles a todos los seres, especialmente a la Tierra viva, a la comunidad de vida y a la vida humana, buscando su continuidad, y atender también las necesidades de la generación presente y de las generaciones futuras, de tal forma que el capital natural se mantenga y se enriquezca su capacidad de regeneración, reproducción y ecoevolución” (Leonardo Boff).