A la actual campaña electoral se le acusa de insulsa y falta de colorido. Tal vez eso se deba a que, según la analista Rosario Espinal, los partidos políticos y el mismo gobierno han perdido “competitividad electoral”. Con su manifiesto silencio los partidos minoritarios contribuyen más que los grandes a tal situación. Por eso ellos deberían abrazar, con fines electorales, una agresiva cruzada contra la desigualdad y la pobreza. Por lo sonoro de sus implicaciones esa sería una exitosa estrategia.
Resulta paradójico que la presente campaña electoral, donde 42 partidos y movimientos son los actores, se perciba como insípida. Los partidos mayoritarios han producido pertinentes insumos y de algunos minoritarios se oyen sus estribillos en la radio. Los mayoritarios ya han depositado sus respectivos programas de gobierno ante la JCE, sus lideres han comparecido ante la Cámara Americana de Comercio y hasta en la PUCMM en Santiago. ANJE programa tambien un debate público entre sus candidatos presidenciales y hasta los minoritarios tendrán un debate.
Pero aun así no repican las campanas de propuestas audaces que exciten a la opinión pública. De los minoritarios solo el Frente Amplio ha depositado ante la JCE su programa de gobierno. De ellos han salido tambien algunas propuestas tremendistas –como la de Generación de Servidores para eliminar 11 ministerios—que no transmiten una visión holística de sus propósitos. De ahí que a ellos les convenga reenfocar su proselitismo hacia los sectores más vulnerables del electorado. Y esos sectores acogerían con gozo una lucha frontal contra la desigualdad y la pobreza.
La igualdad ciudadana ha sido un mantra prominente en las democracias occidentales en pro del mejoramiento del bienestar. Esta ha sido un ideal supremo desde que en la Declaración de Independencia de los EEUU se afirmó que “todos los hombres son creados iguales y tienen derecho a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicitad”, lo cual fue seguido por un lema similar en la Revolución Francesa (Libertad, Igualdad, Fraternidad). En la subsecuente Declaración Universal de los Derechos Humanos quedó establecido que “todos son iguales ante la ley y tienen, sin distinción, derecho a igual protección de la ley”.
Porque aquí la movilidad social es mínima, la severa desigualdad existente representa una fuente ultrajante de injusticia social. Pero la reducción de la desigualdad nunca ha generado una consigna de significación en nuestras campañas electorales y en el seno de nuestra poblacion no se propalan aspiraciones ni reclamos de lucha contra la desigualdad. De ahí que si los minoritarios abrazan esa lucha conquistarían simpatías entre los más pobres que se convertirán en votos. Los mayoritarios no despliegan ofertas de redención específicamente para los pobres porque lo consideran peligroso al poder interpretarse como una amenaza a las elites económicas. Para los minoritarios no hay esos riegos porque las elites ni los miran.
El ministro del MEPYD Pavel Isa ha declarado que “enfrentar la desigualdad beneficia a todos, dado a que impulsa el crecimiento, acelera la reducción de la pobreza, disminuye la inseguridad, fortalece el sistema democrático y promueve la cohesión social.” Sin embargo, “República Dominicana se ubica como el país con mayor índice de desigualdad económica en la región según el World Inequality Database.” Según el MEPYD, “el 1% de la población en el país concentra el 30.5% del ingreso. Estamos hablando que, las 100 mil personas con mayores ingresos en el país perciben tanto ingreso como las 8 millones de personas más pobres del país”.
Sin duda, la pobreza es el origen patente de la desigualdad social. Según el MEPYD, el 23.0% de nuestra poblacion vive precariamente por debajo de la línea de la pobreza (monetaria) y en pobreza extrema se estima que vive un 3.2%. De acuerdo al último Censo, de los 10,760,028 habitantes, en nuestro pais hay unos 2.5 millones de pobres y de estos 344,000 viven en pobreza extrema. (Según el Banco Mundial, “más del 40 por ciento de los dominicanos viven en condiciones vulnerables y están en riesgo de caer en la pobreza.”) Por ser tan certera y elocuente, para finiquitar debemos citar la certera visión del MEPYD ante esta situación.
“Hace falta una estrategia de reducción progresiva de la desigualdad social. Los partidos políticos son los llamados a elaborarla y a enarbolarla como eje central de su oferta electoral. Los ciudadanos necesitan oír que habrá un esfuerzo serio y deliberado para disminuir la injusta distribución de los ingresos y la riqueza.
La estrategia deberá provocar una evolución desde el “capitalismo salvaje” hacia el “capitalismo ético”. Para ello será necesario defenestrar las distorsiones del mercado que son responsable de que el 20% de los más ricos detenten el 50% de la riqueza, mientras el 20% más pobre solo tengan un 6%. Es decir, que haya una traslación de los que más reciben hacia los que menos.
La malvada desigualdad tenderá a menguarse cuando el mercado de libre competencia funcione adecuadamente y haya verdadera igualdad de oportunidades educativas. Los ricos, por su parte, deberán asimilar la conveniencia de reducir la excesiva desigualdad para prevenir estallidos sociales que puedan dar al traste con su privilegiada posición.
Los partidos deberán así ponerle carne a sus cansados estribillos que encomian la justicia social y la solidaridad. Con una estrategia comunicacional que proyecte estos propósitos, los electores verán en el partido proponente una posibilidad de mejorar sus condiciones de vida y le dará sus votos. Como los que sufren más el látigo de la desigualdad son los pobres y estos representan un cuarto de la poblacion es dable esperar que su contribución en votos podría ser decisiva.”
La declaración del MEPYD aplica a todos los partidos y no exime a los minoritarios. Pero los minoritarios saben que no podrán ganar las próximas elecciones porque su membresía es más que exigua. Lo que si pueden hacer es conquistar una cantidad de votos mediante la estrategia comunicacional sobre la desigualdad y pobreza que les permita mantener su personalidad jurídica y aumentar su cuota de financiamiento público. De esa manera le estarán poniendo picante a la insípida campaña electoral actual. ¿Se tomaran la molestia de enarbolar esa bandera o solo están en la palestra publica para captar los ingresos provenientes de la JCE?