Según el teórico cultural George Yúdice (2002), el problema de la globalización de la América Latina está ligado a los productos identitarios que refieren los grandes mercados y capitales para la distribución en un mundo globalizado y sin barreras; el fenómeno como tal implica un producto adaptado al fenómeno del consumo y la circulación de objetos culturales.

George Yúdice

Esto quiere decir que una fotografía, una pintura, un dibujo, una escultura o una instalación requieren de una movilidad participativa que solo puede ser llevada a cabo por un plano abierto de comunicación, proyección y codificación en los variados niveles de unidad y diversidad de la experiencia artística y productiva.

El fenómeno de la globalización como campo nivelar, ideológico y etnoartístico se percibe justificado por lo que es un alto punto de migración y de anclaje de grupos culturales y étnicos ligados a fuerzas surgentes de una superficie social en expansión dentro y fuera de su propio territorio. La ciudad es entonces el nuevo espacio de la globalización y el inevitable espacio de las relaciones sociales, culturales, artísticas y económicas.

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Miami.

Según George Yúdice (2002) "Miami” ha sido clasificada como una “ciudad mundial menor” en la compañía de Amsterdam, Barcelona, Berlín, Buenos Aires, Ginebra, Montreal, Shanghái, Taipéi y Washington.

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Berlín..
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Tapei.

Las ciudades globales son definidas generalmente por la concentración de oficinas centrales de mando y control para corporaciones transnacionales y una masa crítica concomitante de complementarios servicios avanzados al productor especialmente contabilidad, banca y abogacía. Aunque en servicios se haya en todas las ciudades solamente en “sitios de producción industrial” avanzados hayamos las innovaciones en servicios que desempeñan “un papel específico en la presente fase de la economía mundial (Sasen 1999:126)”.

En efecto, según propone Yúdice en su ensayo titulado: La globalización de América Latina: Miami el fenómeno globalización, es cómo podemos contemplar un efecto económico, estético y cultural, siendo así que lo que surge como masa y como función en este espacio de representaciones y acciones es una vertiente crítica ligada a todos los fenómenos de la producción y la productividad.

De ahí que el fenómeno Miami se proponga como un fenómeno de internacionalización que debe ser tomado, agilizado y analizado por la crítica de los diversos lenguajes culturales, artísticos y sociales, de tal manera que las funciones del registro crítico no dependan solamente del crítico, sino de su experiencia de trabajo y particularización de las regiones intelectuales que a su vez ocasionan grados y niveles de rupturas al interior mismo de lo social.

La crítica cultural y la crítica de arte constituyen en este caso los diversos marcos de intencionalidad, de apropiación del análisis económico e ideológico factible de ser sancionado por la dialéctica misma de la crítica. De ahí que el comentario, en su llamada complejidad académica, necesite como procedimiento el complemento de un metacomentario puesto en práctica, a partir de una geografía crítica del conocimiento artístico y cultural.

La crítica de arte como empleo y oficio intelectual pero sobre todo como práctica reflexiva y a la vez productiva, da cuenta de los diferentes territorios de sentido del mundo actual. Esto quiere decir que con el avance tecnológico las visiones de creación enuncian sus prácticas, principios, órdenes y redes ciberespaciales. El imperio de la producción de obras de arte requiere de un tratamiento analítico que envuelve sucesos de competitividad, mercado, consumo y circulación. El fenómeno involucra no solamente las artes visuales, sino también el liderazgo de ciertas identidades que en sinergia con otras circulan teniendo en cuenta sus progresos y barreras; dado que los diversos recorridos de la invasión subjetiva en la creación artística originan un marco, una actitud crítica y  una axiología indicadora de una movilidad artística y crítica sometidas a lo que se llama hoy empleo de sujetos dialógicos y críticos.

La trashumancia como fenómeno que se repite en tanto que fase observacional, participante y empírica se justifica en los nuevos diseños globales y en las diversas geografías sociocomunicativas y sociocognitivas cuyas cardinales o líneas cruzadas facilitan una tecnocultura ligada a tecnografias socioimaginarias puestas en acción y en producción.

La crítica en este caso es un baremo que sugiere por lo mismo un marco de soluciones que motivan el fenómeno desarrollo, crecimiento, “disyunción y diferencia en la economía global”. Según Arjun Appadurai: “solo se requiere trabar conocimiento con los hechos del mundo moderno para percatarse de que este es actualmente un sistema interactivo en un sentido que impresiona por su novedad. Los historiadores y sociólogos, especialmente los que se ocupan de los procesos translocales… han tenido conciencia por mucho tiempo de que el mundo ha sido un cúmulo de interacciones en gran escala durante muchos siglos. Sin embargo, el mundo de hoy encierra interacciones de un nuevo orden e intensidad”.

Lo que desde el punto de vista de un campo social, cultural y económico expandido, se reproduce al interior mismo de la subjetividad social resultando una suma de indicadores subyacentes o movilizados en lo que es el mapa de la postmodernidad. El diálogo cultural, así como las diversas “revoluciones” del capitalismo han creado formas de adquisición, atraso o progreso que conforman una experiencia productiva y crítica en el amplio contexto de los vínculos académicos transnacionales, administrativos y cardinales, donde la crítica ha tenido una influencia analítica y reveladora de los grandes sucesos del mundo globalizado o mundializado por los diversos modelos de empleos sociales y culturales.

De ahí la necesidad de significativos marcos de relaciones productiva y productoras de sentido surgentes, sugerentes o marcadas por la apertura de acciones dirigidas al conocimiento de nuevas mercancías adaptadas a los nuevos escenarios y tendencias propiciadoras de objetos, funciones, relator públicos y privados que no solo constituyen prácticas reales o formales, sino también aperturas de discursos posicionados en los diversos planos del funcionamiento sociocultural y dialógico de nuestros días.