El estrés en los mamíferos es responsable de respuestas “cardio – neuro- endócrino- inmunológicas” y su mecanismo se explica a través de mediadores solubles (neurotransmisores) y sus receptores específicos, que envuelven primariamente el eje hipotálamo-pituitaria-adrenal (HPA) y el sistema nervioso autónomo (SNA): simpático y parasimpático.

La persistencia crónica del estrés crónico puede contribuir al desarrollo de las enfermedades “cardio-neuro-metabólicas ECNM”, es decir, a las cardiovasculares como el infarto al miocardio, muerte súbita e insuficiencia cardiaca; a las cerebrovasculares como la trombosis, embolia, hemorragia y enfermedad de Alzheimer, y, a las metabólicas como la diabetes mellitus, obesidad-sobrepeso y a las dislipidemias.

Las ECNM son la principal causa de muerte, hospitalización, consulta, invalidez y tienen la mayor carga económica para los países. Por tanto, son las enfermedades más democráticas: no discriminan edad, sexo, creencia religiosa, estatus social-político-económico, ni distribución geográfica. Afortunadamente son prevenibles en el 80% de los casos.

Observaciones realizadas en países con desastres naturales o guerras, la frecuencia de eventos cardio-neuro-metabólicos está aumentada por una activación exagerada del simpático, del cortisol (la hormona del estrés) y de sustancias (citocinas) inflamatorias.

El estrés psicológico crónico como la desigualdad social, el desgaste profesional “síndrome de Bournout”, resultado del agotamiento mental, emocional o físico, o de insatisfacción laboral, así como los estados de esquizofrenia, bipolaridad, depresión e ira, entre otros, están relacionados con niveles elevados de cortisol, desbalance del SNA, hiporreactividad del eje HAP y disminución de la producción de citocinas inmuno- reguladoras, es decir, antiinflamatorias.

En el estrés psicológico crónico asociado a aterosclerosis, el cortisol sérico podría estar muy aumentado.

En los estudios Whitehal I y II (Marmot, 1978), Inglaterra, se demostró que los obreros con posiciones inferiores en la jerarquía laboral presentaban mayor frecuencia de ECNM y tenían niveles más altos de cortisol, NE (norepinefrina, neurotransmisor simpático), citocinas proinflamatorias, taquicardia y baja variabilidad de la frecuencia cardiaca en el registro Holter. Se demostró que el estado socioeconómico más bajo produce estrés sicosocial asociado a mayor frecuencia de eventos cardiovasculares mayores (MACE): muerte cardiaca, infarto del miocardio y revascularización miocárdica, evidenciado por un aumento de la actividad de las amígdalas cerebrales, médula ósea e inflamación arterial por estudios de tomografía de emisión de positrones (PET): es el llamado “gradiente social de salud”.

En el mismo trabajo, se comprobó que los individuos con mayor resiliencia mostraron menor tasa de MACE por una menor evidencia de inflamación.

El “síndrome del corazón roto”, conocida como miocardiopatía de Takotsubo, es una afección cardiaca temporal que puede desencadenarse por situaciones estresantes o emociones extremas, más frecuentes en mujeres mayores de 50 años. Aunque es una patología rara, con una baja mortalidad, puede tener complicaciones mayores, la mayoría se recupera luego de varias semanas.

La ira y la hostilidad elevan un 19% el riesgo de sufrir una cardiopatía y la depresión aumenta tres veces el riesgo de muerte por motivos cardíacos, según una revisión realizado por la Universidad de Duke, Durham, Carolina del Norte.

La mortalidad cardiovascular esta inversamente asociada con el nivel educativo, en especial, la muerte prematura, más frecuente en mujeres (Rev. Esp. Cardiol, 2020), de igual manera, en los adultos mayores con menor nivel socio económico tienen mayor prevalencia de factores de riesgo cardiovasculares (Rev Esp Cardiol 2017), lo mismo que las personas que viven en barios con menos áreas verdes y donde no se puede caminar, tienen entre 19-33% más de riesgo de enfermedad cardiovascular a 10 años.

La exposición del ruido del tráfico a largo plazo está asociado a una mayor mortalidad cardiovascular, cardiopatía isquémica o ictus (Avances en Medicina, 2016), al igual, que la música disonante y violenta, a gran volumen, puede estar relacionada a niveles elevados de estrés y ansiedad, lo que a su vez podría afectar negativamente la salud cardiovascular.

En la Duarte con París y los “teteos” de la 42 de Capotillo están los lugares estresantes por excelencia de la ciudad de Santo Domingo. ¡Cambiemos los ambientes para hacerlos más amigables a nuestros sentidos y humor!.

La risa alegre es una clara manifestación de un estado emocional positivo, mejora la función endotelial por la producción de endorfinas (hormonas de la felicidad) que aumentan la producción de óxido nítrico (hormona vasodilatadora) y tiene efecto antiinflamatorio, transmitiendo modos de solidaridad social positiva.