Recientemente me topé en el mundillo de las redes sociales una promoción de un tonto argentino que agitaba con una guerra cultural contra todos los que piensan diferente a la extrema derecha. Como hizo cuando visitó el país hace poco tiempo, sus argumentos se apoyan en la velocidad con que habla y la denostación contra los que piensan diferente a él. Sin una sólida base académica, su perfil es la de un agitador formado por los sectores más reaccionarios de Estados Unidos a la usanza de la Guerra Fría.

Mientras estos pandilleros barriales de las redes sociales hacen el trabajo sucio de banalizar el diálogo, estimular el odio contra amplios segmentos de la sociedad, y “retar” a los que piensan distinto a una discusión de saliva y falacias, no trascienden esos discursos a la vida social objetiva. El problema es que, entre sectores precarizados de la juventud, con pobre formación académica y sin un horizonte de valores familiares que le brinde orientación frente a los discursos y propuestas que navegan por el Internet, tontos como ese argentino cala hondo, incluso a nivel de llevarlo -los titiriteros a la sombra- a parroquias católicas para que propaguen su veneno, como ocurrió las veces que vino.

Si esos matones de ideas y valores se mueven en la semiclandestinidad de las redes virtuales, quienes halan los hilos a nivel de la alta política hacen un daño terrible en la calidad de la vida de la gente, la oferta de educación pública, la salud, el sostenimiento de las pensiones, y el cuidado del medio ambiente.

En la comunidad de Valencia, España, gobernada por políticos (del PP y Vox) que niegan el cambio climático y que desmontaron gran parte del sistema de prevención de crisis climáticas una vez llegaron al poder y provocaron en pocas horas más de 200 muertos por lluvias torrenciales y el desbordamiento de ríos, que acontecen regularmente al final de cada año y es conocida como DANA. El negacionismo del cambio climático es efectivamente una teoría que mata y a muchos.

Con el triunfo de Trump una de las propuestas que anunció para su gobierno es la escogencia de Robert F. Kennedy Jr. -el más tonto e insensato de esa familia, vergüenza de ellos y de la memoria de su padre y su tío- como Secretario de Salud. Algo horrible, ya que además de no tener avales profesionales en el área de salud, ha predicado hasta el hartazgo que las vacunas no sirven y por tanto no hay que vacunar a niños, ni adultos. Frente a ese anuncio un grupo de 77 premios nobeles le han escrito al Senado de Estados Unidos para que no confirme a Kennedy para dicho puesto por el daño que le hará a la salud y vida de millones de norteamericanos.

Las mujeres, como blanco preferido de los ataques de esos agitadores de las redes (con hondas actitudes misóginas), se les viola su condición de ser humano con políticas que restringen sus derechos y fortaleciendo la violencia machista. Incluso rechazan el concepto de violencia de género, una forma de ocultar los crímenes que se comenten contra ellas. Si hurgamos en sus discursos, se nota que su ideal se aproxima a los talibanes de Afganistán.

El despliegue fuerte de esos discursos de la extrema derecha, aparte de ir contra las mujeres, van contra los pobres y los migrantes (los no blancos y los no cristianos). Recientemente el gobierno de Italia logró establecer un campo de concentración en Albania para los migrantes pertenecientes a las categorías mencionadas, pero los tribunales italianos han bloqueado parte de esa política reaccionaria. La destrucción del Estado de derecho está en proceso en Europa, Estados Unidos y algunos países de América Latina de tendencia derechista (Argentina, Ecuador, Perú, El Salvador), como de sociedades gobernadas por dictadores que dicen ser de izquierda (Cuba, Nicaragua o Venezuela).

Si la disolución de las democracias sigue en marcha pronto no habrá diferencia política significativa entre varios países de Europa y Rusia, o entre Estados Unidos y China. El autoritarismo campea, las sociedades civiles están sujetas a persecuciones y los derechos siguen restringiéndose.

No es una “guerra cultural”, es un ataque contra los derechos y la dignidad de todos los seres humanos, es la desarticulación de la democracia y la promoción del autoritarismo, la negación de la ciencia como herramienta para comprender la naturaleza y la sociedad. Elevar nuevamente como cúspide del orden político y social a los hombres blancos heterosexuales y marginando a las mujeres, los no blancos y los homosexuales. El paraíso de esos necios de las redes y de los que lograr tomar el poder es volver al siglo XVIII europeo, previo a las revolución de las colonias inglesas norteamericanas y la revolución francesa.