Dos grandes polos electorales y de derecha se disputarán el poder en las próximas elecciones 2024. La izquierda y el progresismo apenas llegaron a conversar sobre las posibilidades de participar juntos; ese espacio quedará disponible a la marea del conservadurismo que los arrastrará a sus aguas. De ahí que los partidos que se alternan en la dirección del Estado continuarán en su disputa.

Con la creación de la «Alianza opositora para el rescate de la República Dominicana», el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), la Fuerza del Pueblo (FP) y el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) acaban de dar un paso trascendental en la batalla electoral que se avecina. Tras esa coalición de entidades política se está creando una aureola triunfalista y mediática. Su lucha para forzar a una segunda vuelta puede permitir el triunfo de Abinader y el PRM.

El “Pacto de la corrupción y la impunidad” será un hueso muy duro de roer. No les faltarán recursos, son expertos en las males artes y tienen sus tentáculos en las instancias de poder. Una maquinaria opositora de derecha y corrupta con amplias posibilidades de provocar un lío, no es de ropas, y frustrar el intento del gobierno y el PRM de ganar en primera vuelta.

El presidente Luis Abinader Corona encabeza un Gobierno al servicio de los ricos, empresas privadas y de las inversiones, mineras, extranjeras. No oculta su apego al interés de clase para incrementar los beneficios espurios de un sector privilegiado de la burguesía y la oligarquía. Lo único que puede presentar al país es su manoseada «justicia independiente». Una gestión gubernamental neoprivatizadora, campeona del endeudamiento externo e interno y servil a los amos del norte.

El partido de Gobierno, PRM, anuncia que presentará al país una gran coalición de partidos políticos y movimientos locales, de apoyo a la repostulación del actual presidente de la República. Como la reelección presidencial conlleva el uso y abuso de recursos públicos, el cabildeo es de alto nivel y los compromisos se reducen a repartir algo material. Por consiguiente, los gobiernistas y el PRM andan con pinzas, una funda llena de «cuarto» y promesas para atraer a sus presas.

Para llegar por la vía electoral al poder político se requiere conversar y pactar con otras fuerzas políticas, aunque sean adversarias, para garantizar los votos necesarios con el objetivo de ganar, ganar. Nadie por sí solo gana las elecciones. Ahora se intensifican los “amarres” para no dejar atajos sueltos; comprometiendo a ciudadanos independientes, partidos y movimientos locales que se han mantenido al margen de la disputa presidencial.

El choque de trenes entre la derecha y los corruptos, está al doblar la esquina. La impunidad es la base de sustentación del bloque opositor rescate RD. Tres entidades salpicadas de actos de corrupción en sus pasos por el poder; hay una de ellas que obtiene pingües beneficios sin ganar elecciones. Es un polo electoral peligroso, se anidan los tramposos y alimañas de la peor calaña.

Esperemos a contemplar la respuesta del Gobierno de Abinader y el PRM. Un partido, aunque en el poder y con todos los recursos estatales a sus pies y manos, relativamente joven, con débiles estructuras, disgusto de su militancia y una desenfrenada disputa por cargos electivos. Tendrá que hilar bien fino para compactar sus fuerzas a su interior y reactivar la coalición de partidos y movimientos, que siguen apoyándolo, que en el ayer le acompañaron. No tienen de otra.

Por otro lado, la izquierda y el progresismo, no cuajaron. Todo se quedó en el «tope de gallos». Los instintos de clase ocultos de una parte de los progresistas los llevaron, con sus problemas, a donde pueden alcanzar sus intereses personales, individuales y de grupo. La izquierda es un caso serio, de nunca acabar. ¡Allá ellos, «que con su pan se lo coman»!