En el 2004 se produjo una película denominada “Mean Girls” y fue tan popular que tuvo secuela, versión musical y en este 2024 una nueva versión del guion original. Un objeto de esa película es lo que se llamaba un “Burn Book”, literalmente un cuaderno que circulaba en una hipotética escuela secundaria para difundir informaciones de carácter negativo sobre los demás. Coincidencialmente, ese mismo año empezó a hacerse disponible una hoja de comunicación digital “The Facebook” que es la versión primigenia de la red social que conocemos.

Hace poco más de un mes se publicó “Burn Book: a Tech Love Story”, un libro que seguramente se traducirá al español y que refleja mucha de la desilusión que ha vivido su autora, la periodista Kara Swisher, divulgadora que en su momento tuvo gran fe e ilusión con respecto a los avances de la tecnología de la comunicación en los Estados Unidos.

El libro es a la vez una historia de amor por la tecnología y un documento donde se hacen algunas historias incriminantes sobre muchos de los innovadores y administradores del desarrollo de la tecnología en los últimos 30 años.

Escrito con gran agilidad, excelente conocimiento de los actores y, sobre todo, con una prosa culta, capaz de citar libros fuera del mundo de la tecnología, este libro ofrece perspectivas sobre las decisiones de los involucrados. La autora está a la vez fascinada y desencantada de esos personajes que conoce bien. Su mayor crítica a los dirigentes que han transformado el panorama mundial de la comunicación es la disonancia entre la imagen disruptiva y juvenil de muchos de sus primeros actores y la realidad de las condiciones de trabajo en muchas de las empresas que ellos fundaron.

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Walt Mossberg y Kara Swisher entrevistando a Steve Jobs y Bill Gates.

Ella le atribuye los muchos de los males actuales al hecho de que que los dirigentes de las empresas que desarrollaron estos productos y servicios tecnológicos no eran conscientes de las consecuencias de sus actos. Según su punto de vista, todos ellos provenían de medios y familias que vivían en condicione relativamente cómodas donde la seguridad personal y social nunca había sido un problema y, al haber estado acostumbrados a poder utilizar su inventiva libremente, pusieron en marcha plataformas que no tenían suficientes restricciones. Esta es una denuncia limitada y un tanto personalista de los males asociados con las peores consecuencias de la mala administración de la tecnología.

Una película anterior a todos estos hechos: “Reds” (1981) ilustra el final trágico de las personas que sintieron entusiasmo por un sistema que en su momento también despertó muchas ilusiones para luego fracasar estrepitosamente: el comunismo. La Guerra Fría impidió que esa película fuera suficientemente reconocida a pesar de que en términos cinematográficos era una gran narración. Me temo que precauciones emanadas de otras realidades le hayan dificultado a Kara Swisher hacer una mejor evaluación de un sistema donde ella conoce muy bien a sus actores y a sus productos. Una pena.