“La confrontación sube de tono entre Luis Abinader y la oposición política” dice El Caribe en la primera plana del 19 de agosto de este año de Dios de 2022, que pueden leer en el siguiente enlace:
https://www.elcaribe.com.do/panorama/politica/la-confrontacion-politica-sube-de-temperatura/
Parece un buen motivo hablar de ese “menage à trois” revelado por el periódico y generado por el Discurso Presidencial del 16 de Agosto desde Santiago sobre los dos años de gestión de Luis Abinader, sin mayor interés que el adecentamiento de las ideas para que no se pasen falsedades mediante frases supuestamente lógicas que disfrazan realidades distorsionadas: las falacias.
Estamos en tiempos de oír falacias, de todo tipo: que apelan a la fuerza, a la autoridad, a la misericordia, a la emoción, a la persona, a la ignorancia –todas con nombres en latín solemne, ya que vienen filtradas por el pensamiento jurídico romano a partir de sus orígenes aristotélicos–, y que es el silogismo ideado para evaluar la consistencia de los argumentos, una escuela de la lógica y la más conocida porque tiene más de dos mil años de vigencia. Por lo tanto, es el propósito de iniciar presentando un “mapa conceptual” del silogismo de Aristóteles, ya que la falacia es un argumento con un “fallo” que lo invalida. Es un curso en un grafo.
Las lógicas no-aristotélicas se desarrollan a partir de los lenguajes simbólicos y matemáticos, que nos hacen alejar de los argumentos, por lo que podemos centrarnos en la disciplina aristotélica por excelencia en los discursos de los políticos dominicanos en la campaña abierta “de facto, pero no de jure”, en torno a la celebración de la Restauración este pasado 16 de Agosto del 2022.
Viene el caso que los líderes partidarios llegan con un sesgo argumentativo: ¿voy a «denostar» la obra de gobierno en los dos años del Presidente de turno o mi propósito es «vanagloriar» mi propia obra de gobierno mientras descalifico la ajena? En lógica, ese es la premisa de lo que deseo lograr con mi “argumento”, pero que es contraria al espíritu científico que se estableció hace unos mil quinientos años después, en la Era Moderna europea, cuando el objetivo racional se estableció en «justipreciar» el objeto de la atención inquisitorial, para ser objetivo.
Los expresidentes establecen medidas de comparación entre sus gobiernos y el vigente, sin hacer referencias a las coyunturas nacionales e internacionales que vivió cada cual. El Presidente Fernández, ¿justiprecia el metro en toda su dimensión como una obra que debe tomar cuarenta años para su culminación, luego suspendido por su sucesor, el Presidente Medina, y ahora reactivada su construcción por el Presidente Abinader?
El esfuerzo dominicano del metro es un portento de ingeniería ya que profesionales dominicanos con experiencia en la construcción de nuestro metro fueron contratados para la construcción del homólogo de la Ciudad de Panamá, que parece ser impresionante y útil. Mi criterio es lamentar la ralentización del nuestro en Santo Domingo, por varios años y alegrarme por su reactivación en los últimos dos, aunque tiemblo ante los nubarrones de una nueva crisis financiera global. “Nobleza, obliga”.
Es válida la comparación entre gestiones gubernamentales, pero debemos argumentar tomando en cuenta los contextos: la globalización prometía un entorno más dinámico de los mercados internacionales, pero la especulación financiera socavó los fundamentos de esta globalización con una sucesión de crisis económicas: La desregulación financiera de Estados Unidos y un grupo de países europeos cercanos a la economía estadounidense (particularmente Reino Unido), como resultado de la globalización económico-financiera de los años ochenta; la derogación de la ley Glass-Steagall (la que separó a los bancos comerciales de los bancos de inversión; es decir los bancos que reciben depósitos y los que especulan en bolsa), en 1999, y la reducción de las tasas de interés, a partir de 2002, fueron elementos clave para que se consolidara, a principios del siglo XXI una nueva arquitectura financiera internacional.
Ésta terminó por desencadenar la crisis de 2008-2009, iniciada en Estados Unidos e irradiada casi inmediatamente a Europa y otras regiones del mundo, en una cadena de causalidades en que quedaron implicadas virtualmente todas las instancias del sistema financiero.
Actualmente, la crisis inmobiliaria china pesa como una espada de Damocles sobre una implosión en la economía del Dragón. Estamos en esa expectativa, entre otras cosas, de que ocurra ese desajuste. Es el dolor de cabeza de Xi Yin Ping, el presidente chino.
Aunque los gobiernos de Bush, primero, y Obama, después, reaccionaron pronto, las consecuencias para la economía global fueron severas y siguen presentes, debido a la doble recesión iniciada en 2012 en España, Reino Unido, Italia y otros países europeos (de Grecia, nunca se fue), para cuya erradicación se hizo necesario lo mismo: el concurso del sistema financiero internacional que la profundización de políticas de ajuste cuyos costos laborales son evidentemente rigurosos y de reversión lenta.
En este momento debería entrar en el debate el tercero en disputa, el Presidente Medina y sus asesores económicos (funcionarios en su gobierno), que establecieron una política de gasto público incontrolado para disimular los costos inflados en las operaciones que el Ministerio Público llama con nombres de “medusa, pulpo, coral” y otros epítetos marinos de sospechoso parentesco “hamponesco”. La justicia, espero, deshaga estas galimatías del lenguaje y nos revele la verdad “monda y lironda” del pasado reciente.
Aun así, dejo para el final la evaluación de si la institucionalidad del Ministerio Público llegó para quedarse y seguir controlando las apetencias de los “amigos de lo ajeno y de lo público” para estar al nivel de Singapur, la ciudad-Estado asiática que en el mismo período marcado por la Guerra Civil de Abril (que debe estar en la memoria de todos los dominicanos o que les pregunten a sus abuelos), ellos se independizaron de Inglaterra en 1965 (luego de ser parte de la Federación Malaya) e iniciaron el camino para vencer la corrupción y ser uno de los países de más alto ingreso per cápita del mundo: US$ 77,000 anuales; mientras los dominicanos crecimos en corrupción y nuestros éxitos nos dan para un per cápita de US$ 8,647 (Si lo quieren en €uros, serían 6,410).
Al mismo presidente Abinader, le recomiendo que insista que nadie está por encima de la comunidad, porque no somos ni un reino ni una monarquía y, mucho menos, una teocracia, para que recurran a “cielos o a infiernos” fuera de nuestras realidades, que suficiente es la “falsa” conciencia que justifican los millones robados al bienestar de los dominicanos como las calamidades sufridas por las víctimas de las precariedades producidas mediante ardides de los carteles creando falsas escaseces para ganar beneficios extraordinarios. ¡Un crimen de lesa humanidad! Y una mayor demostración de muy poca conciencia altruista y solidaria.
Las elecciones del 2020 fue la irrupción de la clase media en el escenario electoral. Luego de los cuatro años del presente período constitucional, en conciencia, ¿debemos dejar por perdida la cólera que la impunidad provocó? Hoy es investigada, llegándose a la gestión vigente, en los casos con nombres marinos que todos conocemos y que espero que todos los candidatos se comprometan a continuar los juicios y dictar las sentencias de culpabilidad o inocencia.
Voy más allá: que los jefes políticos firmen, antes de las elecciones, el acuerdo político de fijar la independencia “definitiva” de la Procuraduría General de la República mediante una reforma constitucional inmediata, antes de las elecciones del 2024. Hay que desenmascarar a los politicastros que sabotean todo intento de institucionalización y transparencia del Estado-Nación Dominicano.
En pocas palabras, señor presidente: No recurra a las falacias, por favor, y recupere la confianza con la verdad y la objetividad en la mano y en el corazón. ¡Duélale a quién le duela!