La reciente Encuesta de Cultura Democrática evalúa, dentro de la dimensión “actitud hacia la democracia”, un indicador de sostenibilidad democrática fundamental: “el apoyo difuso”, o la predilección de la ciudadanía por la democracia frente a otros sistemas políticos. La preferencia por el sistema democrático puede ser fuerte si se opta por ella bajo cualquier circunstancia; débil si se está abierto a formas no democráticas de gobierno bajo determinadas situaciones; o apática si se es indiferente hacia cualquier forma de gobierno.

Los resultados de la encuesta arrojan que el 57.1% de los encuestados se sitúa en una actitud democrática fuerte, un 14.1% se coloca en un apoyo débil a la democracia, mientras que un 18.6% se sitúa como indiferente.

Si bien es un buen indicador que aproximadamente 6 de cada 10 entrevistados manifiesten un fuerte apoyo al modelo democrático, no debe subestimarse la sumatoria de indiferentes a los que muestran un apoyo débil. Representan mas de un 30% de individuos que no muestran un compromiso sólido con las formas de vida democrática y que pueden proporcionar su apoyo a lideres autoritarios si les resultan simpáticos o les son más acordes a sus intereses inmediatos. Este segmento puede solidificarse y aumentar dependiendo de la emergencia de crisis sociales.

Los datos de la encuesta muestran que los jóvenes constituyen el segmento más predispuesto al apoyo democrático débil con respecto a los encuestados más viejos. Puesto que nuestra juventud carece de las experiencias traumáticas de los gobiernos autoritarios y acumula las frustraciones de sus expectativas sociales bajo los gobiernos de la democracia, resulta natural  esta tendencia y nos alerta sobre la responsabilidad de los sectores democráticos en modificarla.

Al mismo tiempo, la encuesta muestra una relación entre el apoyo a la democracia y los estudios universitarios. Este segmento poblacional suele ser el más comprometido con los valores democráticos. La educación universitaria, si expone a cuestionar creencias y prácticas humanas, destaca  como un factor importante para asimilar la cultura democrática, trascendiendo otras funciones como las de ser un mecanismo para la inserción laboral y una impulsora del ascenso social.