Max Eastman y James Bergman, ex militantes de la llamada izquierda del Green Village, defensores a ultranza del liberalismo norteamericano, de confesos, convertidos y fervientes defensores del comunismo terminaron siendo dos de los más despiadados y encarnizados intelectuales propulsores de la muerte del comunismo y de la potencial hegemonía política de las ideas liberales.
La conversión de Eastman y Bergman al capitalismo más conservador los sitúa entre los más connotados apóstatas arrepentidos. Esto, a mi juicio, porque es un denominador común de los regímenes comunistas, aún de los que perviven, que han surgido en nombre de la liberación de la opresión y de la explotación capitalista y han sido y son regímenes caracterizados por el gran terror en que mantienen a sus poblaciones.
Sin embargo, esos arrepentimientos como otros tantos no han detenido el sangrado democrático en el mundo con indicadores harto preocupantes en el mundo y particularmente en nuestra región americana.
En nombre de la propia democracia tenemos hoy día regímenes verdaderamente autoritarios e híbridos -anocracias-, pocos con democracia plena y una cantidad apreciable con democracias imperfectas. Partiendo de esos cuatro tipos de regímenes y a propósito de los avances del autoritarismo, con el consecuente riesgo para la democracia en el mudo, hago alusión aquí a dos estudios sobre la democracia en el mundo, para ver si no caemos en ser creyentes herejes o apóstatas, que cínicamente predicamos y nos decimos demócratas; pero ni lo somos ni nos hemos arrepentido para dar espacio y vida a una real democracia.
El primero de los estudios es el hecho por The Economist, revista con sede en Londres, y el segundo de Freedom House, de Estados Unidos de Norteamérica.
Efectivamente, desde 2066 la Unidad de Inteligencia de The Economist elabora un Índice de la Democracia en el mundo, que consiste en un repaso del estado de la democracia en 165 países y dos territorios autónomos del mapa del mundo, utilizando cinco variables: proceso electoral y electoralismo, funcionamiento gubernamental, participación política, cultura política y libertades civiles. Ello permite establecer las distinciones entre países y territorios, partiendo de la nota global que obtengan en cada una de las señaladas categorías.
Según su edición de 2021, menos de la mitad de la población del planeta, cerca del 45%, vive en algún tipo de democracia y casi un 37% de la población mundial está gobernada por un régimen autoritario, debido principalmente a la situación en China y sus casi 1,400 millones de habitantes. India, otro de los países que ha sufrido un importante recorte de libertades civiles en los últimos años y que ya se clasifica como régimen autocrático en otros análisis, sigue siendo calificado por The Economist como democracia imperfecta.
A nivel global, los datos de 2021 son los peores desde que el índice se comenzó a publicar dicha revista hace quince años. La nota media del estado de la democracia en el mundo, en una escala de 0 a 10, fue de 5.28 en 2021, un resultado peor incluso que el obtenido en 2020, cuando la crisis sanitaria provocada por el coronavirus hizo caer el indicador hasta el 5.37.
Las principales causas de este retroceso han sido, según dicho estudio, las medidas impuestas por los diferentes gobiernos para frenar la expansión del virus. Pasados unos dos años del avance de la pandemia, el estudio de The Economist también destaca los ataques a la libertad de expresión y la ausencia de transparencia en las políticas de contención.
Con independencia de si las acciones emprendidas tuvieron apoyo social o resultaron efectivas en términos sanitarios, el Índice de Democracia de 2021 señala que solo 47 países del mapa del mundo lograron mejorar sus condiciones democráticas durante el último año, mientras que 74 Estados –el 44% del total– registraron retrocesos respecto de 2020.
Más allá del impacto de la pandemia, el estudio de la revista británica también identifica un cambio hacia el este en el equilibrio global de poder. El ascenso de países asiáticos a los primeros puestos de la lista en las últimas mediciones y la caída de Portugal, Francia o España a la categoría de democracias imperfectas es el mayor ejemplo de esta tendencia. Esta tendencia comenzó hace varios años, pero fue acelerada por el coronavirus.
Dentro de esa dinámica de cambio de poder sobresale el caso Taiwán. El Estado insular celebró elecciones en 2020 y contó con una elevada participación y una gran movilización de los jóvenes. En la edición de 2021, el país asiático es el octavo con mejor calificación en la medición sobre calidad democrática de The Economist, un ranking que pese a todo siguen dominando los países europeos –especialmente los nórdicos– junto con Australia y Nueva Zelanda.
El segundo es el Informe Libertad en el Mundo (Freedom in the world), de Freedom House 2022. Este señala que la autocracia está logrando avances contra la democracia y animando a más líderes a abandonar el camino democrático de seguridad y prosperidad, con países que sufrieron declives democráticos durante el último año superando en más de dos a uno el número de aquellos que mejoraron.
Gobiernos autoritarios en todas las regiones están trabajando juntos para consolidar el poder y acelerar sus ataques a la democracia y los derechos humanos, según dicho informe Libertad en el Mundo 2022: La expansión global de los gobiernos autoritarios. Se afirma en este que los derechos políticos y las libertades civiles han disminuido en todo el mundo durante los últimos 16 años, lo que plantea la posibilidad de que la autocracia supere a la democracia como modelo de gobierno que guíe los estándares internacionales de comportamiento.
Los controles sobre el abuso de poder y las violaciones de los derechos humanos se han erosionado tanto en las naciones como en las organizaciones internacionales, lo que ha supuesto un duro golpe para los cimientos y la reputación de la democracia. Los regímenes autoritarios en China, Rusia y otros lugares han ganado mayor poder en el sistema internacional, y los países más libres han visto desafiadas y fracturadas sus normas democráticas establecidas. El golpe militar en Myanmar -antes Birmania- y la toma de control de Afganistán por parte de los talibanes pusieron fin a los frágiles experimentos de gobierno civil elegido y condujeron a los declives más pronunciados del año, con una caída dramática de 19 puntos en el puntaje de Myanmar en la escala de 100 puntos del informe, y una alarmante pérdida de 17 puntos para Afganistán.
Un total de 60 países sufrieron disminuciones en los derechos políticos y libertades civiles durante el año pasado, mientras que solo 25 mejoraron. Menos países experimentaron mejorías en 2021 que en cualquier otro año desde que comenzó el período actual de declive democrático global. A día de hoy, alrededor del 38% de la población mundial vive en países calificados como No Libres, la proporción más alta desde 1997. Solo dos de cada 10 personas viven en países Libres.
¿Entraña esto un peligro real para la democracia? Para Michael J. Abramowitz , presidente de Freedom House, así es efectivamente, pues afirma que “La democracia está en peligro real en todo el mundo”, indicando, además, que “Los autoritarios se están volviendo más audaces, mientras que las democracias han ido perdiendo terreno. Los gobiernos democráticos deben unirse para contrarrestar los abusos autoritarios y apoyar a los valientes defensores de los derechos humanos que luchan por la libertad en todo el mundo. Al mismo tiempo, las democracias también deberían mirar hacia adentro para fortalecer sus propias instituciones y evitar los esfuerzos internos para socavar la separación de poderes y la integridad de las elecciones, que son indispensables para la democracia”.
La realidad es que los líderes autoritarios colaboran cada vez más entre sí para expandir nuevas formas de represión y rechazar la presión democrática. Aquí pongo algunos datos extraídos de dicho informe, con algunas notas y adiciones propias.
1º. Los enviados chinos y rusos ante las Naciones Unidas han trabajado para diluir la respuesta internacional a los golpes militares en Myanmar y Sudán, mientras Moscú ha buscado fortalecer sus lazos económicos con la junta en Myanmar.
2º. Los gobiernos de Rusia, China, Turquía y otros han apoyado económicamente los regímenes de Maduro en Venezuela y de Ortega en Nicaragua, contrarrestando las sanciones impuestas por las democracias a ese país, debido a las elecciones amañadas y la represión y apresamiento de la oposición.
3º. El Kremlin ha seguido apoyando la dictadura de Alexander Lukashenko en Bielorrusia desde que proporcionó propagandistas y asistencia en seguridad para ayudar a reprimir las protestas de la oposición, tras las elecciones presidenciales fraudulentas de agosto de 2020 en el país.
4o. El año 16 de declive democrático ha afectado a todas las regiones geográficas y a todos los indicadores democráticos, incluido el estado de derecho y la libertad de expresión y de creencias. Eurasia y Oriente Medio han experimentado los mayores descensos en la puntuación media general durante este período.
5º. Tres países recibieron la mejor puntuación total posible de 100: Finlandia, Noruega y Suecia.
6º. De los 56 países designados como No Libres, los tres con peores puntajes fueron Sudán del Sur (1), Siria (1) y Turkmenistán (2).
7º. Las mayores mejoras de puntuación del 2021 incluyeron a Costa de Marfil, que está clasificada como Parcialmente Libre y ganó 5 puntos, y Ecuador, que ganó 4 puntos y obtuvo el estado de Libre.
8º. Las mayores disminuciones de puntaje de un año para 2021 tuvieron lugar en Myanmar, que está calificado como No libre y perdió 19 puntos, y Afganistán, que también es No Libre y perdió 17 puntos.
9º. El mayor descenso en 10 años se registró en Malí, que está clasificado como No Libre y ha perdido 40 puntos en la última década.
10º. En países con democracias establecidas desde hace mucho tiempo, las fuerzas internas han explotado las deficiencias de sus sistemas, distorsionando la política nacional para promover el odio, la violencia y el poder desenfrenado.
11º. Las mayores caídas de puntuación en 10 años entre las democracias se produjeron en Hungría (parcialmente Libre, −19), Nauru (Libre, −16), Polonia (Libre, −12), India (Parcialmente Libre, −11) y Estados Unidos (Libre, −10).
12º. Se produjeron cambios en el estatus de la libertad como sigue: a) Ecuador y Perú mejoraron de Parcialmente Libre a Libre después de completar elecciones exitosas y transferencias de poder ordenadas. Sin embargo, el último caso con el autogolpe del depuesto presidente Pedro Castillo reafirma la inestabilidad política de Perú y los niveles de autoritarismo presentes en las diversas manifestaciones del poder; b) Túnez pasó de Libre a Parcialmente Libre debido a la toma de poder antidemocrática del presidente Kaïs Saïed en julio. Túnez había sido anteriormente el único país que salió de la Primavera Árabe con una calificación de Libre; c) Guinea y Haití fueron degradados de Parcialmente Libre a No Libre en relación con un golpe militar y el asesinato del presidente, respectivamente.
13º. A medida que las normas internacionales se desplazan hacia la autocracia, las elecciones no competitivas organizadas por las dictaduras se han vuelto cada vez más risibles, como se señala a seguidas: a) En Rusia en septiembre, en Nicaragua en noviembre, y en Hong Kong en diciembre, se llevaron a cabo falsas elecciones, en las que los posibles candidatos de la oposición quedaron marginados por enjuiciamientos debido a motivos políticos y otros obstáculos diseñados para fortalecer a los oficiales; y, b) Otros escenarios donde Freedom House identificó elecciones sin oposición en 2021 incluyen Congo (Brazzaville), Irán, Kazajstán, Siria y Uzbekistán.
Junto a la innegable realidad de expansión global de los gobiernos autoritarios, es destacable el descaro de los gobiernos autoritarios en su claro desprecio por los derechos humanos. En nombre de la libertad Pekín y Moscú pretenden hacerse dueños de la etiqueta de democracia para lograr credibilidad, despreciando y poniendo cada vez más en riesgo la democracia real.
Vista estas realidades de democracias en peligro, de seudo democracias, de incremento de gobiernos autoritarios y dictatoriales, ¿debemos seguir siendo firmes creyentes democráticos, por haber vivido o conocido lo que son los regímenes despóticos, autoritarios y dictatoriales y los serios daños que ocasionan a los derechos y libertades como por convencimiento? o ¿Debemos seguir insuflando o permitiendo la promoción de aires autoritarios y dictatoriales en nombre de la preservación de la nacionalidad, del territorio, de una paz comprada a fuerza de intercambios de disparos, de impedir los avances de la diversidad y de la confrontación civilizada de las ideas, como fuente auténtica de pluralidad democrática?
Los casos citados de creyentes comunistas arrepentidos como los Eastman y Bergman se han repetido a lo largo de toda la historia de la humanidad y ello no que quiere decir que sea bueno o malo. Solo son datos que pueden ser tenidos en cuenta para demostrar, la evolución del pensamiento humano, por un lado, y las traiciones a ideales y principios que en muchos casos han costado hasta la vida de mucha gente, por el otro.
En nuestro caso no es extraño ver a diario como personas que han predicado a lo largo de sus vidas públicas la vinculación y defensa a valores democráticos, a la hora de tener el poder de decisión, se convierten en pequeños dictadores o en grandes defensores y hacedores de maniobras claramente dirigidas a escamotear lo de democracia efectiva que hemos alcanzado en nuestro país y con ello, incluso arrasar con los derechos fundamentales.
De hecho, piadosos de la democracia formal han pasado a ser conversadores empedernidos o auspiciadores de las más diversas formas de autoritarismo radical. Predicar la democracia es un compromiso con su práctica, principios y valores. Es creer en los derechos humanos, en el poder de la gente, en la necesidad de su consentimiento más allá del momento electoral. Es una constante de gobierno de todas las instituciones del Estado, desde el Poder Legislativo, el Ejecutivo, el Judicial y los órganos constitucionales llamados extrapoderes, como la Junta Central Electoral, Cámara de Cuentas, el Tribunal Constitucional y el Tribunal Superior Electoral.
¿Cuántos podrían ser los devotos arrepentidos de haber promovido, dar su vida incluso, por superar la dictadura, la masacre, la violación a los derechos fundamentales, la desigualdad y la discriminación si el gobierno de la nación, en sus diversas instancias, no practica la democracia integral? No sumemos más cartujos herejes o monjes endrogados soñando con la libertad o apóstatas no arrepentidos. Necesitamos verdaderos y sinceros devotos de la democracia, en pensamiento, obra y acción.