Maravillosa, perfecta, ha sido la 44 Feria Internacional de Turismo (Fitur 2024) celebrada en el recinto Ifema de Madrid, España, desde el miércoles 24 hasta el 28 de enero de este año, con la participación de 156 países, en la que República Dominicana ha logrado inversiones por US$3,500 millones, han anunciado 16 acuerdos que incluyen tres aerolíneas y 9 mil nuevas habitaciones, un proyecto de turismo deportivo y han presentado el logo del destino Cabo Rojo, República Dominicana (sin Pedernales), de acuerdo al discurso oficial y a los reportes de 132 periodistas, comunicadores e influencers invitados.
En medio de tantas emociones por las cifras, en víspera del cierre de la actividad, Cristina Galindo publicó en el principal periódico de habla hispana en Europa, El País, un artículo crítico, digno oportuno y de atención.
Se trata de: ¿Calidad frente a cantidad? El turismo busca fórmulas para no morir de éxito.
En él sostiene que el número de turistas es un indicador insuficiente para medir la calidad y el éxito del turismo.
Y esboza el gran de desafío de la sostenibilidad como alternativa al impacto económico y social de la masificación, tras destacar que la Organización Mundial del Turismo espera que la recuperación mundial supere en 2024 los niveles prepandemia, tras registrar 1.300 millones de llegadas internacionales a escala global el año pasado, solo un 12% por debajo de 2019. Hace una década, eran 1.130 millones.
Resalta que España ha pasado de los casi 58 millones de 2012 a los 84 millones de 2023. El Ministerio de Turismo francés estima que como mucho visitaron el país galo 82 millones de viajeros. Pero la extraordinaria vuelta de los turistas ha hecho aflorar de nuevo el descontento entre la ciudadanía y ha abierto el debate sobre la sostenibilidad de un sector que re8presenta ya el 12,8% del PIB español
La preocupación de la articulista de El País, de España, ha de extrapolarse a República Dominicana, para evitar la muerte por un éxito circunscrito a lo cuantitativo (cantidad de visitantes e ingresos de divisas) y la calidad en competitiva oferta turística (hoteles, restaurantes, atracciones).
Al plantear que el turismo de calidad no siempre es sinónimo de alto poder adquisitivo, la articulista cita a José Mansilla, profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona e investigador de la relación entre el turismo-conflictos en las ciudades. Él apuesta por un turismo de cercanía que tenga en cuenta el coste medioambiental.
“El turismo de calidad debería depender del empleo que genera, que sea de calidad, con salarios dignos y estabilidad… El sector no quiere oír hablar de decrecimiento, pero nuestro modelo turístico está muy basado en el bajo coste laboral y la turismofobia es una etiqueta creada para estigmatizar a unos residentes que simplemente no quieren un turismo de masas…. Hay que pensar en una oferta de calidad, que no desplace a la población local ni dificulte el acceso a la vivienda, para evitar los casos de rechazo al turismo, porque no puede valer todo”.
Si asumimos como válida la cifra oficial de 10 millones de visitantes en 2023 y, según el X Censo Nacional de Población y Vivienda (2022), tenemos 10,760.029 habitantes, entonces, podemos colegir que tenemos un turista por habitante.
Y si Haití, país con el que compartimos la isla La Española, dice que cuenta con una población estimada en unos 11 millones de habitantes, entonces este territorio insular caribeño de sólo 76,261 kilómetros cuadrados (48,442 RD y Haití 27,750) ya está cargando poco más de 30 millones de personas.
Conforme el Ministerio de Turismo, en RD había 86 mil habitaciones hoteleras operando al 2022. Esa cifra ya ronda las 90 mil.
A partir de esa realidad, conviene iniciar temprano la reflexión sobre el límite de la cantidad de turistas que soportaría el país y los desafíos de la sostenibilidad medioambiental, económica y social, así como respeto a la calidad de vida de su gente. El momento demanda mucho más que la pasión por las cifras y la excelente atención al turista.
Así que, desde ya, deberían entrar a los discursos cotidianos de autoridades, empresarios del sector, actores mediáticos y líderes formales e informales, nacionales y locales, conceptos como: saturación, capacidad de carga (playas, ríos, parques, centros de diversión), presión humana, percepción ciudadana negativa, rechazo social, desestacionalización, masificación, moratoria hotelera, controles sobre pisos turísticos, aforo máximo, calidad de vida de las comunidades dueñas de los recursos naturales.. .
Como destino incipiente, por ejemplo, Pedernales necesita crecer, pero de manera sostenible, escuchado a su gente, dándole real participación en el proceso y mejorando su calidad de vida, gestionando el desarrollo local. Es más que Cabo Rojo.