I
¡Ya está bien, coño!; ¡cuánto jodes!; ¡Déjame terminar el día en paz!. En ese tono Pedro se dirige a Altagracia, su mujer, al tiempo que sale furioso del apartamento dando un portazo.
Ella piensa: "pero qué cojones tiene este tipo: ayer domingo no lo vi en todo el día, ni siquiera pude hablarle de los problemas que tiene el niño en el colegio, porque el resto del día lo pasó con sus amigos”.
Pasadas dos horas del episodio anterior, Pedro llama a Altagracia y, con mucha naturalidad le dice:
-¡Mamá va a venir a pasar una temporada con nosotros!.
-Ajá, contesta ella. ¿Y por cuánto tiempo?,
-"El que ella quiera”.
– "Pero Pedro…”,
-"No hay que hablar más del asunto”; contesta él.
Altagracia continúa explicándole:
-Sabes que tu mamá requiere mucha atención y yo tengo que ir al trabajo, además, no hay suficiente espacio en el apartamento, recuerda que ya Pedrito está muy grandecito y no debe dormir con su hermana en la misma habitación.
-¿Y qué quieres que yo haga?, "mamá va a venir y punto”. Concluye Pedro en actitud cortante.
II
Belkis termina parte de su trabajo de revisar tareas y acostar los niños, entra agotada a la habitación y se dirige a su esposo: Alberto apaga la televisión y lanza bruscamente el control remoto, se incorpora, toma la almohada y comienza a darle puñetazos a la misma como quien la está aireando para que le acomode mejor al colocarla tras su espalda.
Belkis, con su intuición femenina, percibe que la almohada la representa a ella y secamente intenta decir, meditando sus palabras y pronunciarlas de manera muy suaves para no herir a su marido, cuando él la interrumpe: ¿y de qué tú me estás hablando? Tú no te ocupas de esto, ni de aquello…
III
Juana se dirige a Francisco, su marido, con estas palabras:
-"Necesito algo de dinero para la comida; aquí sólo queda un poco de arroz porque con lo que me das ya no es suficiente para cubrir los gastos de la casa. Además, casi todo lo que ganas lo gastas con tus amigos.”
-¡Es que tú gastas demasiado!, te doy el dinero de la casa y a la semana estás pidiendo más. ¿Es que crees que soy millonario?, además, con mis amigos ¡coño!, no te metas, si me da la gana de tomar unas cervezas con ellos, me las tomo, para eso trabajo como un burro.
Juana calla, siente que se le hace un nudo en la garganta, los ojos se les llenan de lágrimas, no quiere que sus hijos, quienes acaban de entrar en la habitación, se den cuenta de la actitud de su padre, así que sólo contesta: "Está bien Alberto”, y se retira sin pronunciar una palabra más.
Estos ejemplos podrían parecer diálogos muy usuales entre parejas, pero es evidente que en su esencia existe maltrato emocional demostrable del hombre hacía la mujer. A las mujeres, se les niega el derecho de razonar las inquietudes, preocupaciones y hasta sus temores ante a los nuevos problemas que surgen en el seno de sus respectivas familias y que, eventualmente, afectarán la dinámica familiar.
Estos son apenas algunos ejemplos de las facetas del maltrato emocional dentro de las parejas. Como se puede ver, el hombre obliga a la mujer a ser la que ceda sus derechos frente una evidente conducta chantajista y violenta; porque de lo contrario, la estabilidad del hogar se vendría abajo. Estos signos de violencia no solo se concretan con golpes o empujones. La violencia se manifiesta de diferentes maneras: en lo emocional, en lo económico y hasta con el silencio.
En la República Dominicana la violencia se presenta más frecuentemente de lo que podemos imaginar. Algunos consideran que aplicarles la clasificación de violencia de género es una exageración pero, esto sí es violencia, esto es abuso, y quien lo padece es propenso a sufrir ansiedad, depresión u otros desórdenes asociados a la salud mental, independientemente de los problemas emocionales que sufrirán los niños.
En nuestro país existen leyes para la protección ante esta problemática, ya sea para hombres o mujeres. Y estas leyes, si se hacen valer, redundan en el beneficio de las personas. creando estabilidad, mejoría y tranquilidad familiar.
Es necesario ir junto de la mano del personal especializado para construir un nuevo tipo de relaciones humanas intrafamiliares.
Estamos conscientes de que estas transformaciones y aprendizajes sociales no es asunto de un día, es una tarea en la que la pareja, no sólo debe amarse, sino respetarse para así construir un proyecto de familia en el que no exista la angustia de “Déjame terminar el día en paz”.