Parecería una incongruencia hablar de desidia intelectual en nuestra civilización si consideramos que nunca habíamos tenido más conocimientos que ahora. Sin embargo, estamos viendo una enorme desproporción en la distribución de ese conocimiento. Esto resulta incluso más grave que la desproporción en la distribución de las riquezas. El desarrollo del conocimiento se evidencia en la cultura, pero en la actualidad prevalecen culturas muy poco evolucionadas.
Los países más avanzados evidentemente muestran sociedades muy bien organizadas, porque sin orden es difícil progresar. Necesitamos disciplina, dedicación, persistencia y ejercitar nuestras capacidades, para que se manifieste la mejor versión de nosotros, pero hay un detalle: supone esfuerzo. Es más fácil dejarse caer que escalar, pero podría no ser lo más conveniente. Por eso abunda la mediocridad. Quien opta por el camino fácil de la mediocridad, disfruta las manifestaciones públicas de vulgaridad y antivalores, ya que en cierta forma lo siente como una validación de su vacío existencial. Al enaltecer a mediocres famosos, siente que no tiene que lamentar el estar desperdiciando su vida.
El cerebro es nuestro órgano más evolucionado y el que hace que nuestra especie sea especial. Pero el cerebro necesita ejercitarse, porque nuestra inteligencia es dependiente de nuestro desarrollo cerebral. En la medida en que cultivamos nuestras actitudes, habilidades, facultades complejas, aprendizaje, etc. se perfecciona nuestro cerebro y se incrementa nuestra inteligencia. No nos engañemos, existe una verdad contundente e indiscutible, la cual es precisamente el título de uno de nuestros libros: “Piensa bien, vive mejor”. Tu calidad de vida depende fundamentalmente de cómo utilices tu mente.
Conviene recordar que nuestro proceso de aprendizaje requiere esfuerzo cerebral y no poco, ya que nuestro cerebro consume alrededor del 20% de nuestras calorías pese a ser sólo el 2% del peso corporal total (unos 1.3 kg). El aprendizaje supone una actividad cerebral intensa, pudiendo ser agotador. Aparentemente acomodarnos a la rutina es más fácil que aprender…pero no más conveniente.
Uno de los hábitos que más contribuye al desarrollo cerebral es el de la lectura, si quieres tener una idea de cómo se están desarrollando tus neuronas, analiza cada qué tiempo lees un libro. No siempre nos damos cuenta de estar perdiendo facultades mentales, muchas veces sólo lo notan los demás, porque en la misma medida que perdemos capacidad mental perdemos la facultad para reconocerlo. Cuando decides no aprender nada nuevo, empiezas el proceso de degeneración cerebral y el Alzheimer puede ser una consecuencia. Ninguna edad justifica dejar de aprender.
El lenguaje es otro poderoso indicador del desarrollo cerebral (calidad del lenguaje, extensión del vocabulario, aprender nuevas palabras y nuevos idiomas). Los animales “hablan”, pero sus lenguajes, al igual que sus cerebros, son menos evolucionados que los del hombre civilizado. Lamentablemente en algunos grupos humanos se nota más bien una involución en el lenguaje.
Aunque el conocimiento humano muestra un desarrollo acelerado, hay una enorme desproporción con multitudes que solamente se ocupan de lo básico: comer, tener sexo, gastar dinero, trabajar y consumir alcohol o algún otro recurso evasivo.
No es casualidad que en los países donde existe más pobreza, desempleo, subdesarrollo, salud pública deficiente, etc. también existan niveles educacionales más bajos. Tienen peores sistemas de educación por ser pobres, pero también son pobres por no ser educados. Hemos visto naciones poderosas derrumbarse por grandes crisis, pero gracias a la educación de su población han logrado levantarse como el ave fénix. Latinoamérica es una región muy rica, pero el nivel educacional promedio es deficiente y aunque sus gobernantes lo saben, a menudo están concentrados en consolidar el poder político, por lo que solamente intentan aparentar que les interesa la educación, por ser una inversión con resultados visibles a largo plazo, no fácilmente identificable por las mayorías, tienden a pensar que el “pan y circo” les proporciona más votos.
Mientras más evolucionada es una civilización, más difícil resulta tener personas con un nivel educacional muy bajo (no es lo mismo una vaca atravesada en un camino vecinal que en una autopista de alta velocidad). En una sociedad moderna se necesita que todos tengan un nivel cultural mínimo para poder integrarse a la maquinaria productiva.
Tendemos a descalificar a personas por sus limitaciones intelectuales, sin embargo, Gardner nos enseñó que existen diversos tipos de inteligencias, de manera que un pianista famoso podría ser un desastre en los negocios, un deportista fracasado podría ser un excelente profesor y un gran científico podría ser capaz de extraviarse en su propio vecindario. Quizás sea cierto que estás fracasando, pero no que seas un fracaso, posiblemente no estás jugando en la cancha que te corresponde. Lo primero que necesitamos es conocernos. No sabemos si Michael Jordan habría sido un gran científico o Albert Einstein un futbolista exitoso, pero ambos son buenos ejemplos de lo que puede hacer una persona cuando se desenvuelve en el terreno adecuado.
Necesitamos conocernos para saber cuáles son nuestras aptitudes y actitudes, confirmarlo al ponernos en acción, y si lo que hacemos no es lo que nos conviene, tener la fe y el valor para poder emprender nuevos caminos.