La generación de energía eléctrica limpia y asequible, es uno de los grandes retos globales. El gran impacto de las energías ha provocado importantes transformaciones climáticas por el incremento de los Gases de Efecto de Invernadero, sobre todo las emisiones de Dióxido de Carbono CO2. y es que, en el último siglo y medio, la humanidad ha emitido unas 120 ppm de CO2 a la atmosfera. Estas emisiones han sacado de balance el equilibrio energético de la Tierra.
El planeta Tierra recibe el mismo nivel de radiación de siempre, la diferencia está en que la Tierra emite menos radiación, debido a que la masa de partículas de CO2, atrapa el diferencial adicional de infrarrojos.
Así de básico es, hay muchas más partículas de dióxido de carbono (CO2) atrapando el diferencial adicional de infrarrojos. Ese calor adicional frena la salida de energía de la Tierra hacia la troposfera, este fenómeno se denomina forzamiento radiactivo.
Este forzamiento radiactivo, es uno de los principales problemas que se producen en el desbalance energético de la Tierra, aportando al Efecto de Invernadero, y provocando grandes desequilibrios en el clima global.
Ahora bien, el reto fundamental, como mencionábamos antes, es desarrollar una matriz energética que logre mitigar, con tendencia a cero, las emisiones de CO2, y de paso, cumplir con el Objetivo de Desarrollo Sostenible ODS7, que trata sobre la energía asequible y no contaminante.
Vemos los grandes esfuerzos por lograr optimizar la tecnología empleada por los modelos de energías renovables, sobre todo la energía eólica y fotovoltaica. Pero, estas dependen directamente del comportamiento de los vientos y de la radiación solar que pueden ser aprovechables en el día. Lo que reduce la eficiencia de estos sistemas a un 20% de servicio, respecto a su capacidad instalada.
Para las energías renovables poder dar su servicio dentro del sistema energético, deben contar por el momento con sistemas de energías de respaldo, no renovables como derivados del petróleo, carbón, gas natural y energía nuclear. En base a esta última, desarrollaremos este análisis, tratando de aportar a la desmitificación de esta tecnología nucleoeléctrica.
La energía nuclear, ha sido catalogada de peligrosa por ecologistas y organizaciones antinucleares, por algunos accidentes en reactores nucleares, siendo el de Fukushima, Japón, el más reciente evento.
Lo cierto es, que esta energía nuclear, que no es más que la energía contenida dentro del núcleo de un átomo, aporta el 10% de la matriz energética global.
Podemos ver como recientemente la Comisión Europea, ha catalogado a la energía nuclear dentro de la taxonomía o clasificación de las actividades del sector energético que se consideran sostenibles medioambientalmente. En el caso de la energía nuclear, será considerada como verde, al menos hasta el 2045.
La energía nuclear y la energía a gas natural, son clasificadas en la segunda categoría de la taxonomía, esto quiere decir que, están entre las que son bajas en emisiones de dióxido carbono y para las que hasta el momento no hay una alternativa disponible que mejore las bondades de estas dos fuentes de energía eléctrica.
Como se observa en la gráfica de arriba, la energía nuclear junto a la energía eólica marina y la energía eólica terrestre, son las que menor emisiones de CO2 aportan a todo el ciclo. Esto constituye una enorme ventaja para la reducción de las Emisiones de Gases de Efecto de Invernadero.
Queda claro que, si queremos reducir de manera considerable las emisiones de CO2, contar con el respaldo de la energía nuclear, puede ser una opción muy seria a tomar en consideración.
Existe una gran variedad de tecnologías de reactores nucleares, pero la más empleada en el mundo es el Reactor de Agua a Presión, (PWR, por sus siglas en inglés). En esta ocasión, solo lo mencionaremos a título informativo, para un análisis posterior. Pero, veamos el panorama global sobre la energía nuclear. En la actualidad existen 443 reactores en operación en un total de 35 países.
Según el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) de Naciones Unidas. Hay 54 reactores en construcción en 20 países entre los que se encuentran China, India, Rusia, Corea del Sur, Emiratos Árabes Unidos, Finlandia y Francia. Estos países están claros de los desafíos energéticos y medioambientales, construyen nuevas plantas porque consideran que la energía nuclear es una fuente esencial para el presente y futuro del servicio energético que deben ofertar a sus naciones.
En este momento, China es el país del mundo que más reactores nucleares está construyendo con más de 13 reactores. Además, cuentan con unas 50 unidades operativas. En la actualidad, Estados Unidos es el país con más reactores nucleares en operación con 94, seguido por Francia con 56 reactores nucleares.
En el caso de Latino América, en la actualidad se cuenta con 7 reactores nucleares, y 2 en construcción, incluyendo un Small Modular Reactor (SMR), que se construye en Argentina, de unos 25 MW(e) de capacidad neta total, de los cuales hablaremos en una próxima entrega, debido al gran impacto que estos pueden producir en países como República Dominicana.
Desde el punto de vista del respaldo a las energías renovables, y las bajas emisiones de CO2, la energía nuclear presenta sus bondades. Falta presentar en una próxima entrega, información que permita medir el aspecto de seguridad, financiación, materia prima, entre otros factores y poder validar la factibilidad de construir reactores nucleares en suelo dominicano.