"Sé, que me fui de Cuba, pero sé, que Cuba no se fue de mí". Yotuel Romero
Cuba es un paraíso caribeño que resplandece con una mezcla vibrante de historia, cultura y naturaleza. Imagino sus playas de arena blanca, como Guardalavaca y La Herradura, donde las aguas turquesas se funden con el cielo en un espectáculo azul. Las calles desde Guantánamo hasta Pinar del Río con sus autos clásicos y coloridos, edificios coloniales, cuentan historias de un pasado rico y apasionante. La música se siente en cada rincón: el son, la salsa y el bolero dan vida a la ciudad. En el interior, la Sierra Maestra, ofreciendo paisajes montañosos y la oportunidad de explorar la exuberante biodiversidad de la isla, con sus cafetales y tabacaleras que producen algunos de los mejores puros del mundo. Cuba es también un crisol de tradiciones, donde el catolicismo se hace presente en lo alto de una loma en el Cobre, Santiago de Cuba, con la presencia del Santuario de Ntra. Madre la Vigen de la Caridad o Cachita, creando una espiritualidad única, para quiénes somos sus devotos. La calidez de su gente, siempre lista para compartir una sonrisa y una historia, y tener el ingenio de reírse de su propia desgracia, esa que se instaló hace más de 65 años y concibe que la miseria asome día tras día su rostro a sus habitantes.
Me decido a escribir este texto y escucho de fondo la canción de los Orishas: Cuba no se fue de mí, y esto me posibilita hacer un viaje de regreso a mi tierra por unos minutos. En estos días en los que mi isla bella se apaga y se enciende, quienes juegan con el interruptor tal parece que lo disfrutan, y eso duele, porque allí todavía está mí familia, y la de tantos otros hermanos que como yo tomamos la decisión de salir en busca de un mejor porvenir. En un artículo se me hace demasiado corto decir todo lo que siento por mi país, pero soy una cubana orgullosa de ser 100% cubana, holguinera y aún siendo más específica de La Nasa, un campo dentro del poblado de Velasco, considerado hace unos años atrás como el granero de Cuba. Con la mejor de las infancias, y la mejor de las familias, mamá, papá, abuela materna, hermana pequeña. Agradecida a Dios por ellos cada día.
En un mes estaré cumpliendo 2 años de vivir en la República Dominicana y no he dejado de soñar hasta hoy que regreso y en un abrazo me reencuentro con mis raíces e historia. Así como tampoco he dejado de hablar con mi cantaito oriental y buen acento holguinero, ese en el que las s, l, r se pronuncian y el asere va unido del coño y del pal carajo. Porque lo disfruto y bajo ningún concepto deseo perder mi cubanidad, me gusta que la gente note que soy cubana, eso me hace feliz y por eso lo cultivo. Agradezco a Dios por estar en tierras de libertad, pero reconozco la añoranza por lo mío, eso que forma parte de la sangre que corre por mis venas. En resumen, Cuba es mi lugar favorito, la isla donde el tiempo parece moverse a otro ritmo, lleno de colores, sonidos y sabores que dejan huella en el alma de quienes la habitan y la visitan.