“A todos los seres: los desaparecidos; los vivos y los que aún están por venir. Nuestros antepasados hicieron del mundo lo que es: Nosotros podemos decidir en que se convertirá”. (Yuval Noah Harari: Imparables).

Ver los informes internacionales acerca de la putrefacción en que se encontraba la sociedad dominicana, nos dejaba sin aliento, en estupor y atónitos, en medio de la más acuciante vergüenza y deshonor. La depravación y el envilecimiento, en cuasi un aniquilamiento moral, nos producía una perplejidad que anulaba toda posibilidad de incertidumbre y de certeza. El lodazal de la corrupción, de la descomposición, nos anulaba, como país, en el potencial de desarrollo humano.

Es que corrupción significa: podredumbre, peste, fermentación, corruptela, prostitución, deshonestidad, soborno, cohecho, envilecimiento, concusión, contaminación, adulteración, vicio, degeneración, desmoralización, extravío, impureza, infección, inmoralidad, necrosis, perversión, Todas esas palabras estaban contenidas en el tejido social de nuestra formación social, cuando a partir de 2005, se diseñó un eje de dominación y hegemonizarían basado en el clientelismo y la corrupción. 24 palabras alusivas a la corrupción, constituiría el cuerpo nodal de una verdadera captura del Estado. El Estado se encontraba a la merced, subordinado al partido. Empero, lo peor, no era un partido con un proyecto, con visión del tipo de sociedad que ameritábamos como nación.

Eran una constelación de individuos con intereses personales, particulares, para acceder a la burguesía burocrática, que es aquella que se fermenta y crece a través de la acumulación originaria de capital, que luego, una parte se reproduce realizando alianzas con la burguesía tradicional, con inversiones y marcas de empresas establecidas. ¡El murmullo es iconoclasta, como si fuera improbable, demencialmente espantoso! Sin embargo, muy difícil de atrapar. Cuasi no tienen nada a su nombre. Somos el país con la mayor tasa de testaferrismo, de presta nombre, de América Latina y el Caribe.

Corrupción y clientelismo derivaron en una sociedad signada de manera recurrente en una anomia social e institucional. Una corrupción que fue una megacorrupción, como de la magnitud de: Antipulpo, Medusa, Coral, Coral 5 G, Sund Land, ODEBRECHT, EMBRAER, Operación 13, Calamar. Se requería de un Estado débil, pues a más Estado débil, más corrupción y a más corrupción, más Estado débil. Es una ecuación que desfigura el imperio de la ley, independientemente de las normas, de las reglas, de las leyes. El objetivo central es la inobservancia, desconocer todo lo que vaya en contra del latrocinio. La biopolítica, la necropolítica, son el corolario y el colofón de aquella sangría de adicción al poder y a la avaricia.

En 16 años crearon una sociedad más conservadora, más individualizada, más relativizada, más matizada por el tener no importa cómo, una sociedad caracterizada por el hombre y la mujer light: hedonismo, consumismo, relativismo, materialismo, permisividad. En ese interregno se construyó la más demencial corrupción de la Cuarta República, sobre todo, de la época moderna. A la corrupción endémica, estructural, sistémica, se sumó la INSTITUCIONAL. Los funcionarios desde la más alta función en el Estado eran parte de ella. Al decir del Dr. Joaquín Balaguer “La corrupción se detenía en la puerta de su despacho”. Un reconocimiento a esa cruel realidad. No obstante, Balaguer, él, no era corrupto. La corrupción era el ancla para mantenerse en el poder. Desgraciadamente, la generación que debió responder a los desafíos del momento, de su época, no lo asumieron. Por eso, el salto cualitativo a la democracia fue famélico.

Se produjo una transición sin contenido, diezmando la sociedad y penetrando todo el caudal de ser la sociedad con mayor fraude social, postergando en 16 años las reformas estructurales que los mismos estudios que mandaron a realizar le sugerían. ¡El Síndrome de Hubris se apoderó de ellos! Esa desmesura que hoy exhibimos se gráfica como parte de la descomposición en el ejercicio del poder, con tener un senador en el primer poder del Estado que no puede ir a los Estados Unidos porque le aplicaron la Ley Mackinsy, y Transparencia Internacional lo catalogó entre los más corruptos del mundo. ¡Una deshonra como país, un deshonor, un verdadero escarnio!

No había límites, no existían escrúpulos. Esto se expresa en que doña Mirian Germán Brito señaló que encontró 400 expedientes de corrupción. Licelot Marte de Barrios, a la sazón, en ese momento, presidenta de la Cámara de Cuentas llegó a decir “Que con lo que se perdía en materia de corrupción, se podía construir dos República Dominicana”. La famosa frase de Albert Camus “En política, son los medios los que deben justificar el fin”. Es la impronta de crear el camino de una sociedad más decente. El caso Calamar expresa de manera diáfana la captura del Estado en la cleptocracia y, al mismo tiempo, dibuja la política entre lo viejo y lo nuevo, en una sociedad que se bate en una transición hacia la decencia.

Veamos las expresiones de la vieja política, de los que creen que deben de tener un trato preferencial, diferenciador, al estado de derecho. He aquí algunas frases:

  1. Quique Antún: “Creo que el Ministerio Público, independiente no tiene necesidad de actuar con ese aparataje. Se cita los investigados que tienen tiempo investigando y si hay elementos se dejan detenidos, si hay que allanar se allana, pero así no”.
  2. Jaime David Fernández Mirabal: “No nos metamos cuchillo para nuestra propia garganta”.
  3. Elías Báez, Diputado PRM “Califica allanamientos del Ministerio Público, como morbo, circo y película”.
  4. Hipólito Mejía: “No estoy de acuerdo con la libertad absoluta o independencia de la justicia. No creo en retaliación. Bueno, pero el que la haga que la pague”.
  5. Ángel Lockward “Yo no le di dinero al Penco, yo le di dinero limpio al presidente Abinader”.

Ahora, veamos las expresiones de la buena política, del caminar hacia una sociedad decente, de un nuevo acontecer de la historia:

  1. Guillermo Moreno “En una investigación seria no hay forma de que la mano del Ministerio Público no alcance a Danilo Medina. Desde hace varios meses la ciudadanía esperaba que el MP actuara contra esta gente que a todas luces desfalcaron y se enriquecieron con recursos y bienes públicos”.
  2. Huchi Lora: “Esa redada sin precedentes en la historia de la justicia dominicana, la Procuraduría apresa a los ex ministros: José Ramón Peralta, Gonzalo Castillo y Donald Guerrero, después de varios interrogatorios. Justicia independiente, fin de la impunidad reclamaban las multitudes”.
  3. María Teresa Cabrera “Apresamientos de exfuncionarios cumplen reclamo de la ciudadanía. Los apresamientos corresponden a un reclamo constante de la ciudadanía tras afirmar que los mismos constituyen a revivir el optimismo respecto a que la corrupción será castigada y la impunidad severamente golpeada. Fortaleciendo, además, la seguridad de que no fueran en vano los reclamos de Marcha Verde cuando caminamos y marchamos por todo el país pidiendo cárcel a los corruptos y el fin de la impunidad”.
  4. Opción Democrática (Minou Tavares): “Afirma se ha dado un paso importante hacia el fin de la impunidad. Tenemos la seguridad de que respetando el debido proceso y haciendo cumplir la ley, los tribunales de este país serán capaces de producir justicia”.
  5. Manuel Salazar: “El PCT saluda los apresamientos decididos por la Procuraduría General. Porque corresponde a un reclamo constante de la ciudadanía. Contribuye a revivir el optimismo respecto a que la corrupción será castigada y la impunidad severamente golpeada”.

Calamar es, a decir verdad, la más clara obviedad de la cleptocracia, generadora de una plutocracia a lo largo de 16 años en el poder. Es la concretización del poder y el daño a las instituciones, a sus procesos y procedimientos. A la inobservancia de los mecanismos establecidos. A un nuevo neopatrimonialismo, incubado en el 2005 y en medio de la locura del poder y sus trastornos (antisocial y narcisista), nos colocó entre los países más corruptos del mundo (8vo.) y quinto en América Latina, al decir de Foro Económico Global 2019 y con una puntuación de 28/100 y en el Ranking 136 de Transparencia Internacional en 2019.

Calamar comenzó la investigación en septiembre de 2021. Es una indagación rigurosa, exhaustiva, con 1,200 elementos testimoniales, probatorios, más de 2,120 páginas y en esta fase por un monto de más de RD$19,000 millones de pesos, esto es, alrededor de US$360 millones de dólares. Soy de los que creen que el monto será mayor a las cifras ofrecidas en esta oportunidad.

El cliché de persecución política, causa pena, dolor y risa entre lágrimas. Poca imaginación, poca creatividad, para un grupo que cree que la sociedad es la misma, que consideran que con sus rostros “adustos” le vamos a creer. La sociedad dominicana es otra y la marcha inexorable hacia un nuevo peldaño de la historia: una sociedad más decente, seguirá trillando porque, sencillamente, no podemos dejarle la patria de Duarte a aquellos que en medio de que la sociedad creaba riquezas, se apropiaban, generando una de las peores inequidades sociales de América Latina y el Caribe.

No son presos políticos, son delincuentes políticos, son los que cerraron 56 hospitales públicos al mismo tiempo, algo insólito a la luz de lo razonable, de la lógica, del pensamiento crítico, empero, sí desde la visión de la corrupción y la permanencia en el poder, no importando las vidas que se fueron. La visión es la imagen de lo que es posible y deseable de cara al futuro. El ser humano es el único animal de la naturaleza que viviendo el presente se proyecta hacia el futuro. Conjugar este presente en una perspectiva cierta hacia un mejor futuro nos llama a más transparencia, más justicia efectiva y a más democracia fortalecida.

Como nos decía Joel Barker, autor del libro Los Paradigmas “Con el pasado no podemos hacer nada, si somos inteligentes debemos de aprender de él, el presente es solo un instante en la dinámica social, es en lo que está por suceder, el futuro, donde se encuentra las mejores posibilidades”. Nadie con un pasado tan atroz nos puede graficar el presente objetivamente, a no ser que usen la manipulación y la mentira, en un ejercicio de galimatías carcamal y el futuro no lo avizoran, porque sería una reiteración de ese pretérito desencajado moral y éticamente.