Desde el inicio de la Revolución Cubana y bajo administraciones demócratas Cuba no había experimentado flexibilización tan significativas a las restricciones que le impone Estados Unidos, como las que ahora se han anunciado.

Desde la existencia del embargo económico impuesto por Los Estados Unidos, a principios del decenio de los sesenta, la caribeña nación permanece estancada en el tiempo.

Ahora, con la reciente información de que los cubanos desde la isla podrán abrir cuentas en bancos estadounidenses, para acceder al dinero de forma remota, es un paso importante en esta relación de amor-odio de ambos gobiernos.

A esto, se suman también promesas de otras facilidades, que, si bien no eliminan el embargo, lograrán suavizarlo. Para que se elimine el embargo primero sería necesario aprobar una ley.

El embargo estadounidense contra Cuba consiste en un conjunto de medidas jurídicas, regulaciones y prohibiciones económicas. Data de un año antes del triunfo de la revolución socialista, impuesto por Dwight D. Eisenhower en 1958. En una segunda etapa, a partir de 1960, se impuso sobre la naciente revolución de Fidel Castro, en respuesta a las expropiaciones de las compañías y demás propiedades de los ciudadanos estadounidenses en la Perla de las Antillas.

Este proceso de flexibilización del embargo no es nuevo, comenzó en el 2011, bajo la administración demócrata del presidente Obama, en cuyo mandato también se restablecieron lazos diplomáticos. También se acordó sacar a Cuba de la lista de países “terroristas”- También se facilitó a Cuba las transacciones financieras y comerciales.

Así como el fin de la política “pies secos y pies mojados”, es decir, permitir el ingreso de cubanos desde que pisaran las costas de EE.UU. Pero, durante la administración republicana, todos los avances retrocedieron drásticamente; empeorando las relaciones. Ahora, se están construyendo puentes de comunicación con estas medidas anunciadas; para que se dinamice la golpeada economía cubana, que tocó fondo durante la pandemia.

En la actualidad, la naturaleza de las negaciones no está del todo clara, porque se ha guardado en secreto. Pero esto, definitivamente, les abre una brecha a los emprendedores cubanos para poder recibir y procesar pagos a suplidores en el extranjero.

Ha de esperarse que se dinamice la cadena de suministros desde y hacia Cuba. Dichas regulaciones se encuentran en proceso de discusión, desde que el presidente Biden las anunció.

Entendemos que la dinamización de la economía cubana es beneficiosa para todos los países y potenciales clientes comerciales y que estas se ampliarán en virtud de las anunciadas medidas.

La época de rivalidad debe ser parte del pasado de estas dos naciones. Ojalá EE.UU. reconozca que el embargo ha sido una de las grandes estupideces usadas para “enviar un mensaje” de gran imperio. Y el lado de Cuba, su gobierno lo ha utilizado como la excusa perfecta para justificar su fracaso en la administración de la economía.