Como se sabe, la depresión afecta alrededor de cuatro ciento millones de personas a nivel mundial. Como tal, este cuadro psicoemocional es la segunda causa de discapacidad en el presente siglo ((OMS-abril/2023).

Los psicólogos y psiquiatras sabemos que, la depresión es un cuadro de salud mental que podría experimentamos las personas en algún momento de nuestras vidas, como respuesta a situaciones poco gratas que alteran la bioquímica del organismo humano (DSM-V-abril del 2018).

No obstante, las causas de la depresión son variadas, “pero la bioquímica puede ayudar a explicar algunos casos, ya que las personas deprimidas muestran niveles muy altos de la hormona del cortisol, así como la mayoría de los agentes químicos que actúan en el cerebro (los neurotransmisores, la serotonina, la dopamina y la noradrenalina)” (DSM-IV y V, 2013 y 2018).

De su lado, los expertos de la Organización Mundial de la Salud califican la depresión como “la perturbación psicoemocional más común después de la ansiedad, dado el registro del consumo de fármacos, antidepresivos y tranquilizantes a nivel global” (OMS-DSM-V).

Según se sabe, la depresión suele ocurrir una vez, pero es una enfermedad que suele provocar recaídas a lo largo de la vida. Como enfermedad psicoemocional, la depresión puede ser leve, moderada o mayor, según los resultados de la evaluación realizada por el especialista en higiene y salud mental.

Por su parte, “la depresión mayor aumenta los riesgos de alteraciones cardiovasculares, cerebrales, inmunológicas y hormonales de las personas deprimidas”, lo que pone en riesgo a los pacientes envejecientes o añosos (Estudios de la OMS, 2001-2019).

En tal sentido, “alrededor del 87% de los pacientes con depresión mayor, reportan algún nivel de disfunción laboral, económica, social y sexual en el tiempo, así como una serie de perturbaciones somáticas, tales como la anorexia, el insomnio, cefaleas, poco o ningún interés por la vida y, trastorno de ansiedad” (Dr. Martin Seligman, 2019).

De su lado, los estudios realizados por expertos de la OMS indican que, “cuando un individuo ha vivido frustraciones importantes en sus relaciones interpersonales, laborales, sociales y sentimentales, se siente incapaz de llevar relaciones armoniosas y exitosas en la vida, lo que da pie a la nostalgia y, posteriormente, a un cuadro de depresión moderado y/o mayor” (DSM-V, 2018).

Según se sabe, la depresión no tiene edad, sexo ni condición social. Un caso que ha llamado la atención de los pediatras, los psiquiatras y los psicólogos, es el número cada vez mayor de madres primerizas que debutan con un cuadro depresivo-pospartos.

En tal sentido, los datos disponibles sobre la depresión indican que, “entre un diez (10) y un quince (15) por ciento de las nuevas madres lloran y se sienten terriblemente ansiosas, no pueden dormir bien, no son capaces de tomar decisiones sencillas y proteger por si solas a sus hijos” (OMS-OPS reporte sobre madres primerizas, 2017).

No obstante, los médicos, los psicólogos y los psiquiatras sabemos que, durante el embarazo suben los niveles de endorfina, una molécula humana que provoca que el organismo humano se sienta bien, molécula que decae tras la mujer dar a luz.

Según estudios realizados por psiquiatras y psicólogos sociales (1999-2014), la depresión es un fenómeno poderosísimo que afecta la salud física y mental, provocando un dolor profundo que, sólo las personas deprimidas lo pueden explicar (CR-00124-QC-F.2018)).

Por su parte, las estadísticas registradas por OMS al año 2022 indican que, “alrededor del quince por ciento (15%) de la población mundial sufre de depresión”. Según consta en dichos registros, el diez por ciento (10%) del 15% referido intenta suicidarse; mientras que el 2%  logra consumar el hecho (OMS/OPS, 2022).

Asimismo, los estudios realizados por la OMS refieren que, “el cincuenta por ciento (50%) de los norteamericanos sufre de depresión leve, moderada y mayor”. Según los datos de este organismo de la ONU, el sistema de salud de los USA desembolsa anualmente miles de millones de dólares para atender a los norteamericanos depresivos (OMS/OPS, 2019).

De nuestra parte, los especialistas en higiene y salud mental recomendamos responsabilizarnos de nuestra salud mental, procediendo, entre otros, de la forma siguiente: (1) Alimentarnos bien; (2) hacer ejercicios dos o tres días a la semana; (3) evitar el estrés innecesario; (4) leer buenos libros y escuchar buena música.

Además, (5) tener buenos amigos; (6) hacer yoga y dormir entre 7 a 9 horas al día; (7) escribir cuentos y novelas; (8) tener contacto con la naturaleza, visitando parques, lagos, bosques, ríos, playas, etc.; (9) ralentizar nuestro ritmo de vida y asumir hábitos sanos, lo que contribuirá a prevenir el estrés y, experimentar una buena salud física y mental.

“Tu depresión no es un problema técnico, es un señal. Escúchala” (Joann Hari).