El economista y filósofo Amartya Kumar Sen, ganador del Premio Nobel de Economía en 1998, en discusión sobre la relevancia de la libertad y las capacidades, inserta interesantes ideas sobre cuestiones ambientales en su libro “La idea de la justicia” (2009).

La primera de dichas ideas es la categórica afirmación de que “La amenaza que se cierne hoy sobre el medio ambiente ha sido justamente subrayada en debates recientes, pero hay necesidad de claridad para decidir cómo pensar los desafíos ambientales del mundo contemporáneo.” Y en seguida agrega, “Concentrarse en la calidad de la vida puede impulsar esta tarea e iluminar no sólo las exigencias del desarrollo sostenible, sino también el contenido y la relevancia de lo que podemos calificar como cuestiones ambientales” (página 259)

Al tiempo que reconoce la deuda de gratitud que todos tenemos con Gro Harlen Brundtland, que publicó en 1987 un informe donde enfoca el desarrollo económico a la luz de la sostenibilidad ambiental, Amartya especifica que “…  el valor del medio ambiente no puede divorciarse de las vidas de los seres vivos” (subrayado nuestro).

La utilización de la expresión seres vivos, pone de manifiesto la crucial valoración que hace Amartya sobre la biodiversidad, y de esa manera se acerca a la visión sistémica de la vida, que va más allá de la sola consideración de los seres humanos, aunque centre su foco en estos últimos, al abordar las cuestiones ambientales y su relación con la libertad.

De esta manera al hacer la debida articulación libertad y medio ambiente, Amartya señala que: “En general, concebir el desarrollo desde la perspectiva de la libertad efectiva de los seres humanos promueve la capacidad de acción constructiva de personas comprometidas en actividades benéficas para el medio ambiente, directamente dentro del dominio de los logros del desarrollo.” (Página 260).

Mediante esa acción constructiva en el marco de un compromiso de actividades benéficas para el medio ambiente, dirige una estocada mortal a la visión antropocéntrica, concepción que considera al ser humano como centro de todas las cosas y el fin absoluto, y con ello al desarrollismo productivista; Sen, por consiguiente, establece de manera inequívoca que: “Podemos tener muchas razones para nuestros esfuerzos conservacionistas, y no todas ellas dependen de nuestro nivel de vida (o demandan satisfacción) y algunas agudizan nuestro sentido de los valores y nuestro reconocimiento de nuestra responsabilidad fiduciaria.” (página 260).

Asienta, de manera firme, que la importancia de las vidas humanas se basa no sólo en alcanzar un nivel de vida y nuestra necesidad de satisfacción, sino también en la libertad de poder disfrutarla, y en ese marco pasa a desarrollar la poderosa idea de que el desarrollo sostenible tiene que ser reformulada en consecuencia, es decir, considerando las satisfacciones humanas, sin encerrarse exclusivamente en ellas, cuidando de esta forma la consistencia de sus planteamientos.

Fuera de corral antropocéntrico es que interpreto a Amartya cuando deja sentado que ser consistente: “… significa pensar no sólo en sostener la satisfacción de nuestras necesidades, sino también nuestra libertad (incluida la libertad de satisfacer nuestras necesidades). Caracterizada así, la libertad sostenible puede ampliarse a partir de las formulaciones de Brundtland y Solow para abarcar la preservación, y si es posible la extensión, de las libertades y capacidades sustantivas de la gente hoy «sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones» de tener una libertad igual o mayor.” (Página 260, el subrayado es nuestro).

Fenomenal, Amartya reafirma en la cita anterior que la satisfacción de las necesidades humanas no puede realizarse al margen del impacto del medio ambiente en los seres humanos y del accionar de estos en los demás seres vivos y la naturaleza plena; amplifica esa idea incluyendo el tema de las libertades, las capacidades sustantivas, en un despliegue que no ponga en peligro la capacidad de las futuras generaciones.

Creo no equivocarme si afirmo que Amartya, con el compromiso social que contienen sus libros, se está refiriendo aquí a que los seres humanos, y sus instituciones, tienen una responsabilidad ineludible con la sostenibilidad inter-temporal y, por tanto, que al satisfacer sus necesidades en el corto plazo deben procurar producir el menor impacto negativo posible al medio ambiente, con vista también al disfrute de una buena calidad de vida de las actuales y generaciones del porvenir.

Hay en Amartya la concepción de una visión de desarrollo sostenible de gran calado, que incorpora la idea de que el alcance que deben tener las actividades productivas que se orientan a las necesidades del presente de los seres humanos, tiene que ser de doble vía, asegurando la relación armoniosa entre seres humanos y de estos con el medio ambiente.

Entonces, actividades como la minería extractiva de cielo abierto, ciertas prácticas aplicadas en el sector agrícola y pecuario, el uso de los combustibles fósiles de gran impacto contaminantes como generadores de electricidad fijos en aguas y costas, como es el caso de barcazas productoras de electricidad, entre otros; se revelan como insostenibles y su promoción, difusión, apoyo, financiamiento y ejecución;  frecuentemente resultan no viables desde la perspectiva ambiental, y de tener viabilidad económica y técnica, requieren de un efectivo plan de regulación, para atenuar de manera significativa los impactos en el medio ambiente. Además, esas actividades pueden resultar inadecuadas y contraproducentes, sobre todo cuando existen en el contexto alternativas más amigables el medio ambiente, como lo son el uso de recursos renovables de sol y aire

Un buen ejemplo de alta contaminación que se aleja de la visión de Sen sobre medio ambiente, es la reciente puesta en funcionamiento de barcazas para producir electricidad, autorizadas por la rectoría ambiental, para operar en Puerto Viejo, en la provincia de Azua.

A conocer detalles de cómo afecta al medio ambiente dicho proyecto está dirigido nuestro próximo artículo.