La lucha contra la corrupción que este gobierno ha impulsado comenzando con la designación de una procuradora independiente y que Transparencia Internacional reconoce elevando el puesto de nuestro país varios puntos con relación a otros 180, es más relevante de lo que muchos imaginan. Juan Bosch destacaba ese factor como el elemento principal en su análisis del 1964 para explicar la complicidad de tantos actores diferentes en la conjura del golpe de Estado que destruyó la naciente democracia dominicana. No es de extrañar que el brazo ejecutor del golpe, las Fuerzas Armadas dominicanas, con permiso del Departamento de Estado estadounidense, era uno de los sectores más corrompidos de la sociedad dominicana por ser los herederos del déspota más cruel y corrupto de nuestra historia.

Bosch da detalles muy precisos que evocaba al dar cuenta de los momentos más relevantes precedentes al golpe. “Un día llamé a los jefes militares y les dije que el cobro de comisiones debía terminar. Les expliqué que la democracia dominicana era observada atentamente en toda América, y que no podíamos permitir que se deshonrara; que la falta de honestidad deshonraba la democracia no sólo porque el fraude es un delito en sí mismo, sino también porque sacaban fondos del Pueblo, que debían estar destinados a obras y servicios públicos, para llevarlos a bolsillos privados; les expliqué que según mis informes, la mayor cantidad de ese dinero sustraído al Pueblo era cambiado en dólares y enviado al extranjero, donde se colocaba en cuentas personales pero iba a dar, aunque figurara en el papel como dinero reservado a Fulano de Tal, a empresas, comercios e industrias extranjeros, porque los bancos usaban el dinero que recibían en depósitos para financiar negocios, de donde resultaba que el dinero dominicano que se le quitaba al Estado dominicano daba en fin de cuentas beneficios a otros países y no al nuestro; les dije que la República Dominicana era un país rico y que si nosotros nos sosteníamos dos años —nada más que dos años— con un régimen de austeridad, y si establecíamos como hábito la honestidad en la administración de los fondos públicos, el desarrollo del país iba a ser de tal naturaleza que la riqueza alcanzaría para todos” (Bosch, 2009, v. XI, p. 219-220). La lucidez y moralidad de Bosch era opuesta radicalmente a la ambición de esa cúpula militar acostumbrada al robo y el crimen.

El país que heredó el autor de Crisis de la democracia de América en la República Dominicana tenía un potencial inmenso para desarrollarse y que la riqueza alcanzara para el bienestar de los 3 millones de habitantes con que contábamos en ese momento. No se podía perder tiempo en el esfuerzo de adecentar las finanzas públicas y establecer las prioridades para que todos los dominicanos y dominicanas mejoraran su calidad de vida, pero ese no era el interés de la oligarquía, gran parte de la clase media y los militares, grupos que medraban esquilmando a la mayoría del pueblo. Señala el autor que: “Con gente así hubiera podido mantenerse una democracia de relajo en un país rico; una democracia que hubiera tenido por delante veinticinco o treinta años para ir desarrollándose y afianzándose poco a poco, a través del fortalecimiento progresivo de sus estructuras sociales. Pero la República Dominicana no era rica sino un país muy pobre y plagado de necesidades, que no podía distraer un peso en nada que no fueran atenciones legítimas; un país que no tenía por delante tiempo para ese avance lento, porque ya había retrasado su evolución demasiados años y en 1961 había llegado al punto en que sus problemas crecían más de prisa que los medios para solucionarlos, y por último era un país que necesitaba tener ante sus ojos la imagen de una democracia tan perfecta como la había soñado durante más de treinta años; y si no se le daba no creería jamás en la democracia” (Bosch, 2009, v. XI, p. 235). La democracia dominicana no podía avanzar y mucho menos el progreso material de la sociedad, si esos sectores detentaban el poder, y para ellos Bosch era el principal obstáculo para continuar enriqueciéndose y manteniendo a la mayoría bajo su dominio.

En la sociedad dominicana del 1963 ocurrieron fenómenos sociales y políticos de gran relevancia, en el seno de los mismo sectores explotadores y corruptos, en las familias que vivían del sudor y la sangre de la mayoría, incluso entre los oficiales de las mismas Fuerzas Armadas, había jóvenes que detestaban la actuación de sus progenitores y sus colegas, aspiraban a una sociedad mejor que la heredada del tirano. Ese hecho lo destaca el mismo Bosch: “En las fuerzas armadas sucedió, aunque en menor grado, lo mismo que en el país: los jóvenes de clase media se volvían contra sus padres, es decir, contra la imagen moral y política de sus padres. Y así ocurría que en el bastión de Trujillo, en la propia casa de armas del señor todopoderoso, estaban formándose jóvenes apasionadamente antitrujillistas. ¿Por qué sucedía eso? Pues porque esos jóvenes creían que un ejército era una institución que debía ser gobernada por leyes y reglamentos, no por caprichos personales; y resultaba que el tirano y su hijo Ramfis hacían generales y coroneles de cualesquiera que les cayeran en gracia. Además, esos jóvenes creían que un ejército es una institución que está por encima de los vaivenes de la política, que no es un campo de negocios, que no debe servir los intereses privados de nadie. Para esos jóvenes, la democracia establecida el 27 de febrero de 1963 fue un fracaso lamentable, porque esa democracia —el Gobierno que yo presidí— no les abrió paso a las ideas que ellos sustentaban; por lo menos, no les abrió paso dentro de las fuerzas armadas” (Bosch, 2009, v. XI, p. 239-240). Y esto lo escribe Bosch un año antes de que muchos de esos jóvenes militares y civiles encabezaran la epopeya más heroica y hermosa de la historia dominicana del siglo XX. De las familias más represivas y corruptas surgieron jóvenes de corazón noble que ofertaron su vida por recuperar la democracia dominicana y enfrentaron con un valor colosal a las tropas de la principal potencia del mundo. No olvidemos que muchas de las flores más hermosas nacen de las heces de humanos y animales.