El Masacre se pasa a pie, es el título de una novela de la autoría de Fredy Prestol Castillo, que narra las atrocidades que se cometieron en la tiranía de Trujillo. Esta obra, publicada en el año 1973, que saca a relucir po rqué este río que lleva el nombre de Dajabón,  la provincia donde nace y que se le puso el nombre de Masacre por dos acontecimientos históricos, que se sucedieron en sus márgenes: Los enfrentamientos entre colonizadores españoles y franceses en el siglo XVIII por el control de la Isla de Santo Domingo,y por la matanza de mas de 12,000 haitianos por parte de la tiranía de Rafael Leónidas Trujillo en el año 1937.

Estos acontecimientos, así como la invasión haitiana del año 1822 y luego con la declaración de independencia de la Republica Dominicana de 1844, como es sabido, desencadenó enfrentamientos militares sucesivos, entre las tropas invasoras haitianas, en su lucha por no dejarse desalojar de la parte este de la isla, que ocuparon por 22 años (1822-1844) y un ejército incipiente de nuestro país. Pero a partir de la anexión a España y la subsiguiente Guerra Restauradora, que liberó nuestra patria del yugo español, también se culminó con un ciclo de invasiones haitianas hacia nuestro territorio.

Con el paso de los años y en pleno siglo XX y a partir de la matanza de haitianos perpetrada por la tiranía trujillista, se van produciendo tratados buscando la convivencia pacifica entre estos dos países, que comparten una misma isla; se ha producido desde esa época posiciones ante haitianas, bajo el argumento que estos representan una amenaza para los dominicanos, temores que siempre han sido alentados por grupos conservadores de la derecha dominicana y que en uno más que otros gobiernos, han sido apadrinados  y alentados estos discursos, que generalmente lo que buscan es sacar capital político de los conflictos fronterizos y de la amenaza de incursión de los haitianos hacia nuestro territorio.

Luego de la tiranía de Trujillo, en el período que se alentaba ese discurso anti haitiano con fines de sacarle capital político, fue en los doce años de gobierno del presidente Joaquín Balaguer, el cual fue reiterativo en el mismo en un aparente nacionalismo innegociable; sin embargo, en los ingenios estatales que en su mayoría eran propiedad estatal, se contrataban en cada cosecha mano de obra haitiana para el corte de la caña de azúcar.

Como bien ya se conoce, en el pasado mes de septiembre el actual presidente de la Republica Dominicana, Luis Abinader, en un aparente acto de patriotismo, militarizó y cerro la frontera, con las graves consecuencias que esto implica para el comercio de importantes productos dominicanos que se destinan al consumo de la población haitiana. Esto lo hizo en un afán de unificar a los dominicanos a su alrededor, utilizando el tema haitiano para consolidar un proyecto de relección, que a plena luz evidencia debilidades, por la situación del costo de la vida y del deterioro de los servicios públicos en este periodo de gobierno que se inicio en el mes de agosto del año 2020.

Pero lo que sí ha logrado el gobierno de Luis Abinader es unificar a un pueblo haitiano con un estado fallido, alrededor de la demanda de un canal para desviar las aguas del rio Masacre y la frontera sigue cerrada pero ahora por decisión de los haitianos, que aun las medidas del gobierno dominicano, no han dado su brazo a torcer en la construcción de ese canal.

Mientras tanto los productores y comerciantes dominicanos, cuyos productos tienen como destino los consumidores de Haití, con las grandes pérdidas que están recibiendo, pues están dejando de percibir un estimado de RD$ 100 millones diarios, podemos decir que están pasando el Niágara en bicicleta.