La noción cultura y salud reflexionada y trabajada en esta valoración, vincula críticamente el Ser, el Estar y el Hacer de los seres humanos y los grupos sociales, en su relacionamiento con el medio natural y el medio construido, para la preservación o pérdida del bienestar colectivo. Se entiende por cultura la acumulación material e inmaterial de las personas y clases sociales, en sus maneras de creer, imaginar, practicar y convivir. Esas maneras o conductas se pueden convertir en factores saludables o patogénicos.

 

La salud por su parte es el estado de bienestar físico, mental y social de las personas y los grupos sociales, y no solamente la ausencia de patologías o enfermedades. El goce del grado máximo de salud que se pueda conseguir es uno de los derechos fundamentales de todo ser humano, sin distinción de raza, religión, ideología política o condición económica o social.

 

Para la Unesco, la cultura contiene rasgos, creencias, convenciones, formas de convivencia, costumbres, imaginarios, sistemas de valores y prácticas simbólicas colectivas e individuales que prevalecen en un grupo; nosotros añadimos, aspectos que si se convierten en factores y causas de pérdidas de la salud, entonces deben ser trabajados como políticas en toda la planificación de los servicios y la salud.

 

En este orden, el Plan Estratégico Nacional de Salud (PlanDES) debiera apostar  a un enfoque conceptual de “cultura” que expresa el nexo entre el individuo y sus modos de vida y los relaciona con sus esencias de Ser, en sus maneras de Estar y en sus formas de Hacer. Asimismo, en cómo lo anterior preserva o hace perder la salud individual y colectiva Además, el PlanDES podría enlazar la cultura con las nociones de ambiente y desarrollo. En otras palabras, valorar “cultura” como el resultado histórico derivado del relacionamiento del individuo y los grupos sociales con una comunidad concreta.

 

10 son los factores de riesgos de enfermedad muertes prevenibles que han sido estudiados con mayor insistencia. El primero de todos es el hábito de fumar en la medida que se puede encontrar un correlación  y una regresión entre el número de cigarrillos fumados y la presencia de diversas enfermedades crónicas y agudas.  El segundo es consumo excesivo de alcohol en la medida que está directamente asociado con lo ritmos cardíacos y el metabolismo de esta sustancia en la economía humana.

 

El tercero es la ingesta excesiva y desequilibrada de alimentos en la medida que la masificación de la vida urbana, que en la República Dominicana se concentra en más del 75%, genera a un acceso masivo a comidas rápidas y “sabrosas” en grasas y azucares.

 

El cuatro factor viene expresado por la definitiva imposición de las tecnologías en el trabajo lo que ha masificado la vida sedentaria. El quinto factor son las conductas peligrosas en el tránsito que se asocian a los conductores, acompañantes y peatones que precipitan que la Republica Dominicana sea una Nación con altas tasas de mortalidad por accidentes por 100 mil habitantes.

 

Igualmente, el sexto factor son los riesgos laborales en el vínculo de las relaciones de producción y las fuerzas productivas conflictivas y contradictorias que no generan felicidad y desarrollo. Las conducta personales asociadas a la mala higiene personal se vinculan a la reducción del acceso al agua por la poblaciones urbanas. El gran vinculo social en las ciudades precipita relaciones sexuales arriesgadas. El noveno y el décimo se asocian  al estrés patogénico; y concentración urbana de población generadora de violencia urbana e intrafamiliar.

 

La población adulta de la República Dominicana es la más afectada y contabiliza unos 7 millones, 99 mil pobladores adultos (7,099,000).  De éstos, cuatro millones novecientos sesenta y nueve mil, son obesos o tienen sobrepeso. Dos millones, 300 mil, padecen de hipertensión arterial y ochocientos cincuenta y dos mil (852,000) sufren diabetes mellitus. Aunque no se han realizado estudios epidemiológicos confiables, la demencia y la salud mental, su mortalidad y costos asociados es otro gran problema. Se afirma que entre el 15% y el 20% de la población dominicana, padece de algún tipo de neurosis o sicosis.

 

Son cifras que implican miles de millones de pesos en gastos excesivos en medicamentos, emergencias y hospitalizaciones. Al menos 368 dólares per cápita/anual promedio por cada enfermo.

 

En la tercera década del siglo XXI, en esta media isla, hay mal nutrición, pero no se pasa hambre. Los niños con Kwashioskor (hinchados) y Marasmo (cadavéricos), desaparecieron de los hospitales infantiles. Por el contrario, una epidemia de obesidad infantil, recorre la isla.

 

De los 63 mil, 600 fallecidos anuales, la gran mayoría muere por isquémica cardíaca, diabetes y enfermedades metabólicas; accidentes cerebrales y enfermedad hipertensiva. Son el 75% de la carga de enfermedad de los 10 millones, 621 mil dominicanos y casi el millón de migrantes residentes aquí.

 

Es tarea de la Nación y del Plan Estratégico Nacional de Salud 2030 (PlanDES) ocuparse de esta crisis. Gestar una revolución del modo de vida de los dominicanos. Transformar el estilo de vivir. Crear una plataforma nacional para atender, no solo a los enfermos, si no a los sanos, antes que se enfermen. El PlanDES será esa bitácora cuyas ejecutorias generarán calidad de vida. Herramienta para que la salud sea escenario, medio y fin del desarrollo.

 

En esta coyuntura, el Ministerio de Salud además, puso en operación acciones de impacto inmediato. Victorias rápidas, tales como las “Rutas de Salud”, jornadas hipertensión arterial y prevención obesidad y diabetes. También la operación de unidades cardiometabólicas y promoción de una nutrición saludable monitoreada por el Programa Mundial de Alimentos (PMA).

 

10 provincias han sido movilizadas con las “Rutas de la Salud” que involucraron unas 25 mil familias, más de 100 mil dominicanos críticos implicados y millones de mensajes preventivos difundidos. La tarea es contener en la casa y en la calle esas conductas de riesgo generadoras de enfermedades no transmisibles.

 

Cambiar esos comportamientos personales, colectivos, repetitivos y espontáneos que son parte de nuestra cultura. Esas conductas que generan millones de personas con las enfermedades no infecciosas que describimos, anteriormente.

 

Finalmente, según las publicaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), practicar ejercicio físico de forma regular, no fumar, evitar el uso nocivo del alcohol, controlar el peso corporal, seguir una dieta sana y mantener la presión arterial, azúcar en sangre y el colesterol en niveles adecuados, también reduce el riesgo de padecer enfermedades mentales o mentalmente degenerativas.