¿Es la inteligencia una cuestión de peso? Desde hace mucho tiempo existe el debate sobre la relación entre el volumen del cerebro y sus capacidades. La discusión radica en si un mayor tamaño supone una mayor capacidad de aprendizaje, almacenamiento y de resolución de conflictos. Asimismo, en estas discusiones se realizaba la comparación hombre-mujer (y no es que me sienta aludida).

Es una vieja polémica ya muy manida y, además, en estas comparaciones se excluye a grupos como los niños y los ancianos. Muchas veces se ha considerado fuera de  la “normalidad” al anciano por razones de tamaño cerebral, ya que el proceso de envejecimiento (a partir de los 30 años, aproximadamente) disminuye el tamaño del cerebro: es lo que se denomina atrofia cerebral.

En este debate debemos descartar la aplicación de otros parámetros al hablar de normalidad cerebral en lo referente a la estructura. Sabemos que el peso medio del cerebro masculino se sitúa alrededor de 1,400 g, mientras que el femenino es, por término medio, inferior un 10%. Esta diferencia no autoriza a afirmar que las mujeres somos menos inteligentes, puesto que tampoco podemos sostener que el elefante, con un cerebro que pesa 6000 g, o las ballenas, con unos 9000 g de masa cerebral, sean más inteligentes que el hombre en el sentido universal de la palabra.

Existen casos tan contrapuestos como el del novelista ruso Turgenev, quien poseía un cerebro de 2OOO g, mientras que el de Anatole France, premio Nobel de Literatura en 1921, pesaba 1200 g. La inteligencia no es un asunto de peso ni de tamaño, es cuestión de capacidades múltiples, como nos enseña Howard Gardner.

Actualmente, todas las capacidades individuales se asocian a las capacidades colectivas e incluso dentro de los modelos de estudio está la inteligencia social. Este último modelo de estudio permite el análisis de conductas colectivas y la inteligencia de grupo.

Dentro de las virtudes del ser humano, la inteligencia es fundamental, pero existen otros rasgos de la personalidad que siempre deben acompañarla, la empatía, la solidaridad, la piedad, la bondad, el altruismo, la compasión. Sin estas condiciones asociadas ¿de qué nos vale la inteligencia?