Desde tiempos muy remotos el almirante Cristóbal Colon ha sido endiosado hasta la sacralización como “descubridor de América”, soslayando que este continente estaba habitado por humanos con estructuras morfofisiológicas similares a la de los ciudadanos europeos y con sociedades organizadas, algunas de ellas de modo extraordinario como las Incas, Mayas y Aztecas. Este inefable “ídolo” recibió siempre la crítica sana a nivel del humor educativo de Freddy Beras Goico, el más importante representante del arte popular dominicano y también un denodado intelectual. Conocedor del crónico culto al “Dios Cristóbal Colon y su descubrimiento”, Freddy nunca desperdició la oportunidad de satirizar el mal llamado “descubrimiento de América”, cuya denominación sectores conscientes han modificado, señalándolo como «Encuentro entre dos culturas».
En su muy refrescante libro biográfico Parte de mi vida, Freddy refirió una de sus emocionantes aventuras al encarnar el papel de este enigmático personaje. Fue contratado por el Hotel Hispaniola para disfrazarse de Colón en una de las versiones del carnaval de Santo Domingo. Al describir su atuendo explicaba lo disfrazaron de Colón con una peluca, su clásica faldita, pantalones bombachos, al final quedó transformado en un auténtico Cristóbal Colón. Su comparsa se integró al desfile de carnaval en el malecón, todos estaban muy entusiasmados, encaramados en una bellísima carroza, al compás de aplausos, serpentinas y confetis.
Freddy en su rol de Colón iba agarrado de un poste, y a sus pies una hermosa mulata en representación del papel de Anacaona. En un determinado momento al doblar en el obelisco frente al parque Eugenio María de Hostos, un tiguere voceó hacia la carrosa “colón azaroso” y de inmediato le disparó una almendra que asestó en un brazo al emocionado “Colón”, otro grupo se contagió y la emprendieron con proyectiles de almendras contra la carroza, cuyos integrantes huyeron incluyendo al polémico almirante con su faldita, mientras un grupo corría detrás entonando consignas peyorativas contra el célebre personaje histórico, que de modo raudo se replegaba por la calle Danae con dos peñones en las manos. (Freddy Beras Goico. Parte de mi vida. Impresora Conadex C. por A. Segunda edición. Santo Domingo, 2008. pp. 91-92).
Otra estampa satírica y harto crítica de las aventuras de Colón, la dirigió Freddy en su exitoso programa «Punto Final». Felipe Polanco (Boruga) hizo el papel de Guacaganarix, el cacique injustamente calumniado de adulón del almirante. El “cacique” se presentó a «Punto Final» para ser entrevistado por Freddy, aclaró bajo un ataque de risas del entrevistador que él no era un lambón como se explica en la historia, pasando a describir de modo satírico su participación en esos acontecimientos. Es una broma magnifica que siempre recomiendo a mis estudiantes de la UASD, porque a este cacique y sus compañeros los conquistadores no les permitieron aportar su versión de la historia y ha sido estigmatizado como “adulón”, hasta el extremo que se ha enunciado un complejo de inferioridad denominado “Complejo de Guacaganarix”.
En el famoso programa fueron diversas las sátiras sobre el almirante y la reina Isabel representada por el reputado humorista Cuquin Victoria. Con un lenguaje crítico asumían temas que históricamente se le ha otorgado una solemnidad, que atenta contra el honor de los primitivos habitantes de esta isla.
El abordaje en broma de las tergiversaciones históricas que han “engrandecido” a los genocidas de los primeros habitantes del continente, no se realiza de modo fortuito sino siguiendo rigurosamente la verdad histórica, que de modo paulatino ha desenmascarando los crímenes cometidos tras el denominado “descubrimiento”. La “Empresa de las Indias” de Colón siempre ha sido un tema harto cuestionable, es innegable que ha sido humillante imputar a los aborígenes de nuestro continente que fueron “descubiertos”, prácticamente despojándoles de su condición humana.
A propósito de las actividades conmemorativas del V Centenario de este acontecimiento el 9 de julio de 1984 una comisión de los países integrantes de la Unesco se reunió en la ciudad de Santo Domingo. En la actividad el distinguido historiador Miguel León Portilla, representante de México, propuso que a fuer de desagravio se cambiara la denominación de “descubrimiento de América”, por «Encuentro de dos mundos».
El planteamiento estalló en el cónclave como una bomba, desató un acalorado debate, delegados defensores del “descubrimiento”, consideraron se trataba de una ofensa a la memoria del célebre almirante, y realizaron al día siguiente como acto de “reparación” una ofrenda floral en la estatua del discutido personaje en el Parque Colon de esta ciudad. Otros rechazaron la propuesta porque consideraban ocultaba la invasión española y el genocidio de millones de indígenas. El debate persistió y finalmente la Unesco aprobó la tesis de «Encuentro de dos mundos». (Sandra Patricia Rodríguez. Conmemoraciones del cuarto y quinto centenario del “12 de octubre de 1492”: debate sobre la identidad americana. Revista de Estudios Sociales. Bogotá. Enero-abril 2011).
Miguel León-Portilla al defender su planteamiento consideraba que la historia universal siempre ha tenido un tinte eurocéntrico, manifestando que: “Los indígenas del continente que había permanecido desconocido para los europeos, sólo entran en escena cuando ocurre que “son descubiertos”, “son conquistados”, “son cristianizados” y son “colonizados”. En estos aspectos tenía la razón, al tiempo que se preguntaba:
“Entre las cuestiones materia del debate mencionaré estas: “por qué se dice que Colón descubrió a América? ¿No la habían descubierto mucho antes los propios indígenas que, a través de milenios la habían poblado y habían creado en ella culturas como la teotihuacana, la maya, la mexica, la incaica? ¿Cómo es posible hablar de descubrimiento si Colón nunca tuvo conciencia de lo que eran las tierras a las que llegó?” (Miguel León-Portilla. Encuentro de dos mundos. Conferencia Internacional: Reescribiendo la historia. San Antonio del Mar, Baja California, 8 de febrero 1992).
Si el asunto fue descubrir indígenas, como decía León-Portilla estos llegaron primero y crearon diferentes culturas, entonces ellos fueron los descubridores, con el ingrediente que Colón murió suponiendo que había llegado a tierras muy conocidas por ellos como China, Japón e India. El historiador mexicano sustentando su tesis de «Encuentro de dos mundos», establecía que:
“Metafóricamente sea hablado de un Viejo y un Nuevo Mundo. Lo que ocurrió entre gentes de uno y otro a partir de 1492 no fue un mero “yo te descubrí”, sino “tuvimos un encuentro”. (Miguel León-Portilla. Obra citada).
Aunque de primera intención luce acertado, el planteamiento de León-Portilla tiene sus dificultades. El también historiador mexicano Edmundo O‘Gorman, rechazaba el concepto de «Encuentro de dos mundos», lo calificaba como “eufemismo interpretativo”, alegando que no existía un nuevo mundo y un viejo mundo, adicionando que mundo es la totalidad, y excluye lo viejo y lo nuevo, sosteniendo con objetividad:
“Hemos visto que no puede existir un Mundo que sea «viejo» en oposición a uno que sea «nuevo», pero impropiamente hablando cabe concebirlos, no como mundos distintos, sino como parcelas del único mundo existente”. (Edmundo O’Gorman. La falacia histórica de Miguel León Portilla sobre el «encuentro del viejo y nuevo mundo». Editada en Quinto Centenario No. 12. Universidad Complutense. Departamento de Historia de Amèrica, 1987).
Como explicaba O’Gorman aceptar el concepto de encuentro entre dos mundos, uno viejo y el otro nuevo, deja entrever que América fue una parcela de Europa, si bien es cierto que “descubrimiento” es peyorativo para la población indígena de América y sus descendientes, “encuentro entre dos mundos” mantiene esa subordinación, por eso para no obviar la inefable celebración se ha planteado que ocurrió un “encuentro entre dos culturas”, más aceptable porque no discurre en el concepto antiguo que evidenciaba sometimiento de las culturas indígenas a los conquistadores europeos. Otro nombre más avanzado es día de la «Resistencia Indígena», en homenaje a la resistencia de los primitivos habitantes del Continente frente al genocidio de los navegantes europeos saqueadores de las riquezas de América.
No hay dudas, «Encuentro entre dos culturas» es una denominación más decente para el muy discutible acontecimiento histórico.