Existe una tendencia a que los habitantes hacia el sur el planeta, llámese América del Sur, África del Sur y parte del sur de Asia, emigran hacia el norte, Norteamérica o Europa.
Una explicación rápida que le da Eduardo Galeano a este fenómeno cuando expresa: “América Latina es pobre porque fue rica y Estados Unidos es rico porque fue pobre” y ahí se puede incluir en la expresión al sur de África, pues los conquistadores europeos, sobre todo españoles, holandeses, ingleses, portugueses y franceses, aprovecharon y explotaron hasta lo inimaginables tanto los recursos naturales , sobre todo minerales preciosos, madera, aceite, té, cacao, café, seda, caucho, arroz, entre otros, así como los recursos humanos en la medida que sometían a los nativos de esas regiones al trabajo forzoso o de esclavitud.
Es así que, para el desarrollo del capitalismo tanto en Europa como Norteamérica, fue fundamental esa acumulación originaria de capital, a partir la explotación en condiciones de esclavitud de los cuantiosos recursos extraídos de los países del sur, como bien lo destaca Carlos Marx en su obra el Capital; los cuales fueron un soporte para el desarrollo de la industria, el comercio y a la par el desarrollo del urbanismo de los países europeos, así como de Estados Unidos y Canadá.
A partir de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) se inició un proceso de emigración de los países latinoamericanos, Suramérica, Centroamérica y el Caribe casi como de Asia, ya sea utilizando la vía terrestre cruzando la frontera con México o por barco o yolas, así que algunos que tenían la fortuna conseguir una visa para entrar a territorio norteamericano.
La explicación principal que tiene la creciente emigración de los países del sur en los cuales históricamente existe una alta tasa de desempleo y marginalidad económica y social, es que los habitantes de estos territorios, como bien sabemos, buscan mejores oportunidades en términos de bienestar de sus familias, que generalmente son fuerza de trabajo de bajo nivel de calificación barata, que representa una oportunidad para las empresas de los países capitalistas.
Ya para el año 2020 la cantidad de migrantes hacia Norteamérica era de 59 millones de personas de los cuales 26 millones procedían de América Latina y el Caribe, 18 millones de Asia y 7 millones de Europa.
En la medida que ha ido aumentando el desempleo, la inflación y el deterioro de los servicios públicos en los países del sur del planeta, se acrecienta cada vez más el fenómeno de la migración utilizando medio de transporte de alto riesgo tanto por la vía terrestre como marítima, como es el caso de las balsas o yolas desde los países del caribe hacia Estados Unidos y en el caso de Republica Dominicana y Haití hacia Puerto Rico.
Los emigrantes de los países africanos que emprenden peligrosos viajes en balsas y lanchas, por la costa occidental de África hacia Europa y proceden de los países Marruecos, Sahara Occidental, Mauritania, Senegal y Gambia, con destino a las Islas Canarias españolas y de ahí llegar a su destino final: Los países del continente europeo; que unos llegan a su meta, pero miles se han quedado naufragando en el mar, llegando parte de esas embarcaciones con los cadáveres de sus pasajeros, por efecto de los vientos alisios a las costas de Brasil e islas del Caribe, hasta mas de 5,000 millas de recorrido.
Pero el problema de fondo de esta migración ilegal, además de la situación socioeconómica que viven los países de donde proceden las personas que emigran, es que para las empresas capitalistas, sobre todo agrícolas de los países tanto Estados Unidos, como los de Europa, esa mano de obra ilegal es relativamente barata y a la vez productiva, por lo que es protegida y hasta promovida de forma indirecta por los representantes de dichas empresas de esos países.
Mientras tanto seguiremos recibiendo las dolorosas noticias de cuerpos desechos, en frágiles naves en el mar que llegan a nuestras costas de migrantes tanto de dominicanos como de otras nacionalidades, que el sueño que tenían de realizarlo ya sea en Europa o América del Norte se le ha convertido en una pesadilla.