En los años noventa del siglo pasado una escritora norteamericana se hizo muy famosa por sus novelas que describían las vicisitudes amorosas de mujeres negras no tan jóvenes. Esas lecturas eran inusuales. Durante los primeros doscientos años de la historia de los Estados Unidos la historia y la literatura eran predominantemente centradas en la experiencia caucásica. Los personajes negros solían tener roles complementarios, serviles, a menudo infantiles y casi siempre unidimensionales. Vino entonces el trabajo de la gran Toni Morrison y de otros autores mostrando la desgarradora realidad de las personas oprimidas y tanta fue su fuerza que a ella se le reconoció con un premio Nobel en el año 1993.  Pero las novelas de Terry McMillan, que así se llamaba la escritora, eran frescas y novedosas al presentar una gran mayoría de sus personajes negros dentro de tramas románticas, escritas con un tono ligero y con mucho sentido del humor. Una visión feliz y bastante próspera de la denominada “experiencia negra de los Estados Unidos”.

Terry McMillan, autora de Esperando un respiro.

 

Desde que el martes en la noche empezó el conteo de los votos de las elecciones de medio término de los Estados Unidos, el ambiente general parecería reflejar el título de una de sus novelas: “Waiting to exhale” (vendido en español como “Esperando un respiro”) ya que muchos indicadores anunciaban la llegada de un final feliz.

 

La primera y mayor señal de esperanza la proveyó la reelección del republicano Brad Raffensperger, que se postulaba a la reelección como “secretario de estado” de Georgia, un puesto que no se puede traducir al sistema político usado comúnmente en América Latina pero que, entre otras funciones, le toca la de ser la máxima autoridad electoral del estado que representa. Recordamos que Raffensperger fue uno de los republicanos que tuvo que defender con más ahínco la limpieza del escrutinio de las elecciones presidenciales del 2020, la cuales, todavía dos años después continua no siendo aceptada por muchos ciudadanos norteamericanos. Peor aún, entre todos los más de 600 candidatos a distintos puestos, 300 de ellos, en un movimiento principalmente irracional y tal vez también populista, también mantienen esta postura.  Se reportaron amenazas para los encargados de seguir los escrutinios y también violencia partidista, como la agresión a la casa y el esposo de la diputada Nancy Pelosi por parte de un opositor político.

 

Sin embargo, a la salida de las urnas la situación no se presentó como catastrófica, en parte debido a las acciones de políticos como Stacy Abrams, que tiene años luchando para ampliar la diversidad y el número de personas que votan (y que, por coincidencia, también escribe novelitas románticas sobre personajes esencialmente negros). Esto ha significado que, aunque más de dos terceras partes de los candidatos negacionistas recibieron un gran respaldo de parte de los votantes, también hubo mucho voto consciente en los denominados swing states (estados bisagra).  Además de que muchas personas se han ido convirtiendo en electores, también ha ayudado la actitud civilizada de algunos participantes. Antes de que la victoria de Raffensperger fuera declarada oficialmente, su principal oponente, Bee Nguyen, reconoció abiertamente su derrota en un tuit muy elegante.

 

Afortunadamente, el martes 8 no hubo anuncios de incidentes violentos ni de irregularidades en los conteos. Parece ser que, en coherencia con el título de la novela del año 2020 de Terry McMillan: “It’s not all dowhill from here”, que fue traducido como “No pienso ir cuesta abajo”, que también podría ser: “A partir de este punto no todo es un desastre”.