En la entrega anterior fue abordada la evolución de las tasas de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) durante el primer semestre del 2023 haciendo explicito, además, el rango y el valor puntual, que estima el Ministerio de Economía Planificación y Desarrollo (MEPyD) se podría alcanzar al cierre del recién concluido año 2023.

En tal sentido, a partir de los valores puntuales de crecimiento estimado para República Dominicana en el 2023 por MEPyD y la Comisión Económica de América Latina(CEPAL), de 2.5% y 3.1, respectivamente, cabe preguntarse ¿Cómo fue realmente el desempeño del mercado laboral en dicho año, considerando tanto la calidad como la cantidad de nuevos puestos de trabajo creados   durante el referido año calendario?

En primer lugar, resulta importante resaltar que durante tres cuartas partes del tiempo calendario del 2023 (enero-septiembre), la participación promedio de la fuerza de trabajo en el mercado laboral mostró un comportamiento mayor (63.8%) que el alcanzado en parecido período del año anterior (63%), situación está que se revela como un gran desafío para crear en el 2023, en forma significativa, nuevos empleos formales en la economía dominicana, tomando en consideración la caída en el crecimiento del PIB en el 2023.

A ese tenor, una atenta observación a la evolución de los datos de enero a septiembre del 2023, pone de manifiesto la creación neta de 80,873 nuevos ocupados, cifra que se podría considerar aceptable, sólo si se compara con la destrucción neta de ocupados de alrededor de -48, 945 que se manifestó durante parecido periodo durante 2022, pero decepcionante si se extiende el análisis al año completo.

En efecto, es convención técnica en economía que, ante un cambio proporcional en el PIB se estime el impacto que ese cambio es capaz de generar en la cantidad de nuevos ocupados, denominada técnicamente como elasticidad empleo-producto, misma que en el año 2006 fue estimada en dominicana por debajo de la unidad, 0.45 (MEPyD, julio 2007), es decir muy baja. Pues bien, asumiendo esa misma sensibilidad para crear empleo, sería factible esperar que en el año 2023 los nuevos empleos totales generados sean inferiores en alrededor de un 5.7% al del año 2022.

La posibilidad de un menor nivel de nuevos empleos en 2023, en comparación con año precedente, se vería aún más empañado por el hecho de que, en los nueves primeros meses del 2023, la calidad de la nueva ocupación generada tiene una mayor proporción de ocupados informales (84%), que de formales (16%). Estas proporciones en los nuevos ocupados puede estar sugiriendo un posible aumento en el peso relativo total de ocupados dentro del dominio de la ocupación informal al cierre del año 2003.

Por otro lado, desde la perspectiva de la tasa total de desocupados, el 2023 nada tiene que envidiar al año anterior, en ambos la tasa de desempleo ampliada (SU3 en BCRD) se mantuvo con variación mínima, manteniendo un nivel que supera el 11%; de esa manera se estaciona también en dos dígitos la desesperanza que se materializa en desocupación y que abate, en mayor proporción a la población joven, es decir a la comprendida entre 15 a 24 años de edad.

En efecto, la muy triste situación de exclusión laboral de la población joven puede constarse revisando las estadísticas oficiales, donde con crecimiento promedio anual del PIB de 6.1% en el periodo 2016-2018 (entes de la pandemia), la desocupación ampliada juvenil rondaba el promedio del 26.5%, porcentaje este que remonta vuelo para el caso de jóvenes del sexo femenino hasta 38.3%.

Con un descenso del PIB hasta 2.5% en el 2023 plantearse la posibilidad de que la tasa de desempleo ampliada de los jóvenes haya alcanzado niveles socialmente aceptables sería algo altamente quimérico, todavía más, en un contexto de baja profunda en el crecimiento del producto, y poca presencia de políticas gubernamental dirigida de manera directa a abatir el desempleo juvenil en varones y hembras, es muy poco lo que podría esperarse, si es que se puede esperar algo, para atenuar las elevadas tasas de desempleo juvenil ampliado que aún en el 2021 se mantenían por arriba del  27%.

En materia de ingresos personales de los ocupados formales,  en el año 2023 alrededor del 96% de los mismos siguen devengando salarios promedio  que apenas llena el 71% de las necesidades básicas de las familias, lo que requiere la ocupación de por lo menos dos miembros del hogar para estar en condiciones monetarias de satisfacer dichas necesidades, y todo ello en el año en que esos mismos ocupados han visto deteriorarse su poder adquisitivo en un porcentaje que casi iguala al deterioro acumulado por inflación, y que, por consiguiente, sigue siendo una amenaza para el desarrollo realmente integral de las familias de menores ingresos relativos.

En resumen, el año 2023 ha dejado una estela de pésimo crecimiento en el PIB, y en ese contexto de reducido crecimiento económico, la reiteración de baja capacidad para generar suficientes empleos de calidad, y por consiguiente, una ínfima proporción de ocupados formales; pobre cantidad de ocupados totales, sobre todo si se compara con el 2022, mantenimiento de tasas de desempleos elevadas para jóvenes, varones y hembras, a la vez que se mantienen los salarios mínimos, y la remuneración promedio en el país, en continuo deterioro en su poder adquisitivo.