Un usuario de Twitter reunió a un grupo de unas siete personas que alegan haber perdido fondos depositados en una entidad bancaria. Entrando a consultar sus cuentas en línea o en visita a sucursales se enteran de que desapareció lo que tenían y que la institución no les ofrece explicaciones convincentes de que sus balances ahora estén en cero o que del disponible ayer apenas quede para una pizza sin refrescos en Little Caesars. Nombran a la entidad en el corto video, mencionan su nombre de usuario en el corto mensaje y hasta presentan en foto al ejecutivo principal del banco al lado del presidente Luis Abinader. Cuando terminé de ver el desaguisado del tuitero lo primero que me vino a la mente fue imitar una de las frases de Kinito Méndez: “¿Pero y es loco que están?”.

La sorpresa con el tuit no se detiene ahí. El manejador de las redes de la entidad participa con la misma respuesta que daría si la denuncia fuera que el cajero se quedó con la tarjeta de débito: “Escríbanos por DM para analizar su caso”. Luego veo el banco como tendencia y varias cuentas más uniéndose a la denuncia por las redes del supuesto secuestro de fondos depositados y solicitando apoyo replicando el mensaje.

A la hora que estuve escribiendo esta colaboración para Acento, sábado al mediodía, me imagino que ya las máximas autoridades de los organismos de inteligencia del Gobierno, en coordinación con las autoridades reguladoras del sistema financiero, tenían identificados a los autores de esta campaña contra una entidad autorizada a captar depósitos del público. La Ley Monetaria y Financiera es clara en las sanciones pecuniarias y penales que pueden caer sobre quienes “difundan por cualquier medio falsos rumores u organicen campañas difamatorias relativas a la liquidez o solvencia de una o varias entidades de intermediación financiera y la estabilidad del mercado cambiario”.

Todo el que se quiere desahogar en las redes por una mala experiencia con un banco tiene derecho hacerlo. A diario uno encuentra mensajes de personas afectadas por un mal servicio junto a otros con genuino agradecimiento por ser contraparte en transacción préstamos o depósitos.  En los casos de una crítica puntual es común dar detalles de los hechos y citar la entidad que, de inmediato, responde con una invitación a explicar con más detalles por mensaje directo. Eso es una cosa normal, común, y los bancos no tienen ningún trato preferencial para evitar que se les haga un foro público como a los hoteles en Tripadvisor o a los taxistas de plataformas como Uber y Didi.

De hecho, noten que la ley menciona campañas difamatorias relativas a “la liquidez o solvencia” de una o varias entidades financieras. De manera que ante algo como esto tiene todo el derecho de denunciar con nombre y generales del banco por cualquier medio que controle o que se lo permitan. Se están dando casos en los bancos en que se abren productos que generan obligaciones con la identidad de otras personas (algo que antes era común con la apertura de líneas de celulares y se han puesto correctivos); el estafador usa fondos, se genera deuda y la víctima se entera por llamadas de cobro compulsivo por parte de la entidad o, en el peor de los casos, por oficinas de abogados externos.

Si algo así le pasa tiene derecho mencionar el atropello por medios públicos y proceder su reclamo formal ante los bancos que por ley deben tener áreas especializadas en recibir quejas de esta naturaleza por parte de los clientes. Espere el resultado de esa investigación y si no queda satisfecho diríjase entonces con esa decisión del banco a PROUSUARIO, que actúa como segunda instancia para ver su caso. Espere los plazos, la decisión y si no quedó convencido consulte con un abogado las posibilidades de ganar su caso en los tribunales. No tenga miedo porque ahí a los representantes de los banqueros los ponen del mismo tamaño que usted frente a jueces que, al igual que en los juicios laborales, tienden a tener poca paciencia con los abusos de los más poderosos.

Ahora bien, por más ira que le provoque su situación particular, tiene que manejar el impacto de su discurso y evitar violar la ley que prohíbe expandir rumores sobre la capacidad de los bancos para devolver depósitos a los clientes o una insuficiencia grave patrimonial. No se crea que el juez que falló en contra del banco que usted demandó porque le embargó una cuenta de nómina le tendrá compasión si ahora es su turno en el banquillo de los acusados y existen pruebas irrefutables de que violó el Artículo 80 de la Ley Monetaria y Financiera.