Siempre nos quejamos de que perdemos memoria y estamos más distraídos de lo habitual, de que tenemos dificultades para concentrarnos puesto que estamos rodeados de distracciones. Para poder construir nuestra memoria de trabajo, que es la que se utiliza en el día a día, primero tenemos que hablar de la atención selectiva y sostenida o focal.
Con la atención, una capacidad poco conocida, nuestro cerebro es capaz de obtener la información que, después de consolidarla en pasos muy complejos, podremos evocar y es el resultado de lo que llamamos recuerdo. Esta condición es fundamental en el aprendizaje de nueva información y para la construcción de la memoria de trabajo. Si estamos cansados, si no dormimos bien, si nuestro estado de alimentación es precario o si tenemos anemia, el resultado es que tendremos problemas de memoria, porque nuestra atención, que son varias (la sostenida y la selectiva), es la parte fundamental para clasificar la información relevante o no relevante y obtener la que después vamos a recuperar en forma de memoria.
Siempre que escuchamos en la consulta quejas de memoria y mucho miedo porque creen que sufren alguna enfermedad grave tenemos que realizar un diagnóstico diferencial y acordarnos de que nuestra atención tiene que estar sana. Sin esta capacidad, seríamos incapaces de aprender y de utilizar la información que nos rodea durante todo el día, que es múltiple y no toda ciertamente relevante.
Ya de por sí el cerebro selectivamente descarta información intrascendente. Por esa razón, una de las recomendaciones diarias para las personas con quejas subjetivas de problemas de memoria es una buena higiene en la gestión de la información. Las pantallas de los múltiplos dispositivos electrónicos que utilizamos son tan atractivas como alteradoras de nuestras capacidades cognitivas, como son la atención y, en consecuencia, la memoria.
Por tanto, reducir el tiempo que dedicamos a la sobreestimulación es un primer paso para disminuir el estrés cognitivo que estamos padeciendo con las multitareas que nos sobrecargan. Realizar las actividades de una en una, prestar más atención a nuestros interlocutores, en algunos casos incluso volver a las notas manuscritas como apoyo para recuperar la información que nos interesa, también son decisiones positivas.
Mientras seamos capaces de tener conciencia de que tenemos un problema de memoria, no es la memoria lo que debiera preocuparnos, sino la atención, una capacidad desconocida.