El triunfo recién salido del horno del candidato republicano Donald Trump, y las apresuradas y complacientes manifestaciones de reconocimiento con que se han despachado presidentes que, a meses del triunfo del venezolano Nicolás Maduro, aún le regatean el triunfo con porfiada necedad, remite al dicho popular de que, “el puerco no se rasca en jabilla”. Temen a las espinas.

Si bien, pese a las tensiones habidas, el proceso electoral USA transcurrió sin incidentes visibles qué lamentar, es notorio el vedetismo de ciertos gobernantes que, en su empeño por estar en primera fila, bien a la vista del capitán imperial, ni por asomo se dan por enterados respecto a las denuncias de gastos ilegales en campaña, compra masiva de votos, insultos y amenazas, etc..

En buena lógica, cabría esperar que Luiz Inacio Lula da Silva, Gabriel Bóric, Luis Abinader y otros, que tan fieros han sido en su negativa a reconocer el triunfo del presidente Maduro, rindieran tributo a la coherencia -ajeno a la búsqueda de views– y formularan algún reparo al flamante proceso USA.

En esa actitud no estarían solos, ya que la propia Kamala Harris, en el discurso de aceptación de los resultados electorales, expresó: “Aceptamos la derrota, pero no estoy aceptando el juego sucio que manchó la contienda electoral…”. ¡Si lo sabrá ella!

La expectativa procede, en razón de que los presidentes señalados -cónsonos con la desacreditada OEA de Luis Almagro- se han erigido en gendarmes de la pulcritud electoral del continente.

Al menos, cabría esperar que Lula, Bóric y Abinader  -estrábicos y sumisos por temor y zalamería- tuvieran la sensatez de ponderar el “análisis minucioso y exhaustivo de los últimos recuentos de votos”, y el veredicto de rigor a cargo de The Associated Press….

No insinúo que, como en el caso de Maduro, se negaran a reconocer el triunfo de Trump. Tal carecería de toda pertinencia. Lo vergonzoso es que prende la presunción de que, sin importar cuan fraudulento hubiese transcurrido todo, el reconocimiento apresurado y servil habría irrumpido en Washington sin chistar.

Contra Venezuela sí, aunque se rompan las relaciones; pero contra EEUU…, faltan guáramos, como dirían los venezolanos.

Y es que, para los demócratas empeñados en imponer extraterritorialmente la directriz recibida, a Maduro y el chavismo sólo les correspondía ir a las elecciones a perder. El triunfo estaba concebido como consustancial a Edmundo González Urrutia y María Corina Machado.

¡Las exigencias a Venezuela, ni en el pensamiento a EEUU!