Con el permiso del doctor Pedro Mendoza, reproduzco integro, como artículo invitado, su comentario al trabajo que recientemente publiqué en mi columna fija de los jueves en este prestigioso medio bajo el título "La dignidad humana debe respetarse, aun cuando se trata de delincuentes abatidos por la PN". Y lo hago porque su comentario amplió lo que me propuse: llamar la atención en el sentido de que los “medios  de información deben evitar la despersonaliza a los delincuentes”.

A continuación el referido comentario.

POR: DR. PEDRO MENDOZA.
Terapeuta Familiar

Y lo peor de todo es que la automación de tales niños se va a pique cuando sus amiguitos empiecen a llamarlos por los mismos apodos de "La Pluma", "Peluca", "Come hierro", "Pelo e pipo" o "El come cuca", de sus padres criminales muertos en combate con la policía.

Es pertinente y a la vez educativo lo dicho aquí por el periodista Rafael Méndez. Desde el punto de vista de la Psicología social y de la referida a la persona humana, esos titulares de prensa sobre la muerte de algunos delincuentes que se enfrentan a la Policía, la estructura de esa clase de titulares corresponde con lo que llamamos "Despersonalización" del individuo.

Y la despersonalización de un ser humano (a pesar de ser un criminal brutal) alcanza a la familia de origen, a la que con relativa frecuencia el criminal jamás escuchó para que dejara atrás sus acciones delictivas, o bien, como ocurre muy a menudo, la familia de origen solo se dio cuenta del vendaval de delitos de su descendiente cuando era demasiado tarde.

Es oportuno que recuerde ahora que a pesar de que se acepta en Psicología Social que muchos criminales no son simples antisociales productos de la escasa o no buena crianza recibida en casa, y de las pésimas condiciones de injusticia de la sociedad, también es verdad que otros son verdaderos sociópatas.

Y los sociópatas son criminales recipientes de las mayores actitudes egoístas, sujetos para los cuales ni el honor de su familia cuenta y menos la vida y las propiedades de otros. Solo se importan por sí mismos y por complacer sus tendencias egocéntricas extremas.

Los medios de prensa deben tomar en cuenta que esos señores de horca y cuchillo, muchas veces tienen parejas e hijos, incluso padres nobles y generosos que, lamentablemente, son alcanzados por el comportamiento malhechor de tales individuos.

Al despersonalizar al criminal ese "borramiento" de la condición de persona humana, también alcanza a su familia y, peor aún, alcanza a su mujer y sus hijos inocentes que crecerán estigmatizados (o despreciados) por la sociedad sin haber cometido un crimen alguna vez.

Eso hijos podrían luego caer victimas del rechazo y la burla de otros niños que les echarían en cara que su papá fue un bandido criminal matado por la policía.

Y lo peor de todo es, que la automación de tales niños se va a pique cuando sus amiguitos empiecen a llamarlos por los mismos apodos de "La Pluma", "Peluca", "Come hierro", "Pelo e pipo" o "El come cuca", de sus padres criminales muertos en combate con la policía.

Por eso es que los medios de información deben evitar la despersonalización de los delincuentes.

El terapeuta y la Policía
En mi condición de Terapeuta Familiar, para dictar un par de charlas a policías que laboran en la persecución y prevención del crimen, me extiendo en explicarles que en ese trabajo deben tomar en cuenta que cada criminal tiene una familia de origen y otra probablemente propia, que construye junto a una compañera (esposa formal o informal).

Y que deben averiguar si el "monstruo" procede de una familia normalmente bien estructurada, de una estructurada pero ineficaz en la crianza, si de una completamente "amoral" o su cabeza es un enfermo (el padre tiene alguna adicción, es ludópata, pendenciero o padece alguna incompetencia intelectual, o bien, es un comerciante o empresario sociópata a quien la integridad familiar no le importa sino hacer fortuna).

O si procede de una familia "carenciada" (aquí en la RD le llamamos "huérfana", pues ambos padres han muerto y otro familiar cercano no asumió su rol por lo que los hijos "se crían" a sí mismos y la ayuda de vecinos caritativos).

Esto es importante que la Policía lo sepa porque es común en nuestra sociedad occidental capitalista prejuzgar la conducta del muchacho criado fuera de la escuela en un barrio pobrísimo donde solo abundan las bancas de lotería, los bares-colmadones y jóvenes de ambos sexos que "se la buscan" (venden sexo o se dedican a "ganar" dinero vendiendo toda aquella mercancía que alguien compra si es barata) cuyo padre está en prisión y la madre, que trabaja en un bar, se vuelve adicta al alcohol y entretiene o se acuesta con clientes por paga, mientras los hijos "viven en la calle" a merced de toda la inmundicia de la sociedad.

Es frecuente que la Policía crea que si el delincuente anda en un carro bien cuidado, va bien vestido, se expresa bien y es buenmozo, no puede ser "tíguere" y asaltante. También es común que la Policía crea que si el delincuente no puede ser un criminal desalmado si lleva un "bonito" apodo y un corte de pelo caro.

Y que si el delincuente viste ridículamente, su pelo y barba están alborotados, responde a sus preguntas con groserías, anda en carro de concho y en guagua pública, ése sujeto no puede llevar un apodo "bonito", sino uno horrible como el que lleva de "El rasquiñoso" o "El bemba e vaca". No se dan cuenta que los apodos también se corresponden con una connotación o nivel socioeconómico del individuo.