¿Conocieron o conocen algún maestro acosador en la universidad o en el bachillerato? Yo sí, y también casi todas mis amigas, compañeras de trabajo, de universidad y colegas con las que he conversado sobre el tema.
Hay un asunto del que hablamos con una vergüenza que no nos corresponde, que debemos traspasar a los abusadores y no a las víctimas: el acoso a mujeres jóvenes y adolescentes en universidades y otros centros educativos públicos y privados.
La buena noticia es que las jóvenes han empezado a hablar del acoso abiertamente y a exigir respeto y códigos de ética contra el abuso en las universidades.
Este video de Resetéate, en el que se discute sobre el acoso sexual en las universidades, y las denuncias de CatCalls de República Dominicana sobre el acoso que sufren niñas y adolescentes si caminan o viajan en transporte público desde sus casas hasta los centros educativos abre un diálogo necesario y urgente.
El acoso no debe ser tolerado. Los profesores, personal administrativo o cualquiera que tenga algún poder sobre un grupo o un individuo deben rendir cuentas sobre sus actos y las instituciones deben explicar cuáles medidas toman para evitar, identificar, sancionar y erradicar el acoso, especialmente en las aulas, en las aulas donde debe comenzar la libertad y no la repetición de patrones de opresión.
Acosar a las mujeres limita su capacidad de asumir posiciones de liderazgos particularmente en el movimiento estudiantil y en otros espacios de poder en las instituciones educativas.
“El tema del acoso es una de las limitantes para la participación política, para la participación en el movimiento estudiantil, porque no nos sentimos seguras”, dijo Tefa de la Cruz, de Fuerza Juvenil Dominicana durante una entrevista en Libertarias.
La dirigente estudiantil también recordó que en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) todavía no existe un código contra el acoso sexual, a pesar de que es uno de los problemas más importantes para las mujeres de la academia.
Aunque se han llevado unos pocos casos ante las autoridades universitarias, y se han impuesto algunas sanciones administrativas, se manejan con cierto secretismo, explica la dirigente estudiantil.
Ella sugiere que los casos que se comprueben se hagan públicos. Yo agregaría que las instituciones deben llevar a los acosadores a la justicia cuando corresponda. El acoso también es un delito y los abusadores deben enfrentarse a la ley, no solo a sanciones tan sutiles como el retiro de la academia durante uno o dos semestres.
Entre tanto, las chicas decidieron hablar. No bajaron la cabeza, no cruzaron por la otra acera, no se sentaron en la última fila para evitar problemas con los acosadores. Hablaron y ya nadie las puede mandar a callar.
Por todas mis amigas, compañeras de aula y colegas que fueron acosadas, les doy sinceramente las gracias a estas muchachas que están rompiendo el silencio. Sé que en ustedes nos vemos representadas y en algunos casos han empezado ya a hacer justicia. Algunos profesores han acosado a generaciones y generaciones de estudiantes amparados en el miedo, la impunidad y la indiferencia. Ya no más. Ahora debemos educarnos, actuar y acompañarlas.