En nuestro país, los presidentes de la República inician su gestión de gobierno renovando las promesas de cambio en favor de la sociedad en el acto y el discurso de juramentación —soportes del ritual de iniciación del nuevo período presidencial cada cuatro años—.
El elemento fundamental del discurso de juramentación es el contexto sociopolítico en el cual se inscribe. Es lo que sirve referencia y fundamento . Es lo que le da validez.
Ese contexto es, por lo regular, adverso; y de acuerdo con las circunstancias, más o menos catastrófico, aun cuando sea el mismo presidente que se suceda en el poder.
Ese contexto se apoya en un lugar común que expresa la gran dificultad y el enorme reto que ha de encarar el nuevo presidente de la República: el “nunca como ahora”(Manuel Matos Moquete y Reina Rosario Fernández, El discurso de juramentación presidencial en República Dominicana 1963-2012, INTEC, 2014).
Es un lugar común que se repite cada cuatro años: “nunca la situación ha sido tan difícil como en este momento de mi arribo al gobierno.”
Ese lugar común puede estar más o menos acorde con la realidad del momento o puede ser inventado. De todas maneras, al enmarcarse en un contexto oratorio es un poderoso recurso de persuasión que utiliza el orador, en este caso, el presidente de la República en el acto de juramentación.
Ese lugar común es el núcleo del nuevo discurso presidencial, del nuevo “lenguaje”, el cual incluye tres elementos: la catástrofe, la acciones para la superación de la catástrofe y el agente salvador de la situación, el héroe o Mesías.
Así, Danilo Medina en su discurso de juramentación el 16 de agosto de 2012 como presidente de la República. Al exponer las “ líneas maestras” del periodo 2012 -2016, concluyó declarando en que consistiría el ”lenguaje” de la futura gestión de gobierno:
“Hoy comienza el lenguaje de las transformaciones tan esperadas y de las realizaciones concretas. Pongamos lo mejor de nosotros para concretar los sueños y aspiraciones, no sólo de las generaciones presentes, sino también, de las que vienen detrás. ”
Siendo válida la estructura del lugar común “nunca como ahora” en ese discurso de Medina , las preguntas que habría que hacerse son:
¿ Cuáles son los recursos retóricos de persuasión manejados?
¿Cuáles son los principales tópicos del discurso?
¿ Como se presenta el orador, en este caso, el presidente Medina?
¿Cuál es el papel de la audiencia, es decir, el pueblo dominicano?
Como se expresa en el último momento de su discurso, en su relato Medina multiplica en tono triunfal los significantes de la redención y la mejoría. La expresión máxima de la redención se concentra en la consigna ¡Mano a la obra!, pronunciada y repetida en esa fiestas de iniciación con vibrante algarabía:
“¡Manos a la obra, compatriotas!
Vamos a fortalecer la institucionalidad democrática.
Vamos, juntos, a pensar a nuestro país en grande, del tamaño de nuestros sueños como pueblo, del tamaño de la esperanza, del tamaño de nuestras potencialidades y de nuestras capacidades.
Que el pueblo dominicano diga conmigo: ¡Manos a la obra!
Que lo expresen los grandes, medianos y pequeños empresarios, los obreros, los profesionales, los chiriperos, los motoconchistas, las madres y padres de familia, que lo digan los agricultores, los jóvenes, las mujeres, todos y todas, hasta los niños, cuya tarea es estudiar, jugar y ser felices.
¡Pongámonos todos juntos manos a la obra!”
Los retos que Medina plantea encarar durante su gobierno se sintetizan en tres expresiones que le sirvieron de eslóganes durante la campaña electoral: continuar lo que se ha hecho bien, enmendar lo que se ha hecho mal y hacer lo que nunca se ha hecho.
Esos retos son: progreso e inclusión social; lucha contra la corrupción, la deshonestidad y la irresponsabilidad; el cambio y la renovación:
“Sepan que tendrán en nosotros a un presidente, que pondrá en marcha las políticas de Estado que ustedes, dominicanos y dominicanas, están esperando.
No vengo a administrar simplemente el país, vengo a darle otro nuevo y fuerte impulso al progreso y la inclusión social.
No voy a negociar con la mediocridad, no voy a negociar con los deshonestos, no voy a negociar con el desgano.
El pueblo dominicano me ha dado una gran responsabilidad.
La responsabilidad de dar respuesta al deseo de cambio y de renovación, que late en sus corazones.”
Eso es lo “que nunca se ha hecho”:
“Yo no traicionaré esa aspiración. Yo, hoy más que nunca se lo digo, en la solemnidad de este acto de juramentación, vengo a hacer lo que nunca se ha hecho.”
Medina se compromete a lograr lo que promete no solo consigo mismo sino, sobre todo, con estas entidades sagradas: el pueblo, la patria, los héroes de la Restauración y Dios:
“El pueblo dominicano me ha dado una gran responsabilidad. La responsabilidad de dar respuesta al deseo de cambio y de renovación, que late en sus corazones. Yo no traicionaré esa aspiración. Yo, hoy más que nunca se lo digo, en la solemnidad de este acto de juramentación, vengo a hacer lo que nunca se ha hecho. Dios es testigo de mi sinceridad. Mi guía será aquella frase del Evangelio: “Por sus frutos los conoceréis”. Por eso, desde ahora, hablarán los hechos. Hoy comienza el lenguaje de las transformaciones tan esperadas y de las realizaciones concretas. Pongamos lo mejor de nosotros para concretar los sueños y aspiraciones, no sólo de las generaciones presentes, sino también, de las que vienen detrás. ¡Que viva la República Dominicana! ¡Que vivan los Padres de la Patria! ¡Que vivan los Restauradores!”
Finalmente, desde nuestro presente de hoy: ¿Cuáles de los tópicos del programa de gobierno resultaron ser solo palabras o acciones discursivas y cuáles hechos o acciones fácticas?
Al inicio del gobierno de Medina hay algo que decididamente fue una remarcable novedad: el simbolismo y el estilo. Ya lo decíamos a un año de su gobierno en un artículo nuestro en el periódico Diario Libre, del cual a continuación reproducimos el siguiente fragmento:
“Si se les preguntara hoy a los dominicanos qué ha cambiado en su vida durante el primer año de gobierno de Danilo Medina, es seguro que la mayoría diría que, concretamente nada o muy poco. La educación es la misma, o peor, que un año atrás. Lo mismo la salud, la seguridad ciudadana, los precios de los alimentos, los salarios.
Es que los cambios se perciben a nivel de los símbolos. Faltan cambios reales, acciones que llenen de sentido la vida de la gente, no solo de espejismo, de promesas y propaganda. Es bueno ya cesar los eslóganes como "lo que nunca se ha hecho". Ya no se está en campaña electoral. Que se hagan las cosas y ya.” (Manuel Matos Moquete, Símbolo y acción en el gobierno de Danilo Medina, Diario Libre,8 de agosto de 2013).